A propósito del 40 aniversario de la Constitución y del libro «La Constitución incumplida» iniciamos una recopilación de reflexiones en varios artículos
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Parte 2: «el amigo americano nos tutela”
Parte 3: “un obstáculo llamado Carrero Blanco”
Parte (4): “Carrero Blanco debía desaparecer”
Parte (5):
«¿Fue ETA sólo la mano ejecutora de Carrero Blanco?»
No hay duda de que los autores materiales del magnicidio de Carrero Blanco eran miembros de ETA. Pero, hoy en día, la inmensa mayoría de expertos y estudiosos de los hechos coinciden en que fue prácticamente imposible para dicha organización acometer un reto de esa dimensión por sí misma. Las ramificaciones del sumario 142/73 (el referido al atentado) fueron convenientemente “ocultadas” y se simplificaron las conclusiones atribuyendo los hechos sólo a ETA. Según este sumario y las investigaciones realizadas por seis periodistas, y como reconocieron los propios protagonistas del suceso, la denominada Operación Ogro implicó la participación de al menos 30 terroristas de ETA. “¿Estos se estuvieron paseando por Madrid durante un año sin ser detectados?”, se pregunta el periodista Manuel Cerdán, en su libro Matar a Carrero. La Conspiración. Un testimonio más valioso lo aporta una miembro del comando, Eva Forest, que escribió en su libro Operación Ogro que la idea de matar a Carrero Blanco fue: “sugerida a ETA por personas ajenas a la organización y que algunas de ellas eran extranjeras”.
Sin duda el brazo ejecutor fue ETA, pero este atentado sigue lleno de aparentes misterios. Decimos aparentes, pues ya se ha desarrollado una extensísima bibliografía que pone en duda la versión oficial (si es que un día la hubo) del atentado. Especialmente significativas son las opiniones del juez Luis de la Torre Arredondo, el fiscal Fernando Herrero Tejedor y Luis González-Mata, ex espía de Franco. Todas ellas recogidas en el estudio de Ernesto Villar: Todos quieren matar a Carrero. La conspiración dentro del Régimen. En cuanto al juez, el sumario llegó a sus manos después de que, tras tres años de instrucción, la investigación no avanzase.
Según este sumario y las investigaciones realizadas por seis periodistas, y como reconocieron los propios protagonistas del suceso, la denominada Operación Ogro implicó la participación de al menos 30 terroristas de ETA. ¿Estos se estuvieron paseando por Madrid durante un año sin ser detectados?
En 1983 el juez especial se confesó en una entrevista en la revista Interviú en la que contaba cómo intentó llegar, indagando incluso de forma extra oficial, hasta los que dieron la orden a ETA de matar a Carrero. Tras la investigación había extraído tres conclusiones: 1) que la investigación llegó hasta los autores materiales y «de ahí no pasó»; 2) que Carrero fue víctima de una lucha interna dentro del franquismo; y 3) que «los inspiradores del atentado han quedado en la sombra». Con los años José Luis de Villalonga recogía testimonios significativos como el de Felipe González, recopilados a su vez en la obra de Villar antes mencionada. A la pregunta de Villalonga, en 2004, Felipe González contestaba: «De verdad que sigo sin creerme que aquellos vascos, con sus boinas y su acento podían haber llegado a sus fines sin contar con una ayuda hasta ahora ignorada».
Un testimonio contemporáneo fundamental es el de Fernando Herrero Tejedor, fiscal del Tribunal Supremo y posteriormente ministro secretario general del Movimiento. Envió a Franco un informe secreto sobre el magnicidio, pero de este informe –como denuncia Ricardo de la Cierva– nunca se supo ni su contenido ni su destino final. Sin embargo, el 17 de septiembre de 1974, el diario Abc se hacía eco de una frase contundente pronunciada por Herrero Tejedor en el discurso de apertura del año judicial: «No sólo ETA es responsable de la muerte de Carrero». Al tiempo que confirmaba la participación de la banda en el magnicidio, dejó caer que «no se descarta la participación de organizaciones distintas a ETA en el asesinato». Pocos meses después Herrero Tejedor moría en un accidente de tráfico llevándose su secreto a la tumba.
Fernando Herrero Tejedor, fiscal del Tribunal Supremo, dejó caer que «no se descarta la participación de organizaciones distintas a ETA en el asesinato». Pocos meses después Herrero Tejedor moría en un accidente de tráfico llevándose su secreto a la tumba.
La amplia obra de Pilar Urbano que ya hemos referido, señala al general Walters junto a Kissinger como claramente implicados en la Operación Ogro. En 1973, como ya dijimos, durante los sucesivos cambios en la dirección de la Cía, Walters ocupó durante dos meses el puesto de mando de la organización, a la par que el resto del tiempo era vicepresidente. Coincidió su ascenso con el del etarra Ezkerra que se hacía con la organización de ETA. Con Ezquerra, lo que inicialmente era un plan de secuestro de Carrero Blanco, se reorientó a organizar un complejísimo magnicidio para el que la organización no estaba mínimamente preparada. Misteriosamente, Ezkerra, que nunca fue acusado por el asesinato de Carrero, lo detuvieron en 1975. Dos años después lo sacaron de la cárcel para enviarlo temporalmente a Oslo, por oscuras presiones del PNV, y finalmente se acogió a la Amnistía General de la Transición.
Pero volvamos al marco general. Como ya dijimos, en octubre de 1973, durante la guerra del Yom Kippur, Carrero Blanco no autorizó que los aviones de Estados Unidos usaran las bases españolas. La agencia soviética Tass propuso que eso era argumento suficiente para explicar que la Cía encabezara las operaciones del asesinato de Carrero Blanco. Éste se había puesto firme y se había enfrentado a la todo poderosa primera potencia mundial, pues deseaba la firma de un tratado bilateral de defensa mutua con rango superior al existente en ese momento. Pero Estados Unidos quería dejar bien claro quién era el más fuerte. Se ha consensuado que este desencuentro fue uno de los motivos del viaje a España del Secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, el 18 de diciembre, dos días antes del atentado. Le acompañaba en el viaje William Nelson, jefe de Operaciones encubiertas de la Cía, que siempre estuvo tras los golpes de Estado en Hispanoamérica en la década de los 70. Kissinger se reunió con el General Franco en El Pardo y con Juan Carlos en La Zarzuela. Al día siguiente, 19 de diciembre, tuvo la entrevista decisiva con el Presidente de Gobierno Carrero Blanco. De Nelson se desconocen sus movimientos durante esos días en Madrid.
Con Ezquerra, lo que inicialmente era un plan de secuestro de Carrero Blanco, se reorientó a organizar un complejísimo magnicidio para el que la organización no estaba mínimamente preparada. Misteriosamente, Ezkerra, que nunca fue acusado por el asesinato de Carrero
De la entrevista entre Kissinger y Carrero sabemos lo siguiente: 1) el Senado de Estados Unidos no iba a admitir que EE.UU. estableciera una relación de mayor nivel con España; 2) le intentó disuadir de construir la bomba atómica española y 3) Kissinger intentó inquirir sobre las intenciones del Almirante ante la posible Transición. Carrero Blanco, a cambio, le mostró un informe de la Junta de Energía Nuclear en el que se afirmaba que España disponía de yacimientos de uranio y tenía la tecnología francesa de la central de Vandellós para conseguir plutonio. Los dos dirigentes quedaron en seguir hablando. Kissinger abandonó España esa misma tarde con destino a París, aunque en su agenda no había actos programados en la capital francesa. Se desconoce si el jefe de Operaciones encubiertas de la Cía se quedó o se fue con Kissinger. Muchos flecos e incógnitas han quedado para futuros historiadores.
Javier Barraycoa
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