A propósito del 40 aniversario de la Constitución y del libro «La Constitución incumplida» iniciamos una recopilación de reflexiones en varios artículos
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Parte 2: «el amigo americano nos tutela”
Parte 3: “un obstáculo llamado Carrero Blanco”
Parte (4): “Carrero Blanco debía desaparecer”
Parte (5): «¿Fue ETA sólo la mano ejecutora de Carrero Blanco?»
Parte (y 6): «Incógnitas sobre un magnicidio»
En el libro de Manuel Cerdán, Matar a Carrero: La Conspiración, se sintetizan parte de los cabos sueltos que quedan por resolver en el magnicidio de Carrero Blanco:
-El 14 de setiembre de 1972, en un hotel de Madrid, un desconocido entrega al etarra Joseba Mikel Beñaran Ordeñana, Argala, un mensaje sin remitente. Le había dado contacto un amigo del ámbito nacionalista cuyo protagonismo permanece en la sombra. Es casi más que seguro que los viejos contactos del PNV con los servicios secretos norteamericanos permitieron que éstos pudieran contactar con ETA. En el sobre venían datos del objetivo: el Almirante Luis Carrero Blanco acude todos los días laborables a la misa de las nueve de la mañana que se celebra en la iglesia de los jesuitas situada en la calle de Serrano, frente a la embajada de Estados Unidos. Lleva muy poca protección de escolta y recorre siempre el mismo trayecto. Según Pilar Urbano, reafirmando esta tesis, la Cía orienta a ETA hacia Carrero a través de los servicios secretos del PNV. La conexión se establecía mediante “personas de arraigada confianza para la CIA que eran también de arraigada confianza para ETA”.
-Ezkerra propone convertir el secuestro en asesinato pero se opone el jefe militar Eustakio Mendizábal Benito, Txikia. Un soplo a la policía permite el cerco a Txikia en la estación de Algorta y lo acribillan cuando intenta huir. El objetivo de asesinar a Carrero Blanco ya no encuentra impedimentos entre los jerarcas de la banda.
La Cía orienta a ETA hacia Carrero a través de los servicios secretos del PNV. La conexión se establecía mediante personas de arraigada confianza para la CIA que eran también de arraigada confianza para ETA
-Los etarras encuentran por casualidad el sótano que alquilan en la calle de Claudio Coello. El dueño lo tenía abandonado y ni pensaba alquilarlo, pero una misteriosa llamada, con una buena oferta que luego se desvanece, le convence de poner un cartel de alquiler. Es así como los etarras descubren el local justo en la zona donde buscaban, ni más ni menos que ante la ruta habitual de Carrero.
–ETA llega a enviar a Madrid más de una treintena de miembros, muchos fichados y buscados por la policía. No tienen ningún tipo de cuidado en sus contactos y relaciones, van dejando una rastro claro allá donde van. Los topos de la Policía y de la Guardia Civil avisan de que ETA planea un gran atentado en Madrid, pero en las fuerzas policiales y los servicios secretos nadie mueve un dedo. Atracan una comisaría, asaltan una armería y roban un fusil a un centinela de Capitanía e incluso realizan prácticas de tiro en la Casa de Campo y prueban explosivos en la Sierra de Madrid. La estancia en la capital de España de los etarras no puede ser más escandalosa: sufren un robo en una tienda, se les dispara una pistola en uno de los pisos alquilados, se olvidan una cartera de mano con un arma en la barra de un bar y se dejan ver a diario en las inmediaciones de la embajada americana mientras vigilan a Carrero. Simplemente sorprendente.
Los topos de la Policía y de la Guardia Civil avisan de que ETA planea un gran atentado en Madrid, pero en las fuerzas policiales y los servicios secretos nadie mueve un dedo.
-Los terroristas pudieron excavar un túnel en la calle Claudio Coello, tiraron cable a plena luz del día vestidos con monos de trabajo y colocaron teóricamente ocho kilos de Goma-2, aunque un informe de los servicios secretos españoles asegura que el explosivo utilizado era C4: “fabricado en Estados Unidos para el uso exclusivo de sus Fuerzas Armadas”. Hombre de costumbres rígidas y con ridículas medidas de seguridad, ese 20 de diciembre el Almirante se dirige a primera hora a Misa, como todos los días, en el coche oficial para recorrer el corto trayecto entre su casa, en la calle Hermanos Bécquer, hasta la iglesia de San Francisco de Borja, en la calle Serrano.
– La amnistía de 1978 dejó en libertad a todos los probables responsables materiales del atentado.
– Por último, también es más que sorprendente el comentario de un importante portavoz de la representación diplomática estadounidense, vinculado personalmente con Kissinger, que estremeció a un destacado representante del ministerio español de Asuntos Exteriores: “No quiero que suene brutal pero … un estorbo menos para la apertura de España y, por deplorable que sea un asesinato, lo cierto es que ETA nos ha hecho un gran favor”.
Años más tarde, las dudas seguían planeando sobre el atentado. Cuentan que Adolfo Suárez al dejar la presidencia del Gobierno confesó a sus allegados, en referencia al magnicidio: “Me voy sin saber si ETA cobraba en dólares o en rublos”.
Cuentan que Adolfo Suárez al dejar la presidencia del Gobierno confesó a sus allegados, en referencia al magnicidio: “Me voy sin saber si ETA cobraba en dólares o en rublos”.
La banda terrorista, ante las dudas, realizó esfuerzos por reafirma su autoría. Emitió una nota a fin de despejar las dudas que muchos planteaban. Hoy suena totalmente anacrónica: “Consideramos que nuestra acción contra el presidente del gobierno español significará sin duda un avance en la lucha contra la opresión nacional y por el socialismo en Euskadi y por la libertad de todos los explotados y oprimidos dentro del Estado español”. En Burdeos, ante un grupo escogido de periodistas, en una rueda de prensa clandestina, también declararon: “Para nosotros, la muerte de Carrero Blanco no supone un fin. Es, simplemente, un episodio de una lucha cotidiana que continuará de diferentes formas. Carrero Blanco era la persona más importante por ser el símbolo de la continuidad del sistema político de Franco”. Sin embargo un sector de ETA siempre se cuestionó si el atentado les había beneficiado. Es el caso del ideólogo terrorista, Moreno Bergaretxe Pertur, siempre se mostró muy crítico pues se dio cuenta en seguida que la capitalización de la muerte de Carrero Blanco la monopolizaron otros sectores políticos ajenos y contrarios a ETA.

Discurso de Franco de fin de año, 1973
Tras la muerte de Carrero Blanco, aún habrían de producirse muchos percances graves para que la democracia se consolidara. Pero el crimen contra el Almirante había resultado un golpe definitivo al franquismo que parecía deslizarse suavemente hasta su finiquitación. Muestra de ello es el discurso a la nación española de Franco del 31 de diciembre de 1973. Quien le escribió el discurso, si se lee bien entrelíneas, dejaba claro que la muerte da Carrero Blanco en el fondo era un bien para la nueva situación que se avecinaba. El discurso, de apenas 120 líneas, Franco las leyó apenas sin fuerzas. Tras lamentar brevemente la muerte del Presidente del Gobierno, como si no tuviera casi importancia, siguió leyendo: “Es virtud del hombre político la de convertir los males en bienes. No en vano reza el adagio popular que no hay mal que por bien no venga. De aquí la necesidad de reforzar nuestras estructuras políticas y recoger los anhelos de tantos españoles beneméritos, que constituyen la solera de nuestro Movimiento”. Las palabras `no hay mal que por bien no vengan´ aún chirrían, y más con el paso del tiempo.
En la medida que empezó a indagar qué se escondía tras ETA, le arrebataron el sumario –como ya dijimos- para desviarlo a la jurisdicción militar. Había iniciado sus investigaciones en un despacho del Juzgado número 8 de Madrid, pero lo trasladaron a un sótano húmedo y enmohecido.
Arias Navarro había sido el máximo responsable de la seguridad de Carrero, el mismo que antes de su muerte le había asegurado que todo estaba bajo control. Una de las primeras decisiones de Arias Navarro fue retirar al fiscal Fernando Herrero Tejedor de su cargo, recién abierta una investigación del magnicidio por parte de la fiscalía. Como ya dijimos al poco tiempo fallecía el fiscal de accidente de automóvil. Luis de la Torre Arredondo, uno de los magistrados civiles que instruyeron el sumario 142/73 del asesinato de Carrero, se quejó ante un periodista de Intervíu de ser un florero para aparentar una imagen de normalidad en torno a la investigación del magnicidio. En la medida que empezó a indagar qué se escondía tras ETA, le arrebataron el sumario –como ya dijimos- para desviarlo a la jurisdicción militar. Había iniciado sus investigaciones en un despacho del Juzgado número 8 de Madrid, pero lo trasladaron a un sótano húmedo y enmohecido. El juez acudió entonces a Gutiérrez Mellado, a la sazón Jefe del Estado Mayor del Ejército, a quien conocía a través de su cuñado, para comunicarle sus sospechas sobre la Cía, pero sólo consiguió arrancarle unas lánguidas palabras: “El rumor me ha llegado a mí también, ahora, te puedo asegurar que yo no sé nada. Chico, aquí hay tantos que querían quitarse de en medio a Carrero…”.
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