Breve historia ideológica de ETA (1): orígenes y vinculaciones con el PNV.

 

 

eta_zigiluaEn sus orígenes, ETA contó con el beneplácito de los partidos de izquierda por su especial compromiso antifranquista. Esta connivencia duró a lo largo de la transición y el PSOE no dudó en explotar la causa etarra para arrinconar y hacer caer el gobierno de la UCD. El conservador PNV siempre quiso aprovechar el impulso de ETA para consolidar la ominipresencia del nacionalismo en las Vascongadas. Todo ello llevó a que durante mucho tiempo todos los movimientos políticos “olvidaran” el carácter profundamente marxista y revolucionario que anidaba en la organización terrorista. Incluso organizaciones como Amnistía internacional, en sus informes anuales, no cejaba en desautorizar al Estado español por “torturar” a miembros del “movimiento de liberación”, y nunca ha clasificado a ETA como grupo terrorista.

Al llegar el PSOE al poder, y para sorpresa de los socialistas, ETA continuó matando. Los sucesivos gobiernos de Felipe González desarrollaron una estrategia de tenaza: el GAL y la negociación. Esta estrategia estuvo acompañada de un cambio en el lenguaje periodístico y político que, sorprendentemente, no consistió en acusar a ETA de ultraizquierdista, sino de fascista. Este apelativo se generalizó a finales de los ochenta y ha llegado hasta nuestros días. Hoy en día el término “fascista” es usado sin el más mínimo rigor político y tiene como función el insulto y la desacreditación.

Esta estrategia estuvo acompañada de un cambio en el lenguaje periodístico y político que, sorprendentemente, no consistió en acusar a ETA de ultraizquierdista, sino de fascista.

En el caso de ETA, parece que este atributo tiene como misión ocultar la verdadera cara de ETA: ser un grupo marxista-leninista, con múltiples variaciones ideológicas y dinámicas internas de autodepuración, pero al fin y al cabo un grupo de ultraizquierda. Es por ello que los que más han insistido en el calificativo de “fascista” sea precisamente la izquierda política, como un mecanismo de distinción. A lo largo de este capítulo haremos un recorrido por las tensiones y disensiones internas de la banda que han llevado a la estructuración ideológica actual.

Los orígenes de ETA y sus vinculaciones con el PNV

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«Txilardegui», uno de los fundadores de ETA

Mientras que el PNV de la posguerra se mantuvo inactivo y el “gobierno vasco” en el exilio alejado de la realidad española, una segunda generación de nacionalistas decidieron resucitar el movimiento político. En 1952 se reunían unos pocos jóvenes para publicar el boletín Ekin (Acción). El grupo tomaría el mismo nombre y entre sus fundadores estaban los primeros fundadores de ETA: José María Benito del Valle, Julen Madariaga, José Luís Emparanza (“Txilardegi”), entre otros. Todos ellos provenían de familias de la burguesía y la clase dirigente vasca nacionalista.

Desde un principio el laicismo fue un punto diferenciador del PNV que aún era claramente conservador y cristiano. Ello no quitó que una parte muy importante de jóvenes procedentes de las juventudes del PNV, los Euzko Gaztegi (EGI), entraran en contacto con Ekin y los tuvieran como referente. Desde entonces las relaciones entre la incipiente ETA y el PNV se convertirían en una relación de amor-odio. Por un lado el grupo Ekin era minoritario pero se había sumergido en la formación de los clásicos del nacionalismo y estaba firmemente decidido a emprender la acción política. Por otro, lado las juventudes del PNV carecían de ideas, aunque podían aportar muchos jóvenes animados a luchar. Por eso, el PNV pronto receló de Ekin al intuir que no podría controlar ese grupo ni su influencia sobre las juventudes del partido.

entre sus fundadores estaban los primeros fundadores de ETA: José María Benito del Valle, Julen Madariaga, José Luís Emparanza (“Txilardegi”), entre otros. Todos ellos provenían de familias de la burguesía y la clase dirigente vasca nacionalista.

eta-los-origenesEn 1957, el líder del PNV Ajurriagerra, les acusaba de: “comunistas, fanfarrones y contrabandistas”. Ese mismo año buena parte de las juventudes peneuvistas de Guipúzcoa se pasaron a Ekin y este sería el origen de ETA. El 31 de julio de 1959 se toma como la fecha fundacional de la organización terrorista. Es el día en que sus miembros remiten una carta a José Antonio Aguirre, presidente del fantasmal gobierno vasco en el exilio, poniéndose prácticamente a su disposición y prometiendo tenerle informado de sus actividades. El día coincide con la efemérides de la fundación del PNV y con la festividad de san Ignacio de Loyola. Las cartas y documentos remitidos por ETA al lehendakari son correctas y respetuosas.

Formulan críticas a la pasividad de las fuerzas nacionalistas pero se evitan las críticas al PNV. Ello no quita que existan tensiones y una desconfianza del PNV hacia la nueva organización. La ruptura se gestará a partir de 1961 con la primera acción de envergadura de ETA. El 18 de julio, la organización etarra perpetra un atentado contra un tren de ex combatientes que marchaba a San Sebastián. El PNV se distancia de la organización y de su estrategia violenta. La ruptura se formalizará con la celebración de la I Asamblea de ETA en mayo de 1962.

En 1957, el líder del PNV Ajurriagerra, les acusaba de: “comunistas, fanfarrones y contrabandistas”

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Abadía de Belloc, donde se celebró la I Asamblea del MRVLN

En esta primera Asamblea, que tiene lugar en la Abadía de Benedictinos de Belloc, el grupo se define como un “Movimiento Revolucionario Vasco de Liberación Nacional”, en uno de los documentos fundamentales de la banda que se conoce como Principios. El texto sorprende, con la perspectiva de los años, por la ausencia de la justificación de la violencia política e incluso por su rechazo de un régimen dictatorial sobre Euskadi, “sea fascista o comunista”. Se propugna también “La repulsa del racismo” o no apoya la “segregación o expulsión de elementos extraños al País”.

Ello no quita que los miembros de ETA bebieran de las fuentes sabinianas, y aunque pretendían una reivindicación de su pensamiento, lo querían “modernizar” y alejarlo de las tesis racistas. Tampoco aparecen referencias al marxismo que todavía no se ha adueñado de las estructuras de pensamiento de ETA, pero en este documento ya se manifiesta toda una corriente de pensamiento izquierdista radical. Los Principios proclaman: “La desaparición del liberalismo económico como sistema base de la futura economía vasca” y “Una profunda modificación del status de la propiedad”, así como “La planificación de la Economía Nacional”.

En esta primera Asamblea, que tiene lugar en la Abadía de Benedictinos de Belloc, el grupo se define como un “Movimiento Revolucionario Vasco de Liberación Nacional”

La ausencia de identificación con términos como “socialista” o “marxista” denota todavía la influencia del furibundo anticomunismo que el PNV siempre había propugnado para el mundo nacionalista, aunque inequívocamente ETA ya se está desmarcando de los parámetros más tradicionales del nacionalismo peneuvista al afirmarse en los Principios como “aconfesional” o al rechazar el liberalismo económico. En esta ETA ya están presentes dos corrientes que acompañarán la historia de la organización hasta nuestros días: por un lado, la más etnicista y puramente nacionalista, muy vinculada a las doctrinas peneuvistas y, por otro, la más obrerista e internacionalista.

zutikTodo ello se puede ver el boletín de la organización, Zutik!, que en los primeros años es doctrinalmente abierto y recoge muchas y contradictorias tendencias. Encontramos discursos izquierdistas, escritos pacifistas proponiendo una lucha no violenta siguiendo el ejemplo de Gandhi, o defensores de la violencia política. Por ese tiempo sale un folleto titulado La insurrección en Euzkadi, en el que se defiende la lucha guerrillera, pero desmarcándose de las guerrillas rurales al uso en el Tercer Mundo. También de aquella época es el conocido como Libro blanco que portaban siempre los militantes de ETA.

También se propone como modelo de acción la Herri Gaztedi (Juventud popular), que era un movimiento católico muy activo por entonces, o se cita a pensadores católicos como Maritain.

etaA modo de Biblia se recogían en este librito diversos trabajos de Zutik! En él, aunque no se aprueba la “visión general del marxismo”, se cita con profusión a Lenin y Stalin y su visión de la importancia del Partido para un proceso revolucionario. Sorprendentemente, este pensamiento revolucionario convive con un lenguaje casi religioso: “somos libres porque en todo momento nuestra libertad puede pronunciar o retener el `fiat´ como un pequeño dios, dueño de sus actos e infinitos pensamientos”.

También se propone como modelo de acción la Herri Gaztedi (Juventud popular), que era un movimiento católico muy activo por entonces, o se cita a pensadores católicos como Maritain. Ello no es de extrañar si pensamos en el maridaje entre el marxismo y el cristianismo progresista que había inundado la Iglesia por aquella época. Un caso poco conocido, pero muy significativo, es el de Iparretarrak (la versión francesa de ETA) que floreció prácticamente en su totalidad en un seminario. Su dirigente histórico, Philippe Bidard, que acabó en la cárcel, fue un seminarista convertido al marxismo-leninismo.