Siendo francos, uno ya no sabe qué escribir sobre la Cataluña pospuigdemondiana. El otro día una alumna me pedía ayuda para un trabajo en el que quería comparar el “esperpento valleinclanesco” con la situación de Cataluña. La verdad sea dicha es que hemos superado y con mucho lo que la imaginación y el genio del autor de El ruedo ibérico. Contra todo lo que he escrito y lo que defienden la inmensa mayoría de agentes políticos, económicos y sociales, incluso los separatistas, creo que necesitamos urgentemente otras elecciones. No con la intención de remodelar el mapa político sino con la clara finalidad de provocar una catarsis que nos lleva a la muerte súbita. La lenta agonía de la estrategia interminable de Puigdemont ha conseguido desquiciar a propios y extraños.

Mucho se ha escrito de Quim Torra, ignífugo presidente de la Generalitat con permiso de Rajoy. De momento está haciendo bueno el dicho de que perro ladrador poco mordedor. Su govern de confrontación contra el Estado español, ha acabado rápidamente con el acatamiento de que ciertos personajes que había propuesto como consellers (Comín, Rull, Turull i Puig), no pueden serlo. Sus nombres ni siquiera han aparecido en el Boletín Oficial de la Generalitat de Cataluña. Y es que el Estado español sigue gozando de una “mala salud de hierro”. Sea por los mezquinos intereses que sean, ni Rajoy, ni Sánchez, ni Rivera quieren perderse el semillero de votos que implica atizar al nacionalismo catalán. Incluso Rivera se ha lanzado a una atrevida marca electoral “España Ciudadana”, con Marta Sánchez como banderín (algo avejentado) de enganche. Mira por donde, la España más cañí está saliendo de las entrañas de Cataluña.

Sea por los mezquinos intereses que sean, ni Rajoy, ni Sánchez, ni Rivera quieren perderse el semillero de votos que implica atizar al nacionalismo catalán. Incluso Rivera se ha lanzado a una atrevida marca electoral “España Ciudadana”, con Marta Sánchez como banderín (algo avejentado) de enganche.

Mientras, el mundo separatista se prepara para un eclipse solar (la lenta desaparición de Puigdemont) que será difícil de digerir y eclosionará tensiones que ya se han puesto en marcha. Los síntomas son varios, dispares, pero no por ello preocupantes. Empecemos por el más pintoresco. La Audiencia Nacional y la Guardia Civil, se acaban de enterar de que el reclamado jefe de los CDR (Antisistema disfrazados de separatistas) se les ha fugado a Suiza. Nuevo ridículo para las dos partes: policía y delincuentes. Este hecho nos muestra un proceso que cada vez se asemeja a las competiciones entre el correcaminos y el coyote. No me pregunten quién es quién.

Más preocupante para la futura estabilidad psíquica de los separatistas, cuando les llegue el momento de contemplar el duelo al sol entre Quim Torra y Eduard Pujol, pesos pesados (en el sentido literal) del nuevo gobierno regional. Quim Torra tiene ciertos méritos que sustituyen su legitimación: nadie le votó como cabeza electoral para presidir la Generalitat. Por eso debe legitimarse por sus exabruptos antiespañoles. Así justifica que pasó de la democracia cristiana moderadita de Durán y Lleida, a la lista de Puigdemont sin pasar por el PDeCAT. Dicen de él que es tímido y cínico, supremacista y católico, inteligente y alelado para la política. Con otras palabras, un coctel demasiado explosivo. En sus esquemas (o delirios mentales) el Parlament de Cataluña no cuenta para nada. Para más inri ni pisará el despacho que cree que aún pertenece a Puigdemont. Le gusta hablar de procesos constituyentes y “espacio libre de Europa”. O sea, elucubra imaginaciones que se estrellarán una tras otra con el muro del Tribunal Constitución. Mientras que la Generalitat seguirá intervenida económicamente.

En sus esquemas (o delirios mentales) el Parlament de Cataluña no cuenta para nada. Para más inri ni pisará el despacho que cree que aún pertenece a Puigdemont. Le gusta hablar de procesos constituyentes y “espacio libre de Europa”. O sea, elucubra imaginaciones que se estrellarán una tras otra con el muro del Tribunal Constitución.

Eduard Pujol es el que le intentará hacer el abrazo del oso. No se preocupe Rajoy, podrá seguir ejerciendo de Don Tancredo. Dicen en su entorno que a Pujol le gusta mandar, y mucho. Es tosco, experiodista resentido (pues su carrera se centró en el deporte y no en comentarista político). Ama el poder y se siente el hombre fuerte de Puigdemont en el Principado. Craso error, pues Puigdemont sólo confía en sí mismo y en, de momento, su más que favorable suerte (¿fruto de los hechizos de la Topor?). Ya nadie duda que en el seno de la lista electoral de Junts per Cataluña, habrá sangre. Torra no cuenta con hombres del PDeCAT, ni mujeres. De ahí que la CUP y ERC se le hayan lanzado a la yugular con motivo de su política patriacal y poco republicana. Artur Mas no soporta a Torra y sus escasas influencias las utilizará para debilitarlo. Y la venganza de Junqueras sobre Puigdemont se sigue cociendo a fuego lento. En Extremera el tiempo no pasa. No hay prisa.

Pero uno de los síntomas, quizá más desapercibido, pero tremendamente significativo de esta descomposición del bloque separatista, sea un rifi-rafe aparentemente inocuo. Se trata de una crisis abierta en el seno ni más ni menos que en TV3, el templo sagrado y el último baluarte de la pureza independentista. Uno de los tertulianos habituales, el filósofo Bernat Dedeu, puigdemoniano empedernido, ha abierto las hostilidades contra el tótem del ente autonómico: Toni Soler. El tertuliano no le perdona a este último un reciente programa –Està passant– Soler se mofara del venerable Carles Puigdemont, diciendo que “antes nos tomaba por post-imbéciles y ahora por pre-gilipollas“. Soler, que no es tonto -al menos no muy tonto- prevé los cambios de la política catalana y sabe que tarde o temprano tendrá que rendir pleitesía a otro monarca con aspiraciones republicanas. Pero “Puchi” ha calado en la conciencia colectiva del separatismo más irracional y valleinclanesco. Su declive será lento, pues aún posee muchos adoradores y adoratrices (especialmente entre esas abuelitas forradas de amarillo que salen de Misa y contaminan todo con plásticos amarillos).

Pero “Puchi” ha calado en la conciencia colectiva del separatismo más irracional y valleinclanesco. Su declive será lento, pues aún posee muchos adoradores y adoratrices (especialmente entre esas abuelitas forradas de amarillo que salen de Misa y contaminan todo con plásticos amarillos).

Bernat Dedeu ha acusado a Toni Soler que lleva años forrándose a costa de TV3: “El bufón de la corte Toni Soler nos ha robado mucho más que Rajoy, Zoido o incluso Cifuentes, y hay que reconocer que lo ha hecho con la traza del ballet inaudible del ladrón de carteras”. Sorprendente. Lo que no se atrevían ni a mentar los periodistas constitucionalistas en Cataluña, viene un separatista y lo suelta en su blog. Dedeu, las ha soltado gordas contra el intocable Soler: “se afana para que se forme gobierno cuanto antes, no porque le preocupe lo más mínimo la gobernabilidad de la tribu, sino porque sin una administración que insufle una partida extraordinaria a la caja de TV3 sus programas podrían caerse de la programación … dejar de cobrar de la teta pública es la peor pesadilla del bufón de la corte … nos roba con una impunidad que ya quisieran haber conseguido los españoles“. Y así están las cosas. Grietas, eclipses y puñaladas serán los protagonistas de estos meses, con permiso de las cuentas de Montoro. Y cuando todo se envuelva de un aire insufriblemente irrespirable, muchos clamarán por nuevas elecciones. El proceso nacionalista necesita catarsis constantes, pero como el mono, cada vez se requieren con más inmediatez e intensidad.