Tchaikovsky: «Himno de los querubines». Cierre lo ojos y viaje al cielo

En carta de Tchaikovsky del año 1877 dirigida a  su amiga Nadezhda von Meck, le escribía:

«Para mí [la iglesia] todavía posee mucho encanto poético. A menudo asisto a los servicios. Considero que la liturgia de San Juan Crisóstomo es una de las mayores producciones de arte. Si seguimos el servicio con mucho cuidado y entramos en el significado de cada ceremonia, es imposible no dejarnos conmover profundamente por la liturgia de nuestra propia Iglesia Ortodoxa … ser sobresaltados del trance por una explosión del coro; dejarse llevar por la poesía de esta música; estar emocionado cuando … las palabras suenan, ‘¡Alabado sea el nombre del Señor!’ ¡Todo esto es infinitamente precioso para mí! ¡Una de mis más profundas alegrías! «

Piotr Ilich Tchaikovsky inspirado en esta antigua liturgia,  compuso “Liturgia de San Juan Crisóstomo, Op 41” para coro solo. Dentro de esta hermosa obra encontramos el «Himno de los querubines». Se designa Divina liturgia de san Juan Crisóstomo a la celebración de la Eucaristía según el Rito Bizantino, aunque encondramos ligeras variantes.

En la liturgia eucarística encontramos una oración que es el Himno de los querubines. Este  himno  aunque fue agregado a la liturgia  durante el mandato del emperador Justin II a finales del siglo VI, es quizás uno de los himnos litúrgicos más antiguos de la tradición cristiana. Canta la unión de la asamblea reunida en la iglesia, con la iglesia triunfante y los coros angelicales en el cielo; en preparación para el martirio y el milagro de la transformación del pan y vino en el cuerpo y la sangre de Jesús.

Esta es la versión de Tchaikovsky. Disfrútela.

San Juan Crisóstomo

2 comentarios en “Tchaikovsky: «Himno de los querubines». Cierre lo ojos y viaje al cielo

  1. La Gran Entrada, en la Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo, es un momento solemne y estremecedor.

    Pan y vino, que se encaminan a la Transubstanciación, van en las manos del Diácono y del Celebrante, respectivamente, en una procesión que acompañan los acólitos, mientras se entona este Himno de los Querubines.

    De letra breve y sencilla y melodía impresionante, el Himno se remonta a tiempos del siglo VI.

    Encontré esta versión fonética (del original griego) y su traducción al castellano. Por cierto que hay una versión rusa (que también cantan los ortodoxos de lengua eslava, con alguna variante) y que se oye en la selección que aquí dejo.

    O’i tá jeroubeím mystikoós e’ikonízontes
    -kaí të zoopoioó Triádi tón Triságion ‘Ýmnon prosádontes-,
    pásan tën biotikën ‘apóthómetha mérimnan…
    ‘Os ton Basiléa ton ‘ólon ‘ypodexómenoi,
    tais ‘aggelikaís ‘aorátoos doryforoúmenon táxesin:
    ‘Allëlouïa!, ‘Allëlöuïa!, ‘Allëlouïa!
    Los que místicamente somos íconos de los querubines
    -y a la vivificante Trinidad, cantamos el himno Tres veces Santo-,
    todo afán material desechemos…
    Para recibir al Soberano del Todo (Rey de todas las cosas),
    por angélicas huestes invisiblemente escoltado:
    ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!

    Aquí he recopilado versiones de distintos autores eslavos y griegos:

    http://locusunde.blogspot.com/2017/09/blog-post.html

    (El cuerpo del texto proviene del enlace)

    Yo recuerdo haber descubierto este himno mientras los primeros rayos del amanecer penetraban en mi cuarto bañado en danzantes formas cuasi fractales (por las sombras de las hojas de árboles bajo la luz y la suave brisa) en latidos pulsantes, como olas de haces de luz, como el canto de los ángeles, era como contemplar la silenciosa respiración de un dragón sobrenatural. Toda una visión.

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