“Non Possumus”, a propósito de Lutero (I): la visión de la beata María Serafina Micheli de Lutero en el infierno.

La visión de la beata María Serafina Micheli de Lutero en el infierno

“Non possumus” es una potentes expresión católica que señala el límite que no se puede traspasar sin poner en absoluto peligro tu conciencia y alma. Esta expresión fue usada por papas y santos sobre todo ante el poder – fuera secular fuera eclesiástico- cuando se veían obligados a ceder en casi todo. Por el bien de la Iglesia se podía ceder en cosas materiales y otras cuestiones, pero al final si se les exigía algo contra lo nuclear de la fe y que pudiera causar tremendo daño por escándalo, afirmaban: “Non possumus”. No podemos pasar por esto, es preferible morir, vendría a decir la sentencia.

Pues bien, “non possumus” celebrar ni la Reforma ni la figura de Lutero. Y punto. La figura del Martín Lutero ha sido –con los siglos- edulcorada, limada, estilizada, incluso ha pasado por un sinfín de liftings teológicos (para ocultar sus burradas). Ahora nos lo quieren hacer pasar por un gran “buscador” de la verdad evangélica, como un alma inquieta y pura. Casi un santo que por “cuestiones técnicas” la Iglesia católica no puede canonizar.

La figura del reformador ha sido –con los siglos- edulcorada, limada, estilizada incluso ha pasado por un sinfín de liftings teológicos (para ocultar sus burradas.

inferno-beato-angelico

Inferno, pintura del Beato Angélico

Pero Lutero fue Lutero. O mejor dicho, fue muchos Luteros a cual peor. Ciertamente no fue el único protestante reformador y teológicamente Calvino fue infinitamente más destructor y disolvente. Pero ello no puede legitimar a un personaje con el que ahora se nos quiere hacer pasar un “trágala”.

Es imposible resumir todas las contradicciones y barbaridades del personaje en un sencillo post. Pero no podemos callar unas cuantas cosas. Por tanto, intentaremos ir aportando algunas cuestiones que todo católico debería saber sobre la figura del Reformador. Este primer artículo sorprenderá por que a alguno le parecerá un argumento «beatorro». Pero ahí lo dejamos y que cada uno juzgue. Se trata de la visión que tuvo una santa mujer sobre el destino final de Lutero, con motivo -precisamente- del 4º Centenario de su nacimiento.

En 1883, la actual Beata, Sor María Serafina Micheli (1849-1911), fundadora del Instituto de las Hermanas de los Ángeles, pasaba por la localidad de Eisleben, en Sajonia-Alemania, lugar de nacimiento de Lutero. Justo esa jornada se celebraba el cuarto centenario del nacimiento del hereje en cuestión (10 de noviembre 1483).

Sor María Serafina iba a lo suyo y no atendió al gran festejo en la población. Lo único que deseaba era encontrar una Iglesia donde orar y visitar el Santísimo Sacramento. Las iglesias de la población estaban cerradas pues ya era de noche. En la oscuridad encontró una Iglesia cerrada, pero su deseo de oración era tan grande que se arrodilló ante la puerta, sin caer en la cuenta que era una iglesia luterana. Y sin darse cuenta se puso a rezar.

Su Ángel de la Guarda le dijo: “Quiero hacerte ver el lugar dónde Martín Lutero fue condenado a sufrir la vergüenza y el castigo de su orgullo“.

La beata tenia un trato especial con su Ángel de la Guarda y éste se le apareció en ese momento. Y sin más le dijo: “Levántate porque se trata de una Iglesia protestante”. Y añadió … “Quiero hacerte ver el lugar dónde Martín Lutero fue condenado a sufrir la vergüenza y el castigo de su orgullo“.

Tras estas palabras, la religiosa vio un horrible abismo de fuego, donde son cruelmente atormentadas innumerables almas. En el fondo del abismo vio la figura de Martin Lutero. Se distinguía de los demás porque estaba rodeado por demonios que le obligaron a arrodillarse. Los demonios portaban grandes martillos, y a pesar de las resistencias vanas de Lutero, iban a clavarle un enorme clavo en la cabeza.

Sor Serafina entendió claramente que la celebración del nacimiento de Lutero era una aberración y que no se le podían tributar honras, conmemoraciones y adulaciones. Desde entonces, la beata, cada vez que tenía ocasión, exhortaba a sus hijas espirituales vivir en humildad y caridad. Estaba convencida de que Martín Lutero había sido condenado al infierno, sobre todo por el pecado mortal del orgullo. El orgullo hizo que Lutero cayera en pecado mortal y dio lugar a la rebelión abierta contra la Iglesia Católica. Con él arrastró a infinidad de almas.

J.B.

Más referencias sobre esta visión: 

LUTERO EN EL INFIERNO: LA VISIÓN DE LA BEATA SERAFINA MICHELI

 

7 comentarios en ““Non Possumus”, a propósito de Lutero (I): la visión de la beata María Serafina Micheli de Lutero en el infierno.

  1. El problema con Lutero es que rompe el sistema de que la religión sea una organización autónoma que inspira la sociedad para ser una manera de que los ricos y los políticos controlen al pueblo con la religión.

    Porque, dependiendo que confesión protestante y en qué país, o bien es el gobierno (el noble o el rey) el que controla quien dice y lo que dice (el pastor y su teología: nombrando y pagando a los clérigos, y manteniendo los seminarios y facultades de teología); o son los ricos, a través del control de las instituciones de beneficiencia parroquiales y del mismo consejo parroquial (que pueden cambiar al pastor desobediente); o bien las dos cosas al mismo tiempo.

    (en Inglaterra, para asegurar a los oligarcas mano de obra barata, bajo la Reina Virgen se obligaba a trabajar bajo pena de azotes la primera vez; y con la horca para los reincidentes. Los ilustrados anticatólicos franceses (Voltaire y amigos) querían suprimir las fiestas religiosas, para que el trabajador trabajase más por menos dinero; y que se prohibiese la emigración a Canadá para no encarecer la mano de obra con la escasez de peones)

    Hay gente que insiste que el «progreso» requiere la concentración del poder en el Estado (es decir, en las manos de los que controlan el Estado, que en los países protestantes son oligarquías mercantiles); y que el progreso económico exige quitar las barreras que protegen al pueblo de los poderosos (como los terrenos comunales -nuestros propios y baldíos-, que ahora se privatizan a favor de los ricos y en perjuicio de los pobres; o quitar los gremios, que defendían a sus trabajadores y a sus familias)

    Es muy posible; pero visto a donde va el mundo con este capitalismo desenfrenado en el que hay que consumir por consumir los recursos naturales del planeta hasta nuestra extinción, yo pienso que el derecho de los ricos a ser más ricos todavía tiene que tener un límite moral.
    INDEPENDIENTE de ellos, aunque les duela; y centrados en el hombre como hombre. Ésto hasta ahora, en la historia de la civilización, solo lo han hecho los que consideran que el hombre es hijo de Dios, y templo del Espíritu.

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  3. Estamos como con lo de la Armada «Invencible», adoptando el lenguaje del contrario. Mal vamos. Lutero no reforma nada, aquello no fue una «Reforma», ni una protesta. Ellos la llamaron Reforma y se denominaron protestantes, para blanquear la realidad, de lo que en realidad fue una revolución sangrienta, cuyos efectos perduran. No hay más que leer su infame diatriba contra los judíos y las barbaridades que allí dice, o el odio mortal que destila contra los campesinos que luchan contra la opresión de los señores feudales que apoyan a Lutero , para apreciar que era un exaltado sin escrúpulo alguno. Sin exageración puede decirse que una gran parte de los males sociales actuales, por ej., absolutismo, disolución de la familia, nacionalismo, la utilidad de la mentira, o el culto al Estado (el hijo primogénito de la revolución luterana).
    Vivamente recomiendo el librito conceptual de Ángela Pellicciari (Lutero) para quien quiera tener una idea de tan abominable personaje. El blanqueado que el pensamiento gnóstico, jacobino y liberal-masónico han efectuado sobre el «odio santo» de Lutero contra la Iglesia Católica, ha conseguido que la ciencia histórica se haya transformado en una conspiración contra la verdad.

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  4. Adhiero a pensar que Lutero, tristemente, terminó en la peor desgracia post-mortem. No sólo causó todo lo que ya sabemos, una división enorme en la Iglesia y tremendas guerras, sino que además como bien dijo Joaquín, era un harto antisemita que parió el germen del (entonces) futuro odio a lo extranjero. De nuevo, a lo que detalló Joaquín y referido a los campesinos rebeldes, añado que Lutero, precisamente, si no tomo él la tarea de matarlos, como mínimo sí que avaló que los maten. Esa matanza, sea directa o indirecta de sus manos, que da igual, no sólo fue por ciertamente resistirse aquellos a la opresión feudal, sino por el extra de también resistirse a aceptar unirse a la secta de ese infame rebelde, egocéntrico y soberbio que mutiló la Biblia quitándole siete libros del A. Testamento, ¿y por qué? Pues por contradecir su insana «doctrina», que ese anarquista miserable, maliciosamente pillo, evidentemente no quería que lo estorbaran en su empeño por verse en apuros a la hora de imponer su artificial parodia de «verdad».
    La mismísima fe que lo vio nacer tiene tres pilares fundamentales: Tradición + Escritura + Magisterio. Este monje sinvergüenza, soberbio como fue claro está, desechó esas tres cosas centrales que venían directas de Cristo y que cargaban nutridísimos +1500 años de historia, una historia con montón de catacumbas en donde fieles pasaron y donde mártires dieron sus vidas por fidelidad al Señor, y donde padres de la Iglesia (también mártires algunos) dieron vivo testimonio de esa Verdad. Todo eso, y muchísimo más que aquí no detallaré (como ser cosas de la Iglesia primitiva), pero de lo que sobra documentación, ignoró Lutero, y no cosa de que «ignoró» por tonto, por ingenuo, sino por bien sabido de lo que hacía pero a su vez cegado de ambición personal, de inflarse, llenar su ego, enaltecerse él, un simple hombre que tiene cero mérito de sí mismo igual que cualquier otro ser humano. Esa fue su ruina.

    Muchas veces dije frases como «sólo Dios sabe lo que fue de él», «ojalá Dios (tras arrepentirse él, claro) lo haya perdonado» y derivadas, pero esto, de una beata, me confirma lo peor. Si juegas con fuego, te puedes quemar aunque sea sólo un rato, un instante… pero si juegas con el fuego abrasador y arrasador de Dios, ahí puedes quemarte para siempre, amigo, y ese fuego ya no pasa.

    1 Corintios 1:18: Que la palabra de la cruz «sea locura a los que se pierden» (los escépticos, incrédulos, etc), pero su opinión no importa frente a la realidad eterna.

    Paz y bien a todos.

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  5. Adhiero a pensar que Lutero, tristemente, terminó en la peor desgracia post-mortem. No sólo causó todo lo que ya sabemos, una división enorme en la Iglesia y tremendas guerras, sino que además como bien dijo Joaquín, era un harto antisemita que parió el germen del (entonces) futuro odio a lo extranjero. De nuevo, a lo que detalló Joaquín y referido a los campesinos rebeldes, añado que Lutero, precisamente, si no tomo él la tarea de matarlos, como mínimo sí que avaló que los maten. Esa matanza, sea directa o indirecta de sus manos, que da igual, no sólo fue por ciertamente resistirse aquellos a la opresión feudal, sino por el extra de también resistirse a aceptar unirse a la secta de ese infame rebelde, egocéntrico y soberbio que mutiló la Biblia quitándole siete libros del A. Testamento, ¿y por qué? Pues por contradecir su insana «doctrina», que ese anarquista miserable, maliciosamente pillo, evidentemente no quería que lo estorbaran en su empeño por verse en apuros a la hora de imponer su artificial parodia de «verdad».
    La mismísima fe que lo vio nacer tiene tres pilares fundamentales: Tradición + Escritura + Magisterio. Este monje sinvergüenza, soberbio como fue claro está, desechó esas tres cosas centrales que venían directas de Cristo y que cargaban nutridísimos +1500 años de historia, una historia con montón de catacumbas en donde fieles pasaron y donde mártires dieron sus vidas por fidelidad al Señor, y donde padres de la Iglesia (también mártires algunos) dieron vivo testimonio de esa Verdad. Todo eso, y muchísimo más que aquí no detallaré (como ser cosas de la Iglesia primitiva), pero de lo que sobra documentación, ignoró Lutero, y no cosa de que «ignoró» por tonto, por ingenuo, sino por bien sabido de lo que hacía pero a su vez cegado de ambición personal, de inflarse, llenar su ego, enaltecerse él, un simple hombre que tiene cero mérito de sí mismo igual que cualquier otro ser humano. Esa fue su ruina.

    Muchas veces dije frases como «sólo Dios sabe lo que fue de él», «ojalá Dios (tras arrepentirse él, claro) lo haya perdonado» y derivadas, pero esto, de una beata, me confirma lo peor. Si juegas con fuego, te puedes quemar aunque sea sólo un rato, un instante… pero si juegas con el fuego abrasador y arrasador de Dios, ahí puedes quemarte para siempre, amigo, y ese fuego ya no pasa.

    1 Corintios 1:18: Que la palabra de la cruz «sea locura a los que se pierden» (los escépticos, incrédulos, etc), pero su opinión no importa frente a la realidad eterna.

    Paz y bien a todos.

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  6. Olvidé añadir lo que iba hilando en el apartado teológico de su condena: Lutero hizo todo lo dicho de ignorar con descaro y alevosía los pilares fundamentales de la Iglesia Católica (el griego «Katholikós» = para todos), sin embargo, en mi humilde deducción basado en la Omnisciencia de Dios, su condena definitiva habrá sido compuesta y agrandada (añadida) en pena por saber el Señor todas las almas que en efecto arrastraría a la tristísima ruina a causa de su rebeldía al mismísimo Cristo, que es Dios en carne.
    O sea, el conocimiento perfecto del Altísimo sobre el futuro, viendo a todos los que caerían bajo el adefesio del ex agustino, le sumó fuerza de castigo al mismo por la magnitud de cuántos infectaría su veneno contra la Iglesia del Dios viviente, «columna y baluarte de la Verdad» según 1 Timoteo 3:15.

    Las cosas como son.

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  7. Este comentario, previo al de arriba, no fue enviado, así que lo repito:

    Adhiero a pensar que Lutero, tristemente, terminó en la peor desgracia post-mortem. No sólo causó todo lo que ya sabemos, una división enorme en la Iglesia y tremendas guerras, sino que además como bien dijo Joaquín, era un harto antisemita que parió el germen del (entonces) futuro odio a lo extranjero. De nuevo, a lo que detalló Joaquín y referido a los campesinos rebeldes, añado que Lutero, precisamente, si no tomo él la tarea de matarlos, como mínimo sí que avaló que los maten. Esa matanza, sea directa o indirecta de sus manos, que da igual, no sólo fue por ciertamente resistirse aquellos a la opresión feudal, sino por el extra de también resistirse a aceptar unirse a la secta de ese infame rebelde, egocéntrico y soberbio que mutiló la Biblia quitándole siete libros del A. Testamento, ¿y por qué? Pues por contradecir su insana «doctrina», que ese anarquista miserable, maliciosamente pillo, evidentemente no quería que lo estorbaran en su empeño por verse en apuros a la hora de imponer su artificial parodia de «verdad».
    La mismísima fe que lo vio nacer tiene tres pilares fundamentales: Tradición + Escritura + Magisterio. Este monje sinvergüenza, soberbio como fue claro está, desechó esas tres cosas centrales que venían directas de Cristo y que cargaban nutridísimos +1500 años de historia, una historia con montón de catacumbas en donde fieles pasaron y donde mártires dieron sus vidas por fidelidad al Señor, y donde padres de la Iglesia (también mártires algunos) dieron vivo testimonio de esa Verdad. Todo eso, y muchísimo más que aquí no detallaré (como ser cosas de la Iglesia primitiva), pero de lo que sobra documentación, ignoró Lutero, y no cosa de que «ignoró» por tonto, por ingenuo, sino por bien sabido de lo que hacía pero a su vez cegado de ambición personal, de inflarse, llenar su ego, enaltecerse él, un simple hombre que tiene cero mérito de sí mismo igual que cualquier otro ser humano. Esa fue su ruina.
    Muchas veces dije frases como «sólo Dios sabe lo que fue de él», «ojalá Dios (tras arrepentirse él, claro) lo haya perdonado» y derivadas, pero esto, de una beata, me confirma lo peor. Si juegas con fuego, te puedes quemar aunque sea sólo un rato, un instante… pero si juegas con el fuego abrasador y arrasador de Dios, ahí puedes quemarte para siempre, amigo, y ese fuego ya no pasa.
    1 Corintios 1:18: Que la palabra de la cruz «sea locura a los que se pierden» (los escépticos, incrédulos, etc), pero su opinión no importa frente a la realidad eterna.

    Paz y bien a todos.

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