Breve historia ideológica de ETA (6): Una nueva escisión

 

Parte 1:

Breve historia ideológica de ETA (1): orígenes y vinculaciones con el PNV.

Parte 2:

Breve historia ideológica de ETA (2): Federico Krutwig y la estructura ideológica de ETA

Parte 3:

Breve historia ideológica de ETA (3): La adaptación al tercermundismo y del antiimperialismo

Parte 4:

Breve historia ideológica de ETA (4): avanzando hacia el marxismo

Parte 5:

Breve historia ideológica de ETA (5): ETA Berri, la ETA marxista-leninista

 

Breve historia ideológica de ETA (6): Una nueva escisión

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Atentado contra Carrero Blanco

A finales de los sesenta, la banda vuelve a quedarse inactiva debido a las detenciones. Ello permite que en 1969 accedan a la dirección un grupo de militantes vizcaínos aliados a la lucha obrera. La nueva dirección equipara la lucha nacional a la lucha socialista y afirma la necesidad de construir una organización leninista en la cual el proletariado industrial debe ocupar la vanguardia de la lucha. Ello no descarta continuar con la lucha armada y guerrillera, aunque los propios dirigentes no acaban de convencerse de ella. Mientras tanto otro grupo de militantes, exiliados en el extranjero, se van organizando y formándose en el marxismo, dando lugar a lo que se denominarán las “Células rojas” y que publican la revista Saioak. Este grupo está formado principalmente por la vieja dirección salida de la V Asamblea y por otro conjunto de militantes partidarios de la continuidad armada. Estos serán el embrión de la futura ETA militar (los famosos “milis”).

El grupo de Saioak critica a la dirección de ETA de elaborar estrategias pequeñoburguesas, esto es, de ser demasiado poco marxista. En el número 3 de la publicación se les acusa de ser “una minoría ideológica y prácticamente pequeño burguesa”. Los futuros “milis” por su parte, les acusan de “españolismo” por haberse solidarizado con la represión a unos obreros andaluces que se habían encerrado en la Catedral de Granada. La dirección de ETA tiene que defenderse y en el número 53 de Zutik! se reconoce que: “En ETA acaba de producirse una ruptura ideológica; se ha roto con la ideología y la política nacionalista (…). El hecho de proclamarse marxista-leninista lleva consigo un objetivo: luchar por la revolución proletaria”. Es un momento en el que la “legitimidad” del mando depende de monopolizar convenientemente el sello marxista.

Mientras tanto otro grupo de militantes, exiliados en el extranjero, se van organizando y formándose en el marxismo, dando lugar a lo que se denominarán las “Células rojas”

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Julen Madariaga, expulsado de ETA

Para agosto de 1970 la dirección de ETA se ve obligada a convocar la VI Asamblea. La primera parte de esta asamblea dura bien poco. Son expulsados Madariaga y los miembros de su corriente ideológica. También dimitirá el grupo de Saioak. Por su parte los partidarios de las tesis tercermundistas, encabezados por Krutwig, vuelven a reaparecer con un manifiesto que deslegitiman las decisiones de la VI Asamblea y acusan a la dirección de “liquidacionista” y de “españolista”. En septiembre la dirección responde con un contramanifiesto donde acusa a los críticos de “racistas” y “burgueses”. De hecho, una parte del grupo de Saioak evolucionará hacia posturas antinacionalistas, llegando a afirmar que todo nacionalismo en general y el vasco en particular es ajeno a los intereses de la clase trabajadora.

La confusión ideológica en ETA es tremenda pero el proceso de Burgos y el posterior asesinato de Carrero Blanco, en 1973, permitirán una resurrección de la banda con una afluencia notable de nuevos militantes. Los milis, la ETA militar que se siente heredera de la V Asamblea, emprenderán una serie de acciones espectaculares que acapararán la atención del público y todo el mundo los tomarán como la única ETA. En cambio, los que reconocen la validez de la VI Asamblea, acabarán saliendo de la organización pasando a llamarse ETA VI. Este grupo evolucionará hacia posturas trotskistas y acabará, a su vez, dividiéndose. Los “mayos” (los mayoritarios) acabarán integrándose en la Liga Revolucionaria Comunista (LCR) y los “minos” (los minoritarios) acabaron en organizaciones de ultraizquierda minoritaria como la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT) o en el Partido Comunista.

Los “mayos” (los mayoritarios) acabarán integrándose en la Liga Revolucionaria Comunista (LCR) y los “minos” (los minoritarios) acabaron en organizaciones de ultraizquierda minoritaria como la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT) o en el Partido Comunista.

La ETA que permanece sublimará la lucha armada hasta niveles desconocidos hasta el momento. Se verá además reforzada en 1972 cuando una importante sección de las juventudes del PNV, Egin-Batasuna, se pasa en pleno a la banda. En esta época, las grandes discusiones ideológicas mueren en el seno de la organización. El frente militar cada vez adquiere más prestigio en la medida que ETA realiza acciones más espectaculares. Poco a poco serán las pistolas las que manden sobre los ideólogos. Con otras palabras, el frente militar desdibujará al frente obrero y al cultural. Muchos de los miembros encargados de estos dos frentes se acabarán separando de la organización fundando el Partido de los Trabajadores Patriotas Revolucionarios.

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Hautsi, órgano oficial de ETA político-militar

En el seno de la banda, por su parte, los que quedan se ven sumidos en una profunda discusión. Un grupo minoritario, los futuros milis, en noviembre de 1974 lanzan un manifiesto ante la inminente llegada de la democracia: “Decidimos no entrar en la legalidad democrática y mantener nuestra estructura en la clandestinidad”. El grupo se posiciona en una independencia del aparato militar de posibles condicionantes de las estructuras políticas del Movimiento de Liberación Nacional. Este manifiesto llevará a la última gran escisión de ETA. Las diferencias entre ambas son fundamentalmente estratégicas y difusamente ideológicas. Por un lado, la ETA político-militar, el sector mayoritario, defiende estar en constante relación con las fuerzas obreras y políticas.

los futuros milis, en noviembre de 1974 lanzan un manifiesto ante la inminente llegada de la democracia: “Decidimos no entrar en la legalidad democrática y mantener nuestra estructura en la clandestinidad”.

La ETA militar, por otro lado, se automargina y pretende mantener una estricta clandestinidad y convertirse en el rector del movimiento revolucionario. Siendo pocos, los milis, sin embargo, se someten a una intensa preparación militar que les permite éxitos indiscutibles y una inmunidad mucho más eficaz frente a la policía. Las fuerzas de seguridad del Estado se ceban en la ETA político-militar que en septiembre de 1976 se ve obligada a convocar la VII Asamblea. Esta Asamblea traerá, como ya se había hecho costumbre, una nueva ruptura. Se propone formar un partido político y una organización militar. Los comandos de la ETA político-militar, no aceptan la nueva organización de la banda y se pasan a los milis.

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ETA VII Asamblea

Los que se quedan, siguiendo las nuevas directrices, organizarán un partido el Euskal Iraulzarako Alberdia (EIA). Con los años, y tras una serie de vicisitudes largas de explicar, se transformarán en Euskadiko Ezkerra. Los polis-milis se acogerán a las sucesivas amnistías democráticas y se integrarán en el sistema político. Con los años acabarán aliados electoralmente con el Partido Socialista de Euskadi (PSE). ETA político-militar se disolverá en 1982. Un pequeño sector se mantendrá en la lucha terrorista un par de años más, son la ETA VIII Asamblea, que a su vez se dividirá en dos grupo. Uno se disuelve rápidamente y el otro se acaba integrando en ETA militar, que es la actual ETA. Esta nueva organización, embebida de la ideología revolucionaria y posicionada indiscutiblemente con el terrorismo como único instrumento político, será la que pasará de 12 asesinatos en 1977, a 87 muertos en 1978, o 100 crímenes en 1980.

 

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