La disolución del pensamiento político católico en España (5): Tardofranquismo y transición. Entre «Cristianos por el socialismo» y los «Demócrata cristianos»

 

Parte 1 – La disolución del pensamiento político católico en España: Una previa, de la monarquía católica a la nación de católicos

Parte 2- De la aspiración a un Partido católico al catolicismo social, como estrategia antiintegrista y anticarlista

Parte 3 – La disolución del pensamiento político católico en España : La cultura política católica durante el franquismo y el inicio de la debacle

Parte 4 –  El impacto de la “Pacem in Terris” en la España franquista

 

Parte 5 – Tardofranquismo y transición: entre Cristianos por el socialismo y los Demócrata cristianos

 

33En 1966 se estrenaban las Conferencias Episcopales, por obra y gracia de Pablo VI. En España, coincidiendo con el tardofranquismo, la Conferencia Episcopal Española tendría un papel fundamental en labrar las conciencias de los católicos para señalar los pasos a seguir durante la Transición democrática. La llegada de un nuevo Nuncio, Dadaglio, y la preponderancia que fueron adquiriendo los Cardenales Tarancón, Tabera o Bueno Monreal, explican el cambio doctrinal y pastoral respecto a la doctrina de la separación Iglesia-Estado.

Ese cambio de postura se visualiza con en el documento La Iglesia y la Comunidad Política de 1973. Este texto es clave tanto en el contenido como en el momento. En 1974 tocaba revisar el Concordato y la Iglesia se negó. Sólo tras la muerte de Franco, ya en 1976, se firmaría a modo de rendición o aceptación de los principios católicos liberales. Por desgracia, la mayoría de documentos diplomáticos sobre las conversaciones Iglesia-Estado de esos dos trascendentales años siguen cerrados al investigador. Pero cabe suponer que se estaba pactando el aperturismo de la Iglesia, al igual que las prebendas (o migajas) que se conseguirían a cambio.

En España, coincidiendo con el tardofranquismo, la Conferencia Episcopal Española tendría un papel fundamental en labrar las conciencias de los católicos para señalar los pasos a seguir durante la Transición democrática.

PCE-Constitucion-cuestionar-pilares-capitalismo_EDIIMA20170409_0046_4Mientras que la Iglesia jerárquica mantenía sus relaciones con el Estado, los restos de las Vanguardias Obreras y otras organizaciones iban desarrollando sus movilizaciones: Asamblea General de Militantes en Madrid (1974), la II Asamblea General en Valladolid (1975), la III Asamblea General en Valencia (1977), la IV Asamblea General en Granada (1979) y la V Asamblea General en Barcelona (1981). Esta obra de los jesuitas acabaría integrándose en las Comunidades Cristianas Populares[1]. El extraño maridaje entre cristianismo y comunismo pareció funcionar a las mil maravillas hasta que se culminó la Transición. Después, todos esos grupos de mistificación ideológica contra natura, acabarían desapareciendo o reducidos a su mínima expresión.

A modo de ejemplo de la intensa relación entre el marxismo y sectores eclesiásticos, podemos reseñar los siguientes acontecimientos: en 1973, en un Comité Central del PCE, López Raimundo (Secretario General del PSUC) afirmó que los aliados más consecuentes del partido eran los cristianos; Sánchez Montero valoraba muy positivamente la creación de Cristianos por el Socialismo[2]; en 1974 los cristianos eran dirigidos desde las organizaciones como la HOAC, JOC y ACE a integrarse en el Partido Comunista[3]. La afluencia es tal que, en 1975, desde el Comité Ejecutivo del PCE, se emite la declaración programática Militancia de cristianos en el Partido. En resumen, el escrito es un guiño al cristianismo progresista donde se llega a afirmar el carácter no ateo del partido y el reconocimiento del potencial revolucionario de la fe. En 1976 se producen las conversaciones de Santiago Carrillo y Alfonso (Carlos) Comín con un grupo de obispos[4]. Un relato imprescindible de estos alocados años y acontecimientos es el aportado por el propio Alfonso (Carlos) Comín en su obra Cristianos en el partido, comunistas en la Iglesia[5].

en 1974 los cristianos eran dirigidos desde las organizaciones como la HOAC, JOC y ACE a integrarse en el Partido Comunista

cristianos-en-el-partido-comunistas-en-la-iglesiaPara un observador ajeno, se le haría incomprensible que tras un Régimen confesionalmente católico que había durado cuarenta años, no surgiera un Partido católico en la transición con fuerza y entidad suficiente como para -como mínimo- contrapesar la oposición de izquierdas y laicista. Sin embargo, la potente filtración de la ideología marxista en las principales estructuras apostólicas de la Iglesia Católica y la incapacidad de ésta, por asentar su identidad y aplicar su doctrina tradicional respecto al poder político, llevó a que no surgiera ese tipo de partidos.

Como luego veremos, los pequeños núcleos de demócrata cristianos tampoco quisieron apostar por la configuración de un partido católico. Como señala Rafael Díaz-Salazar, llegada la transición: “No existe un partido religioso, ni siquiera un partido demócrata cristiano, que aglutine a los católicos y los articule políticamente frente a las fuerzas laicistas. Tampoco, hay un voto católico uniforme, pues éste es bastante plural. Llama la atención en este sentido la gran base electoral católica del PSOE; según los estudios electorales existentes, el PSOE depende totalmente del voto católico, y el porcentaje de este voto es mucho mayor que el perteneciente al grupo de los indiferentes, agnósticos y ateos”[6].

los pequeños núcleos de demócrata cristianos tampoco quisieron apostar por la configuración de un partido católico.

9788493635954Durante las primeras décadas de la transición democrática -y aún hoy- el catolicismo sigue siendo una variable determinante para explicar el comportamiento electoral. Ello ocurre especialmente en los países del sur de Europa. Se ha llega a afirmar que la variable religiosa es incluso más decisiva que la variable clase social[7]. Pero la variable religiosa debe entenderse bajo el concepto de “religión difusa”[8], esto es, en una religiosidad que se ha de tomar como actitudinal y configuradora de un cierto universo simbólico de ideales de justicia y solidaridad, pero no de fidelidad magisterial y jerárquica. Por ello la variable religión puede dispersarse e influir en partidos incluso anticlericales ya que no es una variable concreta e identificable con un partido que defiende los principios católicos. Indudablemente, la labor de los grupos de la Acción Católica, sirvió para “difuminar” el voto católico entre todo tipo de partidos incluyendo los de izquierdas.

Por otro lado, desde el diseño de la transición, se buscó que hubiera un partido que recogiera el voto católico menos difuso, pero había de seer un partido aconfesional y “centrista”. Evidentemente se trataba de la UCD. No podría explicarse la existencia de la UCD sin la aparición del grupo Tácito y su intento de influir en la política, pero sin querer ser la voz del catolicismo. El origen del grupo Tácito se remonta a los primeros meses de 1973. Un conjunto de amigos y conocidos, la mayoría propagandistas, se reunían en las bibliotecas del CEU y del colegio mayor San Pablo para debatir sobre los acontecimientos políticos. Eran entre quince y veinte personas de cierta relevancia en los ambientes madrileños. Aunque sus posiciones religiosas eran próximas, no así respecto al régimen y su futuro tras la inminente muerte de Franco. Algunos habían participado en puestos en la Administración, en las Cortes o en el Consejo Nacional de Movimiento. Otros, comprometidos con grupos de la Democracia cristiana, incluso habían sufrido detenciones. El iniciador de estas reuniones era Abelardo Algora, quien desde 1965 presidía la Asociación Católica Nacional de Propagandistas.

la variable religión puede dispersarse e influir en partidos incluso anticlericales ya que no es una variable concreta e identificable con un partido que defiende los principios católicos

1379529600_430662_1379530012_album_normal.jpgLa iniciativa primera de estas reuniones de contenido político correspondió a un propósito común, más allá de las actitudes tácticas de cada uno: la incorporación de España al conjunto de democracias propias de Europa occidental, una vez se cumplieran las previsiones sucesorias establecidas en la legalidad vigente. En líneas generales, el grupo Tácito quiso representar la modernización del catolicismo, pero alejado de las tentaciones del diálogo cristiano-marxista que les parecía excesivo, e igualmente de las tentaciones propias del catolicismo intransigente. Su gran sueño era incorporar España a Europa cual democracia moderna donde la derecha tuviera un lugar relevante pero no identificada ni con el franquismo ni con la Iglesia, pero sí con los votos católicos. Para ello el grupo Tácito, quiso articular una formación política en torno a la Federación de Estudios Independientes (FEDISA).

vote centro.jpgEn esta federación encontramos insignes nombres como: José Luis Álvarez, Marcelino Oreja, Gabriel Cañadas, Landelino Lavilla, Leopoldo Calvo-Sotelo o Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona. También participaron otras personalidades como Manuel Fraga, José M. de Areilza, Francisco Fernández Ordoñez o Pío Cabanillas. Desde esta plataforma, en enero de 1976, se perfiló una nueva estrategia, decidiéndose que Tácito “no debía desaparecer hasta que se hubiese creado algo nuevo, y esto debería ser un partido político”. Así nacía el Partido Popular (no confundir con el actual Partido Popular). Otro sector del grupo Tácito creyó que con la aparición y triunfo electoral de la UCD (en la que se había integrado el minúsculo Partido Popular), el grupo ya no tenía razón de ser y debía disolverse. El caso es que la táctica que a priori parecía condenada al fracaso, logró con el primer gobierno Suárez un notable éxito ya que consiguió colocar seis tácitos en el gobierno: Alfonso Osorio, Landelino Lavilla, Marcelino Oreja, Leopoldo Calvo-Sotelo, Eduardo Carriles y Andrés Reguera.

Su gran sueño era incorporar España a Europa cual democracia moderna donde la derecha tuviera un lugar relevante pero no identificada ni con el franquismo ni con la Iglesia

portadalavanguardia5julgobierno-001Aunque no explicitada en los manuales sobre la Transición democrática, la presencia de los tácitos en el primer gobierno de Suárez y la influencia de la Jefatura del Estado, prepararían los caminos de la secularización de la España católica en un tiempo récord. Ya advertimos más arriba que en 1974 tocaba renovar el Concordato. Hecho que no se consumó hasta 1976. Es precisamente en 1974, todavía vivo Franco, cuando encontramos una declaración de principios de los que se erigirían en representantes de la Democracia cristiana (exceptuando a los vascos y catalanes). En el diario Ya (aún un poderoso órgano periodístico de los propagandistas) aparecía el 12 de marzo de 1974 un artículo titulado Dos semanas de preocupación y firmado por TÁCITO.

En él se leía que la única solución posible para la Iglesia ante el cambio que se avecinaba era: «una separación plena y amistosa de la Iglesia y el Estado con todas sus consecuencias». Y se argumentaba que debía ser compatible con la libertad religiosa y la protección jurídica de su ejercicio y del culto público, algo que difícilmente podía producirse en un contexto autoritario (en referencia ya nada sutil al languidecerte franquismo). Aprovechando la revolución de los claveles en 1974 en Portugal, los demócratas cristianos y otros reformistas se envalentonaron. Fraga Iribarne -aún vivo Franco- escribía: «en el mundo actual, la legitimidad normal tiene una base democrática y negociadora; no hay otra» (Portugal: un nuevo rumbo, en Ya, 17 de mayo de 1974).

la Democracia cristiana que “por fin”, había encontrado en la democracia laica de la transición el lugar apropiado para desarrollar el catolicismo social sin mezclar religión y política. Con otras palabras: se habían suicidado.

Pero el sueño de una Democracia cristiana bajo forma de partido o corriente determinante en un partido se hundió rápidamente. Se cumplía la profecía que había escrito Gramsci en 1919 en Ordo Novo, un día después de la fundación del Partido Comunista Italiano (PCI): “El catolicismo, al resplandecer en la historia, entra así en competición no tanto con el liberalismo, no tanto con el estado laico, sino que entra en competición con el socialismo y será derrotado … el catolicismo democrático hace lo que el socialismo no podría: amalgama, ordena, vivifica y se suicida”. Aplicando estas sentencias al caso español, podemos decir que el Estado católico consagrado en el Concordato de 1953, fue dinamitado desde las estructuras eclesiales que habían entrado en el juego de la modernización y el “diálogo” con el socialismo; y, por otro lado, por la Democracia cristiana que “por fin”, había encontrado en la democracia laica de la transición el lugar apropiado y “esencialista” (terminaba así la travesía del “accidentalismo”) para desarrollar el catolicismo social sin mezclar religión y política. Con otras palabras: se habían suicidado. No es de extrañar que la primera demanda de Juan Carlos de Borbón al gobierno de Suárez fuera una ley de libertad religiosa y -paralelamente- renegara de su privilegio de ternas.

Javier Barraycoa

 

NOTAS

[1] Cf. J. DOMÍNGUEZ, “Las Vanguardias Obreras en la lucha por la democracia”, XX Siglos, 16, 1993, pp. 63-72.

[2] Para una breve síntesis de este movimiento, visto por una de los protagonistas, cf., María Carmen GARCÍA-NIETO, “La historia vivida y protagonizada por CPS, 1973-1993”, Pastoral Misionera, 193-194, marzo-junio de 1994, 111-121.

[3] Hay mucha literatura respecto a esos años. Quizá las más interesantes son las relatadas desde la perspectiva cristiano progresista. A modo de ejemplo, cf. Instituto Fe y Secularidad, Los marxistas españoles y la religión. Madrid, Edicusa, 1977.

[4] Cf. María Carmen GARCÍA-NIETO, “Participación en partidos y sindicatos”, XX Siglos, 16, 1993, 98-108.

[5] Cf. Alfonso COMÍN, Cristianos en el partido, comunistas en la Iglesia. Barcelona, Laia, 1977.

[6] Rafael DÍAZ-SALAZAR MARTÍN, Op. cit., p. 75.

[7] María Luz MORÁN, «Los estudios de cultura política en España», en Reis, 85/99, 97-129.

[8] Para el concepto de religión difusa, cf., R. ClPRIANI, R., «Religioni e politica. II caso italiano: la religione diffusa», en Studi di Sociología, núm. 3, 1983, 245-271.

6 comentarios en “La disolución del pensamiento político católico en España (5): Tardofranquismo y transición. Entre «Cristianos por el socialismo» y los «Demócrata cristianos»

  1. Se me acaba de perder el comentario de las cruces quitadas,que lo iba a enviar y desapareció.
    Democracia cristiana es una corriente política que tiene sus orígenes en las enseñanzas de Jacques Maritain, Enmanuel Mounier y los pronunciamientos de la Doctrina social de La Iglesia ((Católica), muy distintos del socialismo cristiano, que es socialista, aunque las dos doctrinas dicen estar influídas por las enseñanzas de Jesucristo. Esta corriente surgió en el siglo XIX en Europa y continúa influyendo en Europa y Latinoamericana.
    Los movimientos democratacristianos no son círculos puros de pensamiento y de doctrina,sino grupos de acción con la aspiración de llevar a la democracia las consecuencias de los principios filosóficos cristianos, entre ellos la concepcion de la historia con una raíz espiritual, no materialista; la primacía de lo moral, de la dignidad de la persona humana; la primacía del bien común y la justicia social.
    Los democratacristianos colocan a la persona en el centro, principio y fin de toda acción política, tanto en su dimensión espiritual, como material, por lo que pregonan “romper con el juego pendular” que llama “mentiroso” de izquierdas y derechas que afirma que responden a una concepcion materialista, se autodefine como “de avanzada, moderada, de consenso, de la sensatez o de la racionalidad”, por lo que ha sido calificada de centrado, de centro derecha o de centro izquierda en distintos momentos históricos.
    Se definen como un movimiento no confesional, del que no sólo los católicos pueden formar parte,
    pero todos sus miembros deber “guardar conciencia plena con su ideario”.

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  2. «tardofranquismo». El autor tiene una obsesión sivatttista de calificar al Nuevo Estado de franquismo, calificación errónea pues el Nuevo Estado no fue obra de una sola persona. Mauricio de Sivatte atacó y no colaboró con el Nuevo Estado, por su procedencia de la Liga Regionalista de Cambo, en cambio con el régimen de 1978 legalizo o registro Unión Carlista para participar en politica; con lo cual se demuestra que el y sus seguidores tenían más aprecio por el sistema que padecemos, que por el que se levantó con los principios del Alzamiento Cruzada. Todo muy curioso!.

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  3. Globalmente, el Episcopado apoyó la Constitución, excepto una minoría que mostró su rechazo. En el ámbito socio-económico, diversas instancias episcopales mostraron durante este periodo su preocupación por temas socio-laborales, y en esta línea la CEASO publicó el 23/11/1978 un documento titulado “El problema del paro en España”.Como indicadores de la atención prestada por los Obispos a las cuestiones de la enseñanza y familia, pueden verse los documentos “Posiciones del Episcopado sobre educación y enseñanza “( 18/5/1978 ) y las deliberaciones de la Asamblea Plenaria de la CEE sobre “Familia y Matrimonio “, ( 20 al 25/11/1978 ).Este conjunto de preocupaciones marcó la posición de los Obispos ante las elecciones de marzo de 1979, la cual se expresó en el documento “ La responsabilidad moral del voto “ ( 8/2/1979 ).

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  4. Pingback: La disolución del pensamiento político católico en España (6): Las profecías cumplidas | Anotaciones de Javier Barraycoa

  5. Exégesis es un concepto que involucra una interpretación crítica y completa de un texto,
    especialmente religioso.
    La Asociación Católica de Propagandistas es una asociación privada de fieles católicos españoles cuyo modo de perseguir el ideal religioso, es la propagación de la fe católica y al apostolado, formando e instando a minorías selectas destinadas a dirigir la vida pública de la sociedad y la accion social y política de los católicos, entre los que ejercerían un papel aglutinante, interpretando en clave de dirigentes y dirigidos los conceptos evangélicos de “levadura” y “masa”.
    La organización, con el nombre de Asociación Católica Nacional de Propagandistas, fue fundada en 1909 por el sacerdote jesuita Ángel Ayala.

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  6. Pingback: La disolución del pensamiento político católico en España (y 7): el sucedáneo de la doctrina “neocon”, contra la cultura política católica | Anotaciones de Javier Barraycoa

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