Parte 1 y 2 – Introducción y la praxis política católica
Parte 3 – ¿Por qué y cómo hemos llegado hasta aquí?
4. Pero, ¿hubo un pensamiento contrarrevolucionario católico?
5. El pensamiento conservador y a la vez revolucionario
6. El agotamiento de la monarquía isabelina y el lugar de los pensadores católicos
7. La Restauración: la estrategia del conservadurismo contra el tradicionalismo
Parte 8 y 9:
La Unión Católica y el catalanismo

Eugenio d´Ors
Una tesis arriesgada, pero cada vez más asentada, es que el nacionalismo conservador español, e incluso el fascista, recibió la influencia primera del catalanismo[64], especialmente a través de la figura de –ya apóstata del catalanismo– Eugenio d’Ors[65]. Esta afirmación se hace cada vez más imprescindible para entrever el papel del catolicismo liberal en la configuración del nacionalismo y su influencia en el devenir de la praxis política católica. Esta influencia tendría sus remotos orígenes en la llegada del tradicionalismo filosófico a Cataluña, como ya hemos visto, que allanó el camino para que posteriormente recalara el pensamiento de Maurras entre los primeros catalanistas.
La encíclica Cum multa, aunque redactada para todos los españoles, tenía especial vigencia en Cataluña, donde los enfrentamientos entre las tres facciones mayoritarias de católicos habían llegado a un punto crítico. Carlistas, integristas y moderados liberales (de los que surgirá a la postre un soporte fundamental al catalanismo). Mientras que carlistas e integristas rápidamente desconfiaron del proyecto de la Unión Católica de Pidal, los protocatalanistas lo acogieron con esperanza y entusiasmo. Estos católicos, llamados despectivamente «mestizos» eran representados por Juan Mañé y Flaquer, director del Diario de Barcelona, y por eclesiásticos que pertenecían al «vigatanismo»: Eduardo Llamas Idelfonso Gatell, Torras y Bages[66]o Jaume Collell. Todos ellos eran periodistas e incluso directores de publicaciones importantes como El Criterio Católico (1884) y La Veu de Montserrat (1878) o La Veu de Catalunya (1880).
Mientras que carlistas e integristas rápidamente desconfiaron del proyecto de la Unión Católica de Pidal, los protocatalanistas lo acogieron con esperanza y entusiasmo. Estos católicos, llamados despectivamente «mestizos»

Charles Maurras
La piedra de toque del enfrentamiento entre católicos era que estos últimos propugnaban una unión de los católicos, con el fin de defender mejor la Iglesia, aunque ello supusiera aceptar los poderes constituidos (a pesar de su carácter liberal), cosa que era imposible de aceptar para los «intransigentes»[67]. La aparición del catalanismo político, no puede deslindarse de varias influencias como el romanticismo, el organicismo y, evidentemente el maurrasianismo. Maurras y Barrès entraron en España por Cataluña. Los sectores catalanistas, durante el affaire Dreyfus, tuvieron una postura abiertamente pro-nacionalista y antidreyfus[68]. Esta convergencia no es de extrañar, pues Enric Prat de la Riba tuvo una formación cultural e ideológica muy semejante a la de Maurras: Joseph de Maistre, Auguste Comte, Fustel de Coulanges, Renan, Taine, etc. El organicismo que ambos defendían bebía de las mismas fuentes. No deja de ser significativo que Prat denominara a su alternativa política «nacionalismo integral»[69], como Maurras.
La aversión de Prat de la Riba al sistema parlamentario (sinónimo de desorden, fragmentación e incoherencia) queda reflejada en las Bases de Manresa (Documento clave en los orígenes del catalanismo). La semejanza del primer catalanismo político con el tradicionalismo, que llevó a muchos a confusión, nos puede explicar la sutileza de este movimiento. El catalanismo fue la estrategia liberal para desarticular el carlismo. No podemos olvidar que la Unión Democrática de Cataluña (partido demócrata cristiano que ha llegado hasta nuestros días en Cataluña), surgió como una escisión de la Lliga Regionalista, a la que masivamente votaban los católicos, aunque sus líderes, como Cambó, fueran liberales. En resumen: «El catalanisme catòlic [fue la] alternativa a l´integrisme (y al carlismo)». Así reza un capítulo de una obra imprescindible para entender la transmutación del carlismo en catalanismo, a través del integrismo y del liberalismo: L´integrisme a Catalunya de Joan Bonet y Casimir Martí.
Así d’Ors, que de catalanista llegó a convertirse, sin cambiar de perspectiva ideológica, en uno de los grandes teóricos de la derecha radical española.

Joseph de Maistre
Eugenio d’Ors, uno de los pilares del primer catalanismo y mano derecha de Prat de la Riba, era un admirador de Maurras, Sorel y Moréas. Además fue uno de los primeros españoles que entró en contacto con L’Action Française, y de esa experiencia salió a la luz el movimiento Noucentista, definido como un «nuevo intelectualismo», basado en los valores clásicos de jerarquía, continuidad y cultura frente al individualismo romántico[70]. El surgimiento de un nuevo sentido de nación (que implicaría una sutil y casi inconsciente herejía de la soberanía nacional) acabaría llegando por una serie de «conversos». Así d’Ors, que de catalanista llegó a convertirse, sin cambiar de perspectiva ideológica, en uno de los grandes teóricos de la derecha radical española. Ta m b i é n la élite intelectual noventayochista, que se encontraba en las antípodas tradicionalismo, acabaría influyendo en el fascismo.
Algunos de sus mejores representantes, como «Azorín»[71] o Maeztu, tras un peregrinaje complejo, acabarían recalando en el conservadurismo y en el primorriverismo. En ellos parecía hacerse presentes las tesis de Joaquín Costa: la «revolución desde arriba» y el «cirujano de hierro»[72]. Azorín fue, junto a d’Ors, uno de los introductores en España de los temas del «nacionalismo integral» maurrasiano[73], cuya influencia resulta patente en su obra Un discurso de La Cierva, en la que propugna una renovación del conservadurismo español a partir de Maurras y Barrès: «Estética clasicista, sociologismo, positivismo comteano, agrarismo y antiliberalismo»[74].
El catalanismo fue la estrategia liberal para desarticular el carlismo. No podemos olvidar que la Unión Democrática de Cataluña (partido demócrata cristiano que ha llegado hasta nuestros días en Cataluña), surgió como una escisión de la Lliga Regionalista, a la que masivamente votaban los católicos

Ramiro de Maeztu
No podemos dejar de mencionar un personaje clave en estos avatares intelectuales, Ramiro de Maeztu, pues su itinerario era el contrario que muchos. Mientras que las modas intelectuales francesas arrastraban a muchos a aceptar un concepto de patria casi revolucionario y antitradicional (sólo mitigado por el aún profundo sentir católico de buena parte de la sociedad española), Maeztu sufría una evolución contraria. Tras su antigua militancia noventayochista y liberalsocialista, conmovido por la Gran Guerra, su alma gira hacia el catolicismo. La crisis del humanismo, señala ese cambio que culminará con un pensamiento contrarrevolucionario tradicionalista antes de su martirio.
Por el contrario el conservadurismo radical español contó con Azorín, D’Ors o José María Salaverría, portaestandartes de un nuevo nacionalismo español, muy distinto del católico. José Ortega y Gasset tuvo igualmente «iluminaciones prefascistas». En su Revista de Occidente, colaboraron los futuros teóricos del fascismo español: Ramiro Ledesma Ramos o Ernesto Giménez Caballero. En las páginas de la revista no faltaron las firmas de los intelectuales alineados con la llamada «revolución conservadora alemana»: como Werner Sombart, Carl Schmitt, Hermann Keyserling, Othmar Spann y Oswald Spengler.
La crisis del humanismo, de Ramiro de Maeztu, señala ese cambio que culminará con un pensamiento contrarrevolucionario tradicionalista antes de su martirio.

José M. Pemán
El general Primo de Rivera no intentó tampoco convertirse en un caudillo carismático como Boulanger. Carente de ideología[75], su dictadura giró en torno a un vago concepto de patriotismo que podía fácilmente deambular entre el moderno patriotismo o un concepto pseudotradicional. En ese sentido, es preciso destacar las obras de dos de los ideólogos de la Unión Patriótica, el partido de Primo de Rivera, José María Pemán (El hecho y la idea de la Unión Patriótica) y de José Pemartín (Los valores históricos en la Dictadura española). Los cuadros de mandos y dirigentes de la Unión Patriótica salieron especialmente de la Asociación Nacional Católica de Propagandistas.
Por aquél tiempo, todavía pretendían emular el tradicionalismo para atraerse a los católicos más intransigentes. No en vano el lema de la Unión Patriótica recordaba al de los carlistas: «Patria, Religión y Monarquía» (aunque no deja de ser más que significativo el cambio de orden de los principios y su abstracción conceptual respecto al trilema carlista). Es cierto que tanto Pemán como su primo Pemartín plantearon la necesidad que el directorio de Primo de Rivera evolucionara hacia una Monarquía tradicional y representativa (que se alejara de la constitucionalista). Las intenciones reales no las podemos conocer, pues este proyecto intentó plasmarse en la non nataConstitución de 1929. Pero lo único que nació fue la II República[76].
Javier Barraycoa
(Continuará)
NOTAS:
[64] Hoy por hoy, se ha tornado indispensable la voluminosa obra de Enric UCELAY-DACAL, El imperialismo catalán. Prat de la Riba, Cambó, D’Ors y la conquista moral de España, Barcelona, Edhasa, 2003.
[65] El bizkaitarrismo se alimentó del nacionalismo catalán, a través de Luis de Arana, pero no influyó en la configuración del nacionalismo español.
[66] Respecto a nuestro juicio sobre Torras y Bages, en cuanto catalanista, sólo se puede entender desde un peculiar y originario sentido del catalanismo, no reconciliable con el político.
[67] El proyecto de Pidal fue criticado, entre otros, por el obispo carlista de Daulia, Josep Serra. Este prelado afirmaba que la única intención de la Unión era política y anticarlista y que estaba contagiada por el liberalismo. A sus ojos, esta «unión heterogénea» sólo quería disolver el carlismo: «Nombres de personas ilustres, de personas muy queridas, muy respetables […] unidos y confundidos con nombres de sujetos que no han renunciado y no renunciarán probablemente jamás al nombre de liberales» (La Cruz, 188. Ibid., pág. 317).
[68] Joaquim COLL I AMARGÓS, El catalanisme conservador davant l´afer Dreyfus, Barcelona, Curial Edicions Catalanes, 1994.
[69] Enric PRAT DE LA RIBA, La nació i testât. Escrits de joventut, Barcelona, La Magrana, 1987, pág. 103.
[70] Cfr. Eugeni D´ORS, Glosari, Barcelona, Edisions 62, 1982, pág. 191.
[71] José Martínez Ruíz, «Azorín», quien, tras su escarceos federalistas y anarquizantes, pasó a militar, sin solución de continuidad, en el conservadurismo de Maura y La Cierva.
[72] Cfr. Vicente CACHOVIU, Repensar el noventa y ocho, Madrid, Biblioteca Nueva, 1997; Rafael PÉREZ DE LA DEHESA, El pensamiento de Costa y su influencia en el 98, Madrid, Sociedad de Estudios y publicaciones, 1966.
[73] Uno de los admiradores de Maurras fue Rafael Sánchez Mazas, que se encargó, como corresponsal de ABC en Italia, de describir elogiosamente la subida al poder de Mussolini.
[74] Pedro Carlos GONZÁLEZ CUEVAS, op. cit.
[75] Sólo en sus últimos años se planteó la instauración de un Estado autoritario permanente, que rompiera con la tradición liberal-conservadora.
[76] La sospecha de que esta maniobra de Pemán fuera eso, una maniobra, no se puede demostrar. Pero su futura evolución política, o los que –asombrados– vieron cómo D. Juan se ponía la boina roja con tal de ganarse la simpatías de los carlistas para ganarse el trono, como mínimo han de ser más que suspicaces con estas «vueltas» al tradicionalismo.
Utilizar el fasciocomodin dice muy poco del autor de este artículo. El fascismo es la doctrina creada por Giovanni Gentile, que ni tan siquiera Benito Mussolini aplicó más del 50%, tampoco trato nunca de exportar a otros países, en España hubo Patriotas que dieron una respuesta social a las injusticias que padecía el pueblo llano; unas injusticias que el Carlismo había dejado de combatir a partir de la Traición de Morentin y esta fue la causa de su perdida de adhesiónes.
El que desee distinguir que es Fascismo y lo que no lo es, así como su presencia en España, más que nada para no escribir sin razonar, lean:
Fascismo en España?.
Ramiro Ledesma Ramos.
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