A los 175 años del carlismo catalán: Claves historiográficas de discusión sobre el origen del carlismo catalán.

Esta serie de post bajo el genérico nombre de  175 AÑOS DE CARLISMO CATALÁN: UNA REVISIÓN HISTORIOGRÁFICA, se recoge mi aportación cuando se cumplían 175 años de la irrupción del Carlismo. Tuvo lugar en Madrid, los días 27 y 28 de septiembre de 2008,  un Congreso internacional para aportar las claves de interpretación de este movimiento político. Una cincuentena de especialistas de las más diversas disciplinas, provenientes de una decena de países, respondieron a aquella convocatoria académica, cuyo resultado puede considerarse el más completo esfuerzo realizado hasta ahora para ofrecer una visión cabal de la poliédrica realidad carlista. En 2011 se publicaron las intervenciones en el volumen titulado: A los 175 años del carlismo. una revisión de la tradición política hispánica. por Miguel Ayuso (Ed.) y editado por la Fundación Francisco Elías de Tejada y Erasmo Pèrcopo.

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 1.- Claves historiográficas de discusión sobre el origen del carlismo catalán.

unnamed_1_630x630.jpgA la hora de historiar el carlismo, especialmente el catalán, se han sucedido una serie de hipótesis de lo más variopintas. Como denominador común, los historiadores se enfrentan a la incógnita –para ellos- del por qué del carácter popular del carlismo y su extensión en el tiempo. Hay excepciones como R. del Río Aldaz que, por ejemplo, rechaza que la guerra realista –antecedente de las carlistas- contra el trienio liberal fuera popular. El autor plantea que ese movimiento fue minoritario y manipulado por el clero, al igual que ocurriría en las guerras carlistas. Sin embargo, la mayoría de historiadores, sin ninguna simpatía especial hacia al carlismo, reconocen su carácter popular aunque les extraña tal hecho y elaboran teorías  rocambolescas para explicarlo. Ramón Arnabat, estudiando también el movimiento realista, reconoce que: “La complejidad de razones a la hora de explicar la incorporación de sectores de la pagesía a las filas realistas ha estado asumida por buena parte de los estudios que han realizado durante las dos últimas décadas del siglo XX”[1].

En las últimas décadas, la historiografía catalana sobre el carlismo y sus precedentes ha estado centrada en los estudios de Josep Fontana[2] y Jaume Torras[3]. Ambos autores tratan de explicar el realismo y el carlismo como la conjunción de los intereses de ciertas elites del antiguo régimen, como cortesanos, militares y eclesiásticos, con la crisis agrícola de principios del siglo XIX. Según esta corriente historiográfica, ciertos elementos como el aumento de impuestos en metálico entre los campesinos o la crisis del campo frente a la incipiente revolución industrial, explicaría el éxito en el mundo rural de estos movimientos y su alianza con aquellas elites. Inauguran así, estos autores, un intento de explicación del carlismo desde una vertiente economicista. Esta tesis ha sido aplicada para explicar fenómenos como La Véndee, la Chuannerie, el Miguelismo, el Ave María o la Santa Fede. Pero esta tesis es incapaz de explicar la persistencia del carlismo, a diferencia de otros movimientos contrarrevolucionarios. Historiadores con cierto prestigio, aunque muy condicionados ideológicamente por su sentimiento anticarlista, como Pere Anguera, han centrado su explicación en las crisis económicas de la pagesía, lo que a su entender explicaría la desesperación de los campesinos que les llevaría a la guerra. Obras como Déu, Rei i fam[4], son un claro ejemplo de historiografía dominada por la ideología del autor.

La mayoría de historiadores, sin ninguna simpatía especial hacia al carlismo, reconocen su carácter popular aunque les extraña tal hecho y elaboran teorías  rocambolescas para explicarlo

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El absurdo de una interpretación del carlismo desde el marxismo

El gran problema de estos historiadores reside en no comprender, o no aceptar, la posibilidad de que el pueblo llano pueda movilizarse y sacrificarse por otras causas que no sean las de la izquierda. De ahí que se intenten articular todo tipo de explicaciones, economicistas o manipulativas, para aclarar la incógnita. Incluso, algún historiador procedente del carlismo, aunque claramente posicionado en el neomarxismo, como José Carlos Clemente, ha elaborado una tesis por lo menos peculiar. El carlismo sería esencialmente un movimiento social, popular, progresista, anticapitalista y foral, pero traicionado por sus jefes que lo arrastraron al integrismo. Por tanto el carlismo sería un precedente de un movimiento de izquierdas y accidentalmente –por manipulación de sus dirigentes- reaccionario[5].

Otras tesis, más próximas al carlismo, se nos presentan también como más sugerentes. Una de ellas será central para poder acotar correctamente el fenómeno carlista. Nos la presenta Juan Bardina al estudiar los precedentes del carlismo: “al ser proclamada la constitución de 1820, sabemos ya que existían tres partidos: el liberal, que es el que hizo la revolución; el absolutista, compuesto en la totalidad de masones; y el realista, que contaba con todo el pueblo”[6]. Esta tesis fue retomada por Federico Suárez y José Luis Comellas. De ella se desprende el carlismo como una “tercera vía” entre el liberalismo y el absolutismo y deshace el dialéctica perversa que presenta el carlismo como una forma de absolutismo enfrentado al liberalismo. De hecho, históricamente se puede demostrar la facilidad con que muchos militares absolutistas en la época de Fernando VII se sumaron a la Regencia de María Cristina y lucharon contra el carlismo.

El gran problema de estos historiadores reside en no comprender, o no aceptar, la posibilidad de que el pueblo llano pueda movilizarse y sacrificarse por otras causas que no sean las de la izquierda.

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General Savalls y su Estado Mayor

El carlismo, desde esta perspectiva, sería un movimiento que sin renegar de la tradición, aborrecía del absolutismo, por ser esencialmente liberal, aunque no rechazaba la idea de un “sano” progreso. Un juicio sorprendente sobre el carlismo, especialmente el catalán, lo encontramos en la célebre obra de Josep Pla, Un Senyor de Barcelona. Pla dedica media obra a su infancia donde confluyen recuerdos de la Tercera Guerra carlista y especialmente del General Savalls. Al hilo de un recuerdo, ofrecerá una bella descripción de lo que representaba el carlismo catalán: “Las guerras civiles –escribe Pla- fueron en Cataluña –sobre todo la última- una explosión de tradicionalismo auténtico, con un sabor de tierra fascinador, y, a pesar de ser una causa perdida, de un tono indiscutible. Las libertades concretas que predicaban los viejos carlistas eran, puede ser, más sólidas que las libertades que postulaban los liberales. Eran las libertades entendidas a la manera antigua. No era la libertad con mayúscula, abstracta y vaga, escrita en un papel siempre más inconsistente que la violencia de los temperamentos; sino que eran las libertades concretas, garantizadas por organismo, instituciones, costumbres y hábitos antiguos, vivientes y de escamoteo imposible”[7]. La persistencia, incluso en nuestros días, de una simpatía popular hacia el carlismo, envuelta –eso sí- de un cierto romanticismo, contrasta con el carácter oscurantista que muchos historiadores han intentado conferirle.

NOTAS:

[1] Ramon Arnabat, Visca el Rei i la Religió! La primera guerra civil de la Catalunya contemporània (1820-1823), Pagès editors, Lérida, 2006, p. 498.

[2] Cf. Josep Fontana, La fi de l´Antic i de la industrializació, 1787-1868, Barcelona, 1988.

[3] Cf. Jaume Torras, La guerra de los Agraviados, Barcelona, 1967.

[4] Cf. Pere Anguera, Déu, Rei i fam. El primer carlisme a Catalunya, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, Barcelona, 1995.

[5] Cf. José Carlos Clemente, El Carlismo. Historia de una disidencia social, Barcelona, 1990.

[6] Juan Bardina, Orígenes de la tradición y el régimen liberal, Barcelona, 1916, 2ª edic., p. 350.

[7] Josep Pla, Un senyor de Barcelona, Destino, Barcelona, 1977, 6ª edic., p. 37.

5 comentarios en “A los 175 años del carlismo catalán: Claves historiográficas de discusión sobre el origen del carlismo catalán.

  1. No puedo escribir una explicación más bella que la de Josep Pla sobre el Carlismo catalán.
    Pero a groso modo diré que fue un movimiento popular no monárquico pero si dinástico, es decir mediante el pacto pueblo dinastía el pueblo luchaba por la recuperación de las libertades forales y de las propiedades comunales de municipios y parroquias; la dinastía apoyaba esta lucha y a cambio el pueblo respaldaba la de la dinastía por sus derechos sucesorios. Este pacto pueblo dinastía es traicionado por esa a partir del manifiesto o acta de Morentin cuando Carlos VII renuncia a recuperar los bienes comunales desamortizados de municipios y parroquias. Estos bienes que habían sido manantial de Justicia Social, no son reivindicados como propiedad comunal por ninguna organización hasta la aprobación de los 27 puntos de FE de las JONS, y lo son en sus puntos 21 y 22. Sólo en la persona de SMC Carlos VIII se vuelve por parte de la Dinastía Legítima a reivindicar el carácter social del Carlismo; desgraciadamente SMC Carlos VIII muere en Barcelona el año 1953 a la temprana edad de 44 años y es enterrado en el Monasterio de Poblet Tarragona.

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