175 años de carlismo catalán: La peculiaridad del carlismo catalán

 

 1.- Claves historiográficas de discusión sobre el origen del carlismo catalán.

2.- La peculiaridad del carlismo catalán

El carlismo, siempre partidario del reconocimiento de la diversidad de los pueblos de España, vivió en sí mismo la diversidad y pergeñó peculiaridades propias según las regiones donde se asentó. Centrándonos en las características propias del carlismo catalán podemos señalar:

1.-Unos profundos antecedentes.

El carlismo catalán, a diferencia del resto del carlismo español, entronca sus raíces en acontecimientos históricos que convulsionaron la historia de España siglos antes. El historiador republicano y nacionalista, Rovira y Virgili, en su Historia de los nacionalismos, al recoger las teorías catalanistas conservadoras que pretenden arrogarse la herencia de los conflictos de 1640 y de la Guerra de Sucesión, sentencia que: “los herederos de 1640 y 1714 son los carlistas de la montaña”.

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General Antonio Ricardos, entrando en el Rosellón para su liberación

Remontarse a 1640, en cuanto que antecedente del carlismo catalán, le parecerá a más de uno exagerado. Pero lo cierto es que podríamos encontrar una misma continuidad de espíritu en “lo catalán” en cuanto que sentir tradicional, que hilaría esa fecha con el famoso 11 de septiembre de 1714, llegando a la Guerra Gran, a la Guerra del francés y enlazando con la sucesión de conflictos que precedieron la aparición del carlismo. Ante las posibles objeciones, lo que sí podemos afirmar es que la Guerra Gran (1793-1795) fue un claro precedente y tal y como afirma José María Mundet: “esta línea ininterrumpida (de la guerra contra Francia de 1793) hasta la primera carlistada (…) es exclusiva de Cataluña y marca de una manera peculiar el carlismo catalán”[1].

El espíritu profundamente antirrevolucionario, religioso, monárquico y patriota de la Guerra Gran será una manifestación del espíritu tradicional catalán que se verá rememorado años después, en 1808, en la Guerra del Francés.

El espíritu profundamente antirrevolucionario, religioso, monárquico y patriota de la Guerra Gran será una manifestación del espíritu tradicional catalán que se verá rememorado años después, en 1808, en la Guerra del Francés. A diferencia del resto de España la reacción catalana, frente a la revolución francesa fue global y popular[2]. La Guerra se inició sin el consentimiento ni la ayuda del gobierno español y llevó a la invasión de Francia y al intento de recuperar el Rosellón. La vitalidad de Cataluña fue tal, que algunos quisieron ver en ello el origen del catalanismo, pero el mismo Rovira y Virgili descarta esta hipótesis al acusar a los catalanes protagonistas de aquel conflicto de un servilismo monárquico y españolista. Igualmente, la Guerra del Francés es un clarísimo precedente en Cataluña de las futuras Guerras carlistas y se podrían recoger al respecto muchos testimonios y apreciaciones.

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Abanderado catalán realista

Otro antecedente, lo encontramos en la Guerra realista (1820-1823) que fue especialmente intensa en Cataluña. En ella ya emergen hombres que participarán en las contiendas carlistas. Uno de ello, miembro de una futura estirpe carlista fue Benito Tristany. Este canónigo de Solsona plantó la bandera de realista en aquella ciudad el 21 de mayo de 1820, participó posteriormente en la primera carlista y murió fusilado en la Guerra dels Matiners. La Guerra realista pasó de ser una simple revuelta a una verdadera guerra con la conquista, el 21 de julio de 1822, de la Seo de Urgell, defendida por los liberales con 60 cañones, y el establecimiento de la Regencia de Urgell. Durante la guerra surgieron obras y folletos en catalán a favor de los realistas en los que podemos entrever la aparición de un pensamiento tradicionalista. Especialmente exitosos fueron Conversas, escrito por Tomás Bou y un anónimo Constitució sens ànima.

Otro antecedente, lo encontramos en la Guerra realista (1820-1823) que fue especialmente intensa en Cataluña. En ella ya emergen hombres que participarán en las contiendas carlistas.

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Barón de Eroles

Estas obras son paralelas –aunque menos conocidas- al Manifiesto de los Persas, supuestamente redactado por el Marqués de Mataflorida, uno de los miembros de la Regencia de Urgell. Algunos han interpretado que el final de la guerra, gracias a la intervención de los Cien mil hijos de San Luís, impidió una verdadera restauración de la tradición y asentó el sector absolutista que no tradicionalista. Emerge en esta época la figura del Barón de Eroles, otro de los miembros de la Regencia que, en boca de Vicens Vives: “Sus antecedentes nos hacen pensar que habría sido el futuro Jefe de los carlistas catalanes”[3]. El pensamiento del Barón de Eroles, a diferencia del absolutismo, consistía en defender los principios de la tradición, pero aceptando que éstos de debían aplicar a los nuevos tiempos. Sin embargo, como hemos dicho, la intervención extranjera impidió una reacción verdaderamente tradicionalista, para suplirla pro una mera reacción absolutista.

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Malcontents catalanes

En 1827 se iniciaba la Guerra dels Malcontents o agraviats (descontentos o agraviados). Es un conflicto en Cataluña no tiene parangón en el resto de España y es una guerra difícil de explicar. Probablemente, en Cataluña, se llegaron a levantar en armas, aunque sin llegar a constituir un ejército estable, unos 30.000 hombres[4]. Todavía hoy los historiadores progresistas se intentan explicar por qué los catalanes se levantaron en armas para pedir, entre otras cosas, la restauración de la Inquisición, al grito de “mori el mal govern”[5]. Un movimiento armado, acéfalo y sin aparentes motivos explícitos de alzamiento en armas, sólo puede denotar un sentir de un pueblo. Así, se puede interpretar la guerra como un rechazo de la Cataluña tradicional a las influencias de Carlomarde sobre Fernando VII. En el fondo, los Malcontents fueron más fernandistas que Fernando VII y no aceptaban que su rey no hubiera restaurado la Inquisición y se dejara influir por masones. Un hecho insólito se produce en la Guerra al viajar el Rey a Cataluña en pleno conflicto. Desde Tarragona lanzó un manifiesto por la paz que fue acatado por los Malcontents. Sin embargo, su fidelidad monárquica les costó muy cara. Al cabo del conflicto muchos de los cabecillas locales sublevados fueron fusilados o debieron marchar al exilio.

2.- la extensión en el tiempo

39e044bff661b1fccaecfb68d1257ea7.jpgLas guerras carlistas siempre tuvieron en Cataluña una característica especial. Posiblemente como paso obligado del Maestrazgo a Francia, el carlismo armado catalán siempre se reactivó al final de los conflictos, en un último intento de mantener un bastión territorial. Así, podemos comprobar que normalmente las Guerras carlistas en Cataluña duraron un año más que en el resto de España. Esto hubiera sido imposible si no hubiera contado con una base social importante que, contra viento y marea, hubiera deseado mantener la guerra.

La Guerra dels Matiners, merece capítulo aparte pues, al igual que en la Guerra dels Malcontents, es un fenómeno exclusivamente catalán.

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Matiners

La Guerra dels Matiners, merece capítulo aparte pues, al igual que en la Guerra dels Malcontents, es un fenómeno exclusivamente catalán. Este alzamiento montemolinista, ante el fracaso evidente, debería haber durado apenas unas semanas pero se convirtió en un conflicto de varios años. Historiadores como José María Mundet lo han denominado una “Guerra por resentimiento”. Ante el fracaso del proyecto de matrimonio entre Isabel y D. Carlos, parece que Cataluña –interpreta Mundet- quisiera demostrar su sentir. Nuevamente estamos ante un conflicto sin un claro liderazgo. Y su persistencia sólo es explicable por la negativa del carlismo catalán a desaparecer. También este conflicto nos señala la profunda aversión del carlismo catalán hacia la dinastía liberal, hasta tal punto que las partidas carlistas operaron conjuntamente con partidas republicanas radicales, contra el ejército liberal. Historiadores como José Carlos Clemente han sobredimensionado este el número de partidas republicanas, pero esta cooperación fue un hecho.

señalar el impacto que produjo la presencia de D. Alfonso Carlos y Dª María de la Nieves al frente de los Ejércitos catalanes y su más que simbólica consagración de los ejércitos reales al Sagrado Corazón en Montserrat.

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Masía fortaleza dels Tristany

En Cataluña se sucedieron, a parte de las guerras clásicas, a lo largo del XIX muchos levantamientos esporádicos a los cuales no puede atribuírseles el atributo de guerra, aunque demuestran que la montaña carlista siempre estaba dispuesta a alzarse en armas. De estos levantamientos el más curioso, y cargado de cierta aureola romántica, fue la denominada Guerra dels Tristany, donde la famosa saga carlista trató de levantar en armas nuevamente Cataluña ante la revolución septembrina. Años antes, en 1855, Rafael Tristany se había adentrado en Cataluña al mando de unos doscientos hombres, intentado durante un año sublevar las tierras catalanas.

Todavía entrando en el siglo XX se levantaron en el Maresme varias partidas carlistas que fueron rápidamente sofocadas. Respecto a la Tercera Guerra carlista en Cataluña (la segunda en España) la literatura es amplia y no queremos extendernos. Sólo señalar el impacto que produjo la presencia de D. Alfonso Carlos y Dª María de la Nieves al frente de los Ejércitos catalanes y su más que simbólica consagración de los ejércitos reales al Sagrado Corazón en Montserrat. Muchos serían los voluntarios catalanes que seguirían al Infante en la defensa de los Estados Vaticanos.

3.- la peculiaridad política

Aunque los conflictos bélicos han ocupado buena parte de los esfuerzos historiográficos, no podemos olvidar una intensa vida política en el carlismo catalán. El historiador Jordi Canal reconoce que se ha instalado un tópico en la historiografía consistente en afirmar que el carlismo, tras la restauración fue decayendo hasta la llegada de la República. Sin embargo, a lo largo de sus estudios y publicaciones ha intentado demostrar que esto no es así[6]. Tras la Restauración borbónica, el carlismo se vio abocado a la lucha política e inició una profunda transformación.

 

NOTAS:

[1] José María Mundet, La primera guerra carlina a Catalunya, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, Barcelona, 1991, p. 10.

[2] Para conocer lo que representó este conflicto, cf. Ángel Ossorio, Historia del pensamiento político catalán durante la guerra de España con la República francesa (1973-1795), Madrid, 1931.

[3] Jaume Vicens i Vives, Industrials i polítics del segle XIX, Editorial VIvens-Vives, Barcelona, 1961, p. 321.

[4] Una de las obras más completas sobre esta guerra: Federico Suárez, Los agraviados en Cataluña, Universidad de Navarra, Pamplona, 1972, 4 vols. Autores como Josep Fontana, no soportan que Suárez justifique el movimiento de los agraviados y desprecia esta obra en cuanto que poco histórica.

[5] El 29 de agosto de 1827 se constituyó en Manresa una Junta Superior del Govern del Principal, su porta voz fue El Catalán realista, bajo el lema “Visca el Rei i mori el mal govern”.

[6] Cf. Jordi Canal, El Carlismo, Alianza, Madrid, 2000 o Banderas Blancas, boinas rojas, Marcial Pons, Madrid, 2006.

4 comentarios en “175 años de carlismo catalán: La peculiaridad del carlismo catalán

  1. La primera restauración no acabo con el Carlismo, ni tampoco la segunda que padecemos. Lo que hizo perder fuerza y seguidores al Carlismo hasta el estado actual fue la traición de Morentin por parte de Carlos VII, el posibilismo de sus líderes naturales participando en el juego parlamentario, la extinción de la Dinastía por vía agnada con la falta de decisión por parte de Alfonso Carlos l de nombrar sucesor en vida, la apropiación indebida de sucesión por parte de Javier de Borbón-Parma que solo era albacea testamentario y Regente y la colaboración de este con el maqui comunista francés como la de sus sucesores con los enemigos seculares del Carlismo y la usurpacion. La ley Sucesoria Española no era Salica sino Semisalica, por lo tanto muerto Alfonso Carlos I sin sucesión varonil , los derechos recaian en los hijos varones de Doña Blanca de Borbón hija de Carlos VII. Sus hijos habían residido y trabajado en Barcelona , además Carlos Pío tenía nacionalidad española y sería desde 1943 hasta su temprana muerte en Barcelona 1953 SMC Carlos VIII, esta enterrado en el Monasterio de Poblet Tarragona.

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