Placer posmoderno (4): La explosión de los sentidos y la relajación deseada

 

Placer posmoderno (1): La “revolución silenciosa” del placer

Placer posmoderno (2): Me gusta mimarme o el placer de consumir

Placer posmoderno (3): Del hogar tradicional a la casa placentera

 

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La explosión de los sentidos y la relajación deseada

Uno de los aspectos de la “revolución silenciosa” a la que nos referíamos al principio, es la expansión de placeres a través de los sentidos. El placer, como se ha apuntado, se transforma en organoléptico y en él toman parte todos los sentidos. En la medida que las TIC han procurado una “virtualización” de la realidad, ha ido emergiendo –como contrapeso- el soft touch. Esto es, la necesidad de que nuestro encuentro sensorial con la realidad no sea áspero sino suave y placentero. El inicio de esta tendencia quedó visualizado con una campaña que supuso un auténtico hito en el mundo publicitario. La imagen de una mano meciéndose con el viento desde la ventanilla de un coche, nos proponía descubrir el placer del tacto.

tacto.jpgLa piel se ha convertido en una de las fuentes de placer sensorial más importantes. Los sexólogos apuntan que el órgano sexual más grande es precisamente la piel. Ésta, además, nos apunta a una de las claves más importantes para distinguir el placer sexual masculino del femenino. Francesco Alberoni, en su obra El erotismo, propone que las mujeres son más sensibles en las relaciones sexuales y que su erotismo está vinculado a lo táctil, a lo muscular y a lo olfativo. En cambio, en el varón, el placer sexual se entronca más con lo visual. Ello explicaría que la apelación comercial dirigida a los hombres se asocie más a las imágenes seductoras de mujeres. Por el contrario, las campañas cuyo target es la mujer, recurren frecuentemente a los placeres del tacto: la delicadeza de la ropa íntima, la suavidad de la ropa lavada o el cuidado delicado de la piel y las manos. En el Test Mundial del Placer, para la mujer la dimensión táctil del placer ocupa el quinto lugar y para el hombre el sexto.

chup.jpegPero no podemos focalizar el placer en uno sólo de los sentidos. Más bien, todos se complementan y refuerzan. El sonido se descubre así como otra de las fuentes del placer. Ahora los alimentos no sólo se degustan, sino que demuestran su potencial placentero en la medida que son crujientes, generan chapoteos o emiten un inconfundible chup-chup. Prestigiosas marcas se han especializado en cuidar el sonido del cierre de los bolsos, o los fabricantes de coches se preocupan por el ruido que producen las puertas de los automóviles al cerrarse. Ahora el sonido adquiere una importancia insospechable en el diseño. Se cuida el tableteo de los teclados, el traqueteo de las lavadoras o los timbres de los pisos. Todo sonido debe comportar un cierto grado de placer que regale los oídos. En el estudio dirigido por el profesor Linley, la dimensión auditiva del placer ocupa el primer lugar tanto para hombres como para mujeres. Uno de los mejores placeres auditivos es, paradójicamente, la ausencia de los sonidos. Los momentos placenteros de silencio en casa se combinan con el acceso fácil a la música que más apetece.

aromaterapia.jpgEl olfato no queda a la saga. En el estudio internacional del placer lo olfatito ocupa la segunda posición, en cuanto que dimensión del placer escogida por los que tienen un PQ más alto. Los olores hogareños antaño habituales son sustituidos por una variedad inimaginable de fragancias. Para los escogidos y especializados en el hedonismo olfativo, se han multiplicado las ofertas de perfumes y de aromaterapias. Nos ofrece este nuevo código de placer la posibilidad de disfrutar de mil esencias: de sándalo, cítricas, lavanda, menta. Tampoco podemos olvidar en esta explosión de placeres al sentido del gusto. A principios de los 80 las marcas promocionaban productos con escasas variantes gustativas. A partir de los 90, nacieron nuevos e inimaginables sabores. Las bebidas de cola empezaron a descubrirnos los sabores light y sus múltiples combinaciones. Al inicio del siglo XXI, la explosión de ofertas es comparable al big bang. Sólo, en el verano de 2007, las marcas de cerveza incorporaron ochenta nuevos sabores a los centenares ya existentes. Las combinatorias gustativas parecen infinitas. Incluso en Japón una cervecera ha decidido lanzar una cerveza con raspaduras de chocolate.