Me hice marxista de muy joven al ver por primera vez Sopa de ganso de los hermanos Marx. No entendía nada de su humor y ahí estaba la gracia. Acababa de descubrir el surrealismo. Pensando en el 21-D que se nos avecina me ha venido a la mente -como un rayo- el recuerdo de esa película. Muchos recordarán el estrafalario argumento: Groucho Marx interpreta a Rufus, el presidente de Libertonia, que pretende declarar la guerra a Sylvania. Hasta lo dramático que siempre significa un conflicto, los hermanos Marx lo consiguieron presentar como una hilarante, histriónica e irracional comedia. Más o menos lo que ha ocurrido, ocurre y continuará ocurriendo en Cataluña. Incluso Rufus y su Libertonia, me recuerdan -no sé por qué- a Puigdemont y su Arcadia separatista, temerosa siempre de imaginarios ataques e invasiones.
No en vano, el título de la película aludida Sopa de Ganso, en inglés Duck Soup, en argot norteamericano vendría a significar “pan comido” o “cosa fácil de hacer o conseguir”. Lo han adivinado, es una pretendida referencia a como algunos ilusos creían que iba a ser la independencia de Cataluña: “algo chupau”. Pero al no producirse el anhelado evento histórico, los separatistas parecen empeñados en que su sopa de ganso (sus gansadas, diría yo) se transforme en una sopa de letras interminable, a modo de los juegos de barcos donde, diciendo coordenadas de números y letras, tratas de hundir al enemigo imaginado. Este viernes tocará la coordenada 21-D, que se suma al 13-S (primera consulta ilegal sobre la Independencia en el municipio de Arenys de Munt, en 2009); al 9-N (el butifarrendum de Artur Mas); al 1-O (butifarrendum de Puigdemont); el 10-O (Proclamación de la República Catalana, en 2017), el 10-O (desproclamación de la República Catalana, diez segundos después), al 27-O (cuando el Parlamento regional catalán aprueba iniciar el proceso -interminable- constituyente de la República Catalana).
Pero al no producirse el anhelado evento histórico, los separatistas parecen empeñados en que su sopa de ganso (sus gansadas, diría yo) se transforme en una sopa de letras interminable
Y lo demás ya son rememoraciones en plan bucle como el día de la marmota. El 9-N de 2018, se celebró el 9-N de 2016; El 1-O de 2018, se celebró con revueltas el primer aniversario del 1-O de 2017; 21-D de 2018, se celebrará con gansadas callejeras el primer aniversario de la convocatoria de elecciones de 2017 bajo la aplicación del 155, y así sin parar otros 300 años. Pensándolo bien, los niños que les toque estudiar historia de Cataluña dentro de una década, se van a volver tarumbas con tanta sopa de letras y fechas; y si suspenden los exámenes será por culpa del Estado español que ha obligado prolongar hasta el hartazgo el relato nacionalista. Y eso es lo malo que tiene las independencias que nunca llegan, que necesitan urgentemente y sin cesar crear hitos artificiales. Da igual que se paralice la economía, que se vayan empresas, que reine la desmoralización, la tensión y la desconfianza, que te quemen el coche, destrocen tu barrio o detengan los trenes que te llevan al trabajo o a casa. Lo importante es tener otra fechita para el calendario del “prucés”. Y no dudamos que lo conseguirán este viernes, pero de ahí no pasará la cosa a menos que tengan el muerto que buscan con morbosa avidez (de momento el aniversario de la muerte de Jesús Laínez, nadie parece querer recordarlo).
Y eso es lo malo que tiene las independencias que nunca llegan, que necesitan urgentemente y sin cesar crear hitos artificiales.
Al separatismo le urge la tragedia: la vía eslovena propugnada por Quim Torra, o la de Kosovo recién rescatada por Puigemont. Porque como bien decía la exmonja olvidada, Forcadas, y algún que otro iluminado como Agustí Colomines, si no hay muertos esto de la independencia no es serio. Y por desgracia en cierta medida es así. Los procesos de independencia si no son trágicos se convierten en la parodia marxiana de Libertonia contra Sylvania. De ahí que Torra aliente a los cachorros separatistas a “apretar” al Estado español, y de paso le pida a Pedro Sánchez 8.000 millones de euros para tapar algunos agujerillos provocados por el “prucés”. Unos dineros que se acumulan a los 80.000 millones entregados, del Fondo de Liquidez Autonómica, por los diferentes gobiernos centrales desde que se empezó este viaje iniciático hacia la nada. “Espanya ens roba” entregándonos a interés cero un fortunón para disimular el fracaso absoluto de la gestión de la autonomía catalana y para financiar a los que quieren destruir España. Ni a Groucho Marx se le hubiera ocurrido un guion tan surrealista.
Menos mal que gracias a Sopa de ganso, de joven, me hice marxista y ahora soy capaz de digerir cualquier sobredosis de surrealismo político.
Javier Barraycoa
Excelente definición del panorama actual!!!!
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La clave está en que hay alguien interesado en resucitar electoralmente al PSOE, y mañana lo vamos a comprobar
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