Parte 1 – El mal del liberalismo
Parte 2 – El mal del inmanentismo
Parte 3 – El mal del narcisismo
Parte 4 – El mal del complejo de superioridad
El complejo de superioridad es la visibilización de otro trastorno que nunca se quiere reconocer: el complejo de inferioridad. Por eso las manifestaciones de externas son lo contrario de lo que las causa. El complejo de superioridad se manifiesta por el exceso de orgullo que a uno le hace sentirse por encima de los demás. Para el individuo o colectivo que lo sufre, los demás siempre están equivocados y hay que enderezarlos. Son arrogantes, altivos, prepotentes. Y ante todo necesitan ser reconocidos. Un texto de uno de los racistas catalanes más curiosos, nos ilustra perfectamente esta descripción clínica. El texto lo entresacamos de la ya citada Herejías de Pompeyo Gener Babot (a) Peius (1848-1920). Peius Gener defenderá ardientemente la superioridad de la raza catalana[1].
En su obra anunciaba su teoría racial: España estaba dominada por elementos semíticos y negroides, excepto en las zonas del norte, especialmente en Cataluña, donde predominaban rasgos arios: “En España, en suma, la población puede dividirse en dos razas. La Aria (celta, grecolatina, goda) o sea del Ebro al Pirineo; y la que ocupa del Ebro al Estrecho, que, en su mayor parte, no es Aria sino semita, presemita y aun mongólica [gitana] (…) Pues bien, la que proporciona la mayoría de funcionarios, de adeptos, y de gente que acata y sufre resignada esa máquina dificultativa del funcionamiento administrativo-gubernamental, es la raza del Ebro al Estrecho de Gibraltar, castellanos, andaluces, extremeños, murcianos etc.”. En tono despreciativo, manifestaba el complejo de superidad con sentencia tales como: “No sabemos ya si el intelecto español, en general, es capaz de progresar y civilizarse a la moderna (…) hay demasiada sangre semítica y berber esparramada (sic) por la península”.
El complejo de superioridad se manifiesta por el exceso de orgullo que a uno le hace sentirse por encima de los demás. Para el individuo o colectivo que lo sufre, los demás siempre están equivocados y hay que enderezarlos.
Este “supremacismo” es el mero escudo del que sufre un complejo de inferioridad. Según los manuales clínicos de psicología, el que lo sufre es en el fondo débil y es fácil de herirle. Por ello, debe articular un relato de superioridad. Nuevamente nos encontramos con esa dualidad no resuelta en el alma catalana que facilita la autoconvicción del relato nacionalista. Pongamos varios ejemplos. Cataluña nunca llegó a ser un reino, ni siquiera una nación (en sentido moderno). De ahí la insistencia de arrebatarle una dignidad superior a Aragón e inventarse aquellos de la “Corona catalano-aragonesa”.
Otra duplicidad constante es el discurso del victimismo: Catilla (o España) nos ha dominado. Sin embargo, si los catalanes pertenecemos a una raza aria y superior, cómo es posible que se nos hayamos dejado dominar por razas inferiores e impuras. La lista sería laga, pero otro ejemplo patente en las contradicciones del relato nacionalista lo encontramos en relación al tema de América. Por un lado, son innumerables los textos nacionalistas que acusan a Castilla, de acometer un genocidio en América. Pero, por otro lado, son innumerables la quejas no permitir a los catalanes viajar a América (¿para colaborar con el genocidio?, nos preguntamos).
Este “supremacismo” es el mero escudo del que sufre un complejo de inferioridad. Según los manuales clínicos de psicología, el que lo sufre es en el fondo débil y es fácil de herirle.
Con una sutilidad maravillosa, el texto de Pla que vamos siguiendo, nos confirma en nuestra propia reflexión. Escribe el ampurdanés: “El arrinconamiento al que aludo -dice Pla- crea en el catalán un sentimiento de inferioridad permanente. Al ser el sentimiento de inferioridad algo doloroso, desagradable y abrumador, el catalán ha realizado, colectiva y, en muchos casos, personalmente, un gran esfuerzo para superarlo: ha hecho todo lo posible para abandonar su auténtica personalidad, para desprenderse de ella, pero no lo ha conseguido. Esto ha dado lugar a una psicología curiosa: la psicología de un hombre dividido, que tiene miedo de ser él mismo, y al mismo tiempo, no puede dejar de ser quien es, que se niega a aceptarse tal y como es y que no puede dejar de ser como es. No son elucubraciones mías, son hechos.
Son las señales típicas del complejo de inferioridad”. Y prosigue: “La enfermedad catalana yace en el subconsciente del país … El catalán es un fugitivo. A veces huye de sí mismo y otras, cuando sigue dentro de sí, se refugia en otras culturas, se extranjeriza, se destruye; escapa intelectual y moralmente. A veces parece un cobarde y otras un ensimismado orgulloso. A veces parece sufrir de manía persecutoria y otras de engreimiento. Alterna constantemente la avidez con sentimientos de frustración enfermiza. Aspectos todos ellos característicos de la psicología del hombre que huye, que escapa […] La careta que lleva puesta toda su vida le causa un febril desasosiego interno. Es un ser humano que se da -que me doy- pena”[2]. Duras son estas palabras de Pla, y aunque escritas hace décadas, hoy cobran una relevancia especial para entender los desvaríos del nacionalismo. Por tanto, cabe preguntarse, cuál es el remedio ante estos males.
Javier Barraycoa
NOTAS:
[1] Hemos de recordar que Gener fue, de joven, un entusiasta partidario del sexenio revolucionario y posteriormente de las tesis catalanistas de Almirall, así como defensor de tesis nietzscheanas y anticristianas.
[2] Josep Pla, Op. cit.
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Yo lo he visto es que los catalanes e independentistas son inferiores en calidad moral a lo que yo soy y me dan bastante asco.
Estos nazis hitlerianas son inferiores, de inferiores nada pero daño en lo que yo sé y sé que José Ortega y Gasset lo que dijo como político sobre los catalanes son estupideces de un supuesto gran filósofo, pero Felipe González y José María Aznar tenían que tener vigilados a los catalanes diariamente para que no desmadraran como se han desangrado en diferentes siglos y poner a patrullar en el ejército en Las Vascongados y en lugar de neutralizar al mafioso Jorge Pujol, se arrodillaron ante tipejo repugnante.Les pierden la soberbia, la chulería, la adicción al poder y un etcétera de vicios que yo no tengo,
pero yo no sabía cómo se habían comportado los catalanes, me he ido enterando ahora, pero son responsables de haberse sometido al viejo Pujol, sabiendo que hasta Quevedo estaba harto de catalanes.Y a la ETA se les tenía que someter con el ejército no dejando matar a más de 1000 personas.
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Je, je, sólo hay que ver al Guardiola, es el prototipo de ario. Podría estar sacado de un cartel de propaganda del Tercer Reich. Y no hablemos de la pinta de judío de Cambó.
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Estos separatistas estalinistas, solo pueden frenarse con una coalición Social-Patriota; el asociacionismo ha tocado su fin.
Frente a la correa de transmisión de SCC, y el voto «util» a C’s; otra alternativa es posible!.
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