Estructura y psicología de las tentaciones (6): La tercera tentación o la apostasía

 

1.- Estructura y psicología de las tentaciones (1) Introducción

2.- Estructura y psicología de las tentaciones (2): Las tentaciones de Cristo, síntesis de la historia de la humanidad

3.- Estructura y psicología de las tentaciones (3): Los lugares de las tentaciones y su significado

4.- Estructura y psicología de las tentaciones (4): La Primera tentación o primer falso mesianismo.

5.-Estructura y psicología de las tentaciones (5): La Segunda tentación o la falsa Redención

 

 

6-Estructura y psicología de las tentaciones (6): La tercera tentación o la apostasía

.-La tercera tentación

ter4.jpgLa tercera tentación aunque aparentemente es la más grosera intelectualmente, es la más fuerte: ofrece ser rey, a cambio de no ser el Rey, pues para ello debe adorar al diablo. Las dos primeras tentaciones son bajo el condicional de “Si eres el Hijo de Dios ….”. El Diablo utiliza la tentación para intentar –entre otras cosas- descubrir la verdadera naturaleza de Cristo. Arde en deseos en saber si es su enemigo mortal. Por eso la tercera tentación ya no le pide que haga un milagro, como en la primera; o sus ángeles, como en la segunda. El Enemigo ya no quiere descubrir quién es Cristo, simplemente quiere condenarle exigiéndole la adoración como forma de idolatría y aversión a Dios padre. A cambio le entrega el Mundo bajo forma de poder y riquezas; pero Cristo quiere otro Mundo, el de las almas y el de la Historia.

ter2En la tercera tentación, en la alta montaña desde la que se contemplan todos los reinos del Mundo, se produce algo milagroso o sugerente. El demonio implosiona el tiempo y el espacio: ahí le está ofreciendo todos los reino de la tierra habidos, presentes y futuros[1]. Todo ello en un instante. Hay unas sucesiones temporales en el relato de las tentaciones, pero todas pueden haberse sucedido instantáneamente. Nada indica lo contrario en los Evangelios. Toda tentación, contra cualquier alma, puede irse labrando pacientemente (el diablo espera el hambre de Jesús,) o en un instante en que se baja la guardia, se desencadena todo (“Estad alerta”, avisa constantemente Jesús en los Evangelios). Esto es lo que los griegos denominan estigma, o punto, o instante[2].

Las tentaciones van de menos maliciosas a la apostasía[3]. Y es así como actúa el Diablo, primero suele tentar en lo pequeño y con clara apariencia de bien, como señala San Gregorio Magno[4]. Pero al fin se desatará toda su ira (al igual que la tentación fue casi dulce en el Paraíso y será terrible al final de los tiempos). Claramente, en las pruebas que Jesús padece, se mantiene esta lógica en las tentaciones: la primera es casi ingenua y no propone aparentemente nada malo, incluso un bien, proporcionar alimento material. En la última tentación se propone lo más perverso, adorar al Maligno, a cambio de un poder inmenso pero pasajero[5]. Caer en la última tentación sería imposible si no se hubieran aceptado las dos primeras, propone San Ambrosio. Uno, al leer los textos sagrados, descubre cómo Cristo restaura en Él la fuerza para que todo hombre venza la gran tentación. Tras la resurrección sube al monte con los suyos y les dice: “Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra” (Mt 28,18). No podía ser de otra forma, pues, como dice Ratzinger: “sin el cielo, el poder terreno queda siempre ambiguo y frágil”[6]. Otro paralelismo, es el que se establece entre Jesús y Barrabás, pues si Jesús fue tentado para que revelara si es el Hijo de Dios, el significado de Bar-Abbas –señala Ratzinger- significa “Hijo del Padre”.

ter1.jpgSi bien en las anteriores tentaciones, Cristo contesta a las citas bíblicas del Diablo con otras citas sagradas, en la última todo es diferente. Pues esta última tentación desata la Santa Ira del Señor y sus famosas palabras. Así lo explica el Pseudo-Crisóstomo: “Debe observarse que se cometió una grave injuria a Jesucristo cuando fue tentado por el demonio y éste le dijo: «Si eres Hijo de Dios arrójate al abismo». Pero no se turbó ni increpó a su enemigo, mas cuando el demonio le quiso usurpar el honor de ser Dios, indignado lo rechazó diciéndole: «Retírate, Satanás», para que nosotros aprendamos en El a sufrir las injurias de una manera digna, pero que no consintamos que lleguen ni aun al oído las injurias contra Dios. Porque es muy laudable que cada uno sufra con resignación las propias injurias, pero tolerar las injurias del Señor es hasta impío”[7].

Javier Barraycoa

NOTAS:

[1] No debe juzgarse que al manifestarle los reinos del mundo le hiciese ver, por ejemplo, los reinos de los persas, de los medos, de los hindúes, sino que le enseñó su reino; cómo reinaba en el mundo, es decir, cómo reina en unos por la lujuria, cómo en otros por la avaricia”, Orígenes, in Lucam, 30.

[2] Cf. Remigio Vilariño, o.c., p. 120.

[3] Cf. Remigio Vilariño, o.c., p. 120.

[4] San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 16,1. “Pero sépase que la tentación se hace de tres maneras: por sugestiones, por delectaciones y por consentimiento. Cuando nosotros somos tentados, empezamos por la sugestión, cayendo después en la delectación y en el consentimiento, pues obramos según las tendencias del pecado, propagado con la naturaleza, y por ello sufrimos las tentaciones. Pero Dios que se había encarnado en las entrañas de una Virgen, había venido al mundo sin pecado; por ello, ninguna lucha debía sentir en sí. Pudo ser tentado por sugestión, pero la delectación no pudo ofender su inteligencia y por ello, aquella tentación del diablo fue exterior y no afectó al interior”.

[5] “Tres cosas hay que aprovechan para la salvación del hombre: el sacramento, el desierto y el ayuno. Ninguno será coronado, si no pelea bien; y ninguno es admitido al combate de la virtud, si antes no es consagrado con el don de la gracia celestial, lavado de todas las manchas de sus delitos”, San Ambrosio, in Lucam 1, 4 praefat.

[6] Joseph Ratzinger, o.c., p. 58.

[7] Pseudo-Crisóstomo, Opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5.

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