
Alfonso Laurencic, fusilado tras la Guerra Civil, ideó un auténtico museo de la tortura física.
Laurencic era el arquitecto de las checas. Músico de profesión, ideó la instalación del «metrómetro», un aparato de cuerda semejante a un péndulo que emitía un penetrante y continuo tic tac para desesperar a los encerrados en las asfixiantes mazmorras.
Entendido en colores y efectos de luz, combinaba figuras de ilusión óptica en las celdas –los llamados «efectos psicotécnicos»– que hundían el ánimo del recluso. Dibujante, diseñó los «armarios», verdaderos ataúdes en los que el preso, por las exiguas dimensiones del habitáculo, se veía obligado a sostenerse sobre las puntas de los pies.
Mecánico, hizo que se colocase en un orificio hecho en la pared, visible para el preso y manejable desde el exterior por su guardián, un reloj que marcase las horas como uno normal. Sólo que con un truco imperceptible que consistía en acortar el muelle regulador del engranaje para que el reloj adelantara cuatro horas al día.
¿Qué tiene que ver Alfonso Laurencic con (Inmacul)ada Colau?
Pues nada y mucho. A parte por sus devociones por una izquierda ridícula y asesina, cuando uno pasea por Barcelona, sin darse cuenta, se contamina de los colores y obstáculos que Laurencinc usó para torturar a los presos que llegaban a sus manos. Cierto, parece que exageramos, pero no tanto.
Los espacios tácticos, llamados así por los de Colau, provocan -al menos en nosotros- cierto descoloque psicológico. Que cada uno de ustedes observe las imágenes y decida.
COLORINES E IMÁGENES INSOPORTABLES



OBSTÁCULOS



SILLAS ELÉCTRICAS


LUGARES PARA SER ENCERRADOS Y QUE TE VEAN


Podríamos seguir …
TABLEROS Y CÍRCULOS

