Nos dicen que ya ha bajado el suflé del secesionismo catalán tras la pandemia. Y lo negamos. Nos dicen que ya se aleja definitivamente el peligro secesionista. Y lo volvemos a negar. Nos aducen como prueba que el independentismo está desgastándose en guerras internas y que para colmo se están imponiendo sentencias judiciales que obligan a los centros educativos, donde lo pidan los padres, a cumplir el 25% de lengua castellana. Todo un triunfo para el llamado “constitucionalismo”. Error de análisis.

El proyecto independentista está más vivo que nunca. Podríamos aducir que siguen manteniendo mayoría en el Parlamento autonómico. Podríamos argumentar que tienen todo el control de los medios públicos y subvenciones de la Generalitat. Podríamos decir que electoralmente mantiene músculo suficiente para seguir ganado elecciones o pactos post electorales. Pero estos son sólo argumentos de superficie. Los de profundidad, los que no se ven, son otros más refinados.

Es un error pensar que el separatismo se constituye bajo el Eje ERC, JuntsxCat (los del excéntrico Puigdemont) y los hijos de la decadente burguesía catalana, léase la CUP. Realmente, el separatismo pivota entre ERC y el PSC, y se apoya disimuladamente cuando lo necesita en los Comuns (la versión catalana de Podemos). La estrategia frentista practicada en 2017 representó un batacazo tremendo del separatismo que fue subsanado por la estrategia que Iceta marcó al PSOE: liberación preventiva de los presos golpistas, apertura de una fantasma mesa de negociaciones y aquí no ha pasado nada.

Es un error pensar que el separatismo se constituye bajo el Eje ERC, JuntsxCat y los hijos de la decadente burguesía catalana, léase la CUP. Realmente, el separatismo pivota entre ERC y el PSC, y se apoya disimuladamente cuando lo necesita en los Comunes

El independentismo, liderado por ERC desde el gobierno de la Generalitat, cuenta con el condicional y precario apoyo de JuntsXCAT y la CUP. Pero ERC lo tiene claro, si le traicionan los otros dos partidos separatistas, siempre podrán contar con el PSC y los Comuns. Y aunque lo callan, eso lo sabe cualquiera que tenga un poco de olfato político. Muestra de ello es el asombroso pacto por la lengua al que han llegado ERC, el PSC y los Comuns. Sin ruborizarse, ERC “renuncia” a la inmersión lingüística y “cede” un 25% al castellano (gracias), cuando la ley afirma que las dos lenguas cooficiales han de ser vehiculares e impartirse “un mínimo de un 25%” en español.

Nuestra lectura es la siguiente. Hasta ahora, con la permisión absoluta de los gobiernos centrales, la Generalitat ha practicado de facto una inmersión lingüística total y contra la realidad social de Cataluña donde más de un 65% de los niños tienen como lengua materna el castellano. Tras muchas décadas, se ha empezado a luchar para que los padres lleven a los tribunales a aquellos institutos que no cumplen con ese mínimo del 25% y los juicios se van ganando uno detrás de otro. Ello implica que se ha puesto en marcha un dominó que puede acabar con el fraude de ley que hasta ahora aplicaba la Generalitat.

Y eso no lo podía permitir el PSC. De ahí el que se ha pergeñado ese pacto por la lengua. La separatista de ERC ha aceptado la propuesta del PSC pues con este pacto se cambiará “un mínimo de un 25%”, por simplemente “un 25% en español”, sin posibilidad que los padres soliciten más clases en castellano. Ceder un poco para ganarlo todo, que diría algún estratega militar. JuntsXCAT y la CUP han protestado, la Plataforma per la Llengua ha protestado, los profesores catalanistas han protestado. Pero todos con la boca algo pequeña, pues entienden que para su desgracia esa es la estrategia que toca para conservar su hegemonía.

Y aquí viene cuando la matan. En Cataluña, hay especialmente dos asociaciones que están luchando contra la inmersión lingüística. Una es la Asociación por una Escuela Bilingüe (AEB), la otra es “Hablamos español” (junto a Convivencia Cívica Catalana). La primera cuenta con el beneplácito de los todos medios y especialmente del PSC. De ahí que no sea de extrañar que limiten su lucha a conseguir ese 25%, del que se pavonean como una gran victoria del castellano en la escuela y una derrota de la Inmersión.

Por eso el sistema monta, financia y apoya asociaciones aparentemente españolistas y constitucionalistas que lo único que hacen es el juego a los que quieren que el separatismo triunfe, pero por la puerta de atrás, no sea que se note mucho. Sí claro hablamos del PSC

Por otro lado “Hablamos español” postula que ese 25% es un mínimo minimorum y que el objetivo real es conseguir la libertad total de los padres para escoger la lengua vehicular de sus hijos. Pero “Hablamos español” molesta al sistema y por eso la acallan los medios; molesta a los partidos como el PP que denuncian la inmersión lingüística en Cataluña, pero la aplican a rajatabla en Galicia o mete el dedo en las llagas de las traiciones del PSC.

Y estos son pecados que los que ostentan el poder no perdonan jamás. Por eso “Hablamos español” es constantemente atacado o silenciada. Por eso los periodistas reciben llamadas (y de cierto lo sabemos) para que difamen o no publiquen nada sobre esta asociación que está consiguiendo grandes logros en Vascongadas, Cataluña, Valencia o Baleares.

Por eso el sistema monta, financia y apoya asociaciones aparentemente españolistas y constitucionalistas que lo único que hacen es el juego a los que quieren que el separatismo triunfe, pero por la puerta de atrás, no sea que se note mucho. Sí claro hablamos del PSC. Por eso, este cáncer de España tiene sus fontaneros (podríamos decir nombres y apellidos), disfrazados de “constitucionalistas”, y ni siquiera de patrioteros, porque dicen defender el Estado español, pero no a España. En fin, cada palo deberá aguantar su vela y cada responsable su conciencia. Aunque dudamos que algunos la tengan.

Javier Barraycoa

Publicado en Reino de Valencia nº 135, mayo 2022