175 años de carlismo catalán: el carlismo catalán durante la restauración(3)

 1.- Claves historiográficas de discusión sobre el origen del carlismo catalán.

2.- La peculiaridad del carlismo catalán

 

  1. El carlismo catalán durante la restauración
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Luís María Llauder

Ante la dificultad más que evidente de tratar de resumir el carlismo durante la restauración, simplemente señalaremos algunos rasgos dignos de tener en cuenta para ser profundizados por futuros historiadores. Hay que señalar en primer lugar la eclosión –siempre dificultosa- de la prensa carlista, especialmente en Cataluña. Tras la Guerra, en 1876, Manuel Milà y de la Roca fundaría El Correo catalán. No creemos equivocarnos si decimos que la prensa tradicionalista catalana marcó un proceso de modernización en la prensa carlista de España y la prensa general. Queremos destacar la persona de Luís Mª Llauder, director de El correo catalán, fundador de la Hormiga de Oro, potenciador de editoriales y publicaciones carlistas. Fue un hombre de visión preclara sobre el papel cultural que debía jugar el carlismo en tiempos de paz. Su prestigio fue tal que, tras la escisión integrista, y la pérdida de El siglo futuro para la organización carlista, Carlos VII le encargó la fundación y dirección de El Correo español.

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El Correo Catalán

Los círculos carlistas son otro de los temas pendientes de estudio y revisión. A lo largo de la restauración, especialmente en las postrimerías del siglo XIX los nuevos círculos carlistas iban adquiriendo una fisonomía peculiar. Jordi Canal ha llegado a afirmar que los círculos carlistas de entonces son los primeros “locales políticos” en sentido moderno, cuya forma de actuación y organización sería copiada posteriormente por los otros partidos. En mismo historiador ha analizado en profundidad el antiguo círculo tradicionalista de Olot. De él se pueden desprender muchas novedades a la hora de estudiar el carlismo de aquella época. Por ejemplo, que más del cincuenta por ciento de afiliados era artesano o trabajador asalariado. Poco a poco, siendo el mismo, el carlismo iba abandonado su composición esencialmente rural y se iba asentando en los núcleos urbanos y en las clases trabajadoras.

Los círculos carlistas son otro de los temas pendientes de estudio y revisión. A lo largo de la restauración, especialmente en las postrimerías del siglo XIX los nuevos círculos carlistas iban adquiriendo una fisonomía peculiar.

DD4XdZFWAAUxDvP.jpgTambién cabe destacar otra de las líneas de investigación de Jordi Canal, aunque todavía no ha dado lugar a publicaciones. Por conversaciones privadas y referencias en algunos artículos, podemos saber que este historiador defiende la tesis de que el carlismo, por esa época, empezó a constituirse como una sociedad “paralela”. Los círculos carlistas tuvieron la capacidad no sólo de aglutinar a los carlistas, sino también de dotarles de un servicio de protección que aún el Estado era incapaz. En los círculos carlistas se organizaron mutuas de socorro, cajas comunes para necesidades en caso de paro o enfermedad, escuelas nocturnas y un sinfín de servicios. En cierta medida, podemos decir que lo que se afirmaba como teoría, se intentaba poner en práctica en los círculos carlistas.

El-liberalismo-es-pe.pngEn la medida que la Restauración se consolidaba, la participación política y electoral se hizo indispensable para la supervivencia. Nos adentramos ahora en uno de los momentos históricos más complejos de analizar del carlismo catalán. Nos referimos a su participación en 1907 en la famosa Solidaritat catalana. El carlismo se alió con el catalanismo incipiente y grupos republicanos federalistas, para hacer un frente común al gobierno de Madrid. Los motivos de esa alianza son complejos y no podemos ahora resolverlos[1]. Contrasta precisamente con la alianza que unos pocos años antes el carlismo catalán buscó con el integrismo de los seguidores de Sardà y Salvany para oponerse a la Unión Católica de Pidal. Esta agrupación contó con el beneplácito y apoyo del catalanismo catalán que pretendían “modernizar” el catolicismo catalán y causó el rechazo del carlismo que veía en Pidal un proyecto meramente liberal.

De hecho, el carlismo catalán buscó formas para hacerse presente en la vida pública. Así, del carlismo catalán surgirían posteriormente iniciativas como los Sindicatos Libres

46460824.jpgLa relación del carlismo catalán y el catalanismo es compleja y merecería un libro aparte. Autores como Solé Tura, y tantos otros, han querido ver en el carlismo un antecedente del catalanismo[2]. Pero la tesis de Vicens Vives nos parece más oportuna. El padre de la historiografía catalana contemporánea, resalta cómo los que serían los grandes líderes de la Lliga, años antes de su fundación, fueron Diputados del Partido conservador, partidarios de la monarquía liberal. Ello no quita que personajes carlistas, como Miquel Junyent, que fuera Jefe regional de Cataluña, asumieron entusiastamente el proyecto de la Solidaritat catalana al que adhirió El Correo catalán, a pesar de la resistencia de ciertos núcleos carlistas.

La asociación electoral permitió que el carlismo catalán llevara a Madrid tres diputados, cosa que no se conseguía desde hacía décadas. Sin embargo, la crisis de la Solidaritat permitió que la Lliga se aprovechara de la situación y un goteo de carlistas acabaron militando en la Lliga de Cambó. Ejemplo de ello son hombres de extraordinaria valía como Bardina o Esterlich. Pero no se piense que todo el carlismo realizó una aproximación al catalanismo. De hecho, el carlismo catalán buscó formas para hacerse presente en la vida pública. Así, del carlismo catalán surgirían posteriormente iniciativas como los Sindicatos Libres, que se fundaron en el Ateneo obrero tradicionalista. Entre los hombres del Sindicato se encontraron requetés que tendrían un gran protagonismo durante la república.

NOTAS:

[1] La Solidaritat Catalana fue el resultado del ataque de algunos militares a las redacciones de las publicaciones catalanistas del Cu-cut y La Veu de Catalunya. El motivo fue un chiste desafortunado aparecido en las páginas Cu-cut contra los militares. Este incidente no tenía por qué producir tal reacción, como constituir una plataforma electoral. Sólo es explicable esta reacción por la conjunción de muchos intereses opuestos: por un lado el catalanismo político empezaba a constituirse en una fuerza real y deseaba hacerse valer ante el gobierno español aunque eran unos devotos monárquico libelares, los viejos republicanos federalistas aborrecían, al igual que los carlistas, la monarquía liberal y suspiraban por los fueros. Y, por último, el catalanismo político aún no había evolucionado y su discurso político era muy semejante al del carlismo. El catolicismo de ese primer catalanismo no difería mucho del propugnado por el carlismo. Sin embargo esta alianza contra natura, saltó hecha pedazos tras la Semana trágica de 1909.

[2] Cf. Jordi Solé-Tura, Catalanismo y revolución burguesa, Cuadernos para el diálogo, Madrid, 1974, p. 32.

5 comentarios en “175 años de carlismo catalán: el carlismo catalán durante la restauración(3)

  1. Solidaritat Catalana, es el argumento del Partir «Carli» Catala y de los agentes de la usurpación, los Borbón-Parma y sus seguidores, para esgrimir un federalismo y confederalismo que nunca han sido propios del Carlismo. Los carlistas crearon los Sindicatos Libres, pero estos fueron copados por los agentes de la patronal convirtiéndose en sindicatos amarillos; los carlistas conscientes de aquella manipulación abandonaron estos sindicatos.

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  3. Se olvida generalmente que cuando surge la Solidaridad Catalana, tanto el carlismo como el integrismo estaban realizando una intensa campaña contra las leyes anticlericales (o mejor dicho anticatólicas) del gobierno del partido liberal. Como bien apunta Barraycoa, el catalanismo de Prat de la Riba era católico (o decía serlo al principio) e iba también en esa línea. Es significativo el banquete en Vic de 1906 en el que se abrazaron Miguel Junyent (que ya era director de El Correo Catalán pero hasta 1914 no sería jefe regional) y el integrista Mariano de Rocafiguera, imitando el abrazo entre Mella y Nocedal en Tafalla que había puesto fin al enfrentamiento entre carlistas e integrista 18 años antes. A ese banquete acudieron también los catalanistas. Véase, «Mitin de Vich», «El Siglo Futuro» (5/1/1907): http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0000264454&page=1

    Poco importa cual fuera el origen de la Solidaridad Catalana (los carlistas siempre tuvieron respeto por el Ejército y veneración por la bandera nacional); lo cierto es que para los carlistas la Solidaridad fue una herramienta para aumentar la representación tradicionalista en Cortes y denunciar el centralismo liberal y anticlerical. Los republicanos tendrían otra visión distinta de la Solidaridad, obviamente. De esto había un precedente: durante el Sexenio Revolucionario, carlistas y republicanos también había ido coaligados en alunas circunscripciones (no en todas), pero por mera conveniencia política para ambos, no porque tuvieran afinidad ideológica (de hecho, eran antagónicos).

    En cuanto al comentario de José Ubalde: hay mucho mito en lo de que los Sindicatos Libres estaban al servicio de la patronal. En líneas generales no parece ser cierto. Lo que sí es cierto es que estaban en contra de los terroristas del Sindicato Único (CNT) que querían ser el único sindicato obrero (como su nombre indicaba) y mataban literalmente a los sindicalistas que les hacían competencia. Los libres simplemente respondieron con violencia a la violencia anarquista.

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