Las guerras mediáticas

 

Hubo un tiempo en el que las guerras se ganaban o perdían en los campos de batalla. Hoy, los campos de batalla sirven para ratificar una previa victoria mediática. La capacidad de los medios para interpretar la realidad o dirigir la opinión pública es tan importante como la más sofisticada de las armas.

cortina de humo

La película Cortina de humo, protagonizada por Robert de Niro y Duftin Hoffman, proponía la creación mediática de un falso conflicto en Albania, con el fin de entretener la opinión pública y garantizar la reelección del presidente de los Estados Unidos. Esa ficción fílmica no está lejos de la realidad. En la Guerra de Kosovo se demostró que la infantería era innecesaria para ganar las guerras modernas. Con el dominio del aire por parte de la aviación podía doblegarse fácilmente un ejército. En años recientes, sin embargo, otro componente se ha sumado a las nuevas estrategias de guerra: el control mediático. Si bien la propaganda ha formado parte de las guerras modernas, los conflictos posmodernos exigen un control total de la opinión pública y un tratamiento especial tanto de imágenes como de informaciones. Las guerras se ganan antes de iniciarse.

La fuerza de la imagen

Comentarios sobre la sociedadGuy Debord en su obra Comentarios a la sociedad del espectáculo ironiza afirmando que: “el idiota piensa que algo es verdad si un comentario determinado va acompañado de una imagen bonita”. La fuerza de una imagen, convenientemente comentada, en las sociedades dominadas por los medios audiovisuales, ha obligado a cambiar los parámetros de la “verdad informativa”. En pocos decenios la transformación ha sido sustancial. Un paradigma de este cambio lo encontramos en el célebre Marshall Mcluhan. El gran teórico de los medios de comunicación anunciaba el nacimiento de las “sociedades audiovisuales”. Éstas serían sociedades cuyos sistemas de comunicación dejarían de centrarse en la oralidad y en la escritura, para centrarse en la imagen. Según Mcluhan, durante siglos, en nuestra cultura -en creciente proceso de alfabetización- se interpretó la realidad según una lógica lineal o teleológica (donde todo debe tener un principio y un final). Era una lógica derivada de la propia escritura que exige una estricta lógica formal y teleológica. En este tipo de culturas alfabetizadas , todo tipo de comunicación e interpretación debe quedar sometido a una lógica racional y finalística. Sin embargo una cultura fundamentada en la imagen -continúa Mcluhan– perdería esa capacidad lógica, para someterse a interpretaciones “irracionales” fundamentadas en imágenes desconectadas entre sí. En cierta medida, Mcluhan profetizó lo que serían los telediarios posmodernos.

guerra-irak-portadas-644x362--644x362Así, nos hemos acostumbrado a un tipo de informaciones derivadas de imágenes televisivas convenientemente comentadas por los directores de los informativos. Tras el telediario de turno la noticia deja un poso valorativo y la incapacidad en el televidente de contrastar la noticia con una lectura atemperada y profunda. En la medida que desciende en Occidente el número de lectores de periódicos y aumentan las horas dedicadas a la televisión, nuestra cultura se “audiovisualiza”. En ese sentido la modulación de la opinión pública se hace fácil e inmediata. Durante la Primera Guerra del Golfo, la audiencia norteamericana pudo ver un reportaje en el cual una enfermera kuwaití relataba cómo los soldados irakíes habían asesinado bebés de un hospital, sacándolos de las incubadoras y dejándolos morir en la calle. La opinión pública norteamericana se volcó con a favor de la guerra. Con los años se supo que la enfermera no lo era tal, sino la hija del embajador kuwaití y que no había estado nunca en su país. En su momento, unas imágenes, con los adecuados comentarios, alteraron una opinión reacia a la guerra. Desde entonces, los Estados Unidos han puesto especial cuidado en el trato de las imágenes de guerra. Su gobierno es sabedor que una guerra no sólo se gana con las armas, sino también con la opinión pública.

El 11 de septiembre y la industria del entretenimiento

spiderman.jpegEl control mediático norteamericano se ha intensificado especialmente desde el tristemente famoso 11 de septiembre. Especialmente significativa ha sido la dinámica que ha tenido lugar en la industria del entretenimiento. Los atentados paralizaron películas como Daño colateral, de Andrew Davis, con un Arnold Schwarzenegger en el papel de bombero vengativo tras un atentado terrorista. El 11 de noviembre de 2001, Karl Rove, consejero de George Busch, se entrevistó con la cúpula de los estudios cinematográficos. De la reunión se desprendieron varios acuerdos relacionados con la producción audiovisual: no revivir el trauma del 11 de septiembre en la pantalla, exaltar el poderío militar norteamericano, afianzar el sentimiento de seguridad y la no criminalización de los musulmanes. Para evitar ahondar en el doloroso recuerdo del 11 de septiembre, la película Spiderman hubo de borrar digitalmente las torres gemelas y la escena en la que un helicóptero se estrellaba contra ellas. Men in black 2 trasladó la batalla final al edificio de la Chrysler en Nueva York, ya que en el guión original se desarrollaba en las torres neoyorkinas. También el video juego Flight simulator 2002 vio desaparecer las famosas torres.

Desde entonces, el Pentágono ha incentivado series de televisión patrióticas, como Piloto de combate de la CBS o Perfiles desde el frente de la ABC o Diarios militares, con imágenes grabadas por los propios soldados con cámaras digitales. Mientras tanto Hollywood ha puesto en marcha películas que tratan oblicuamente de sutiles enemigos que se inflitran en la sociedad americana. Así se estrenó Señales de Night Shymelan, y protagonizada por Mel Gibson, donde unos granjeros se enfrentaban a una misteriosa invasión extraterrestre. Igualmente, llegaba a las pantallas Pánico nuclear de Phil Alden Robinson o xXx de Rob Cohen. En ambas, Norteamérica tiene que enfrentarse al terrorismo internacional. Paralelamente, películas como The recruit, de Al Pacino o The Agency, con Beau Bridges, exaltan la guerra sucia de la CIA contra los enemigos del país. La cooperación de los guionistas de Hollywood y el gobierno ha alcanzado su punto álgido con la creación de escenarios virtuales para la prevención de guerra terrorista. El proyecto corre a cargo del Pentágono y del Institute for Creative Technologies, creado por el Ejército en la University of Southern California. En este trabajo conjunto, entre los servicios de seguridad y los guionistas hollywoodenses, se proponen simulaciones, por medios informáticos, de posibles situaciones de peligro para la seguridad nacional.

El imperio de los medios

NewsCorpGroup

Corporación mediática de Murdoch

Pero las influencias del gobierno norteamericano no se limitan a la industria del entretenimiento. También tratan de alcanzar todos los medios de comunicación. Poco antes de iniciarse la Segunda guerra del Golfo, el gobierno norteamericano constituyó el “Comité de Influencia Estratégica”. Se trataba de un comité cuya aparente finalidad era coordinar las informaciones sobre la guerra. Al poco estalló el escándalo, al saberse que se trataba de un intento más de preparar la opinión pública mundial para la aceptación de la guerra. El escándalo salpicó a reputadas Agencias de información como Reuters o France Express, que habían cedido a los favores norteamericanos. Empero, para controlar la opinión pública no hacen falta las iniciativas del Gobierno. El poderío mediático norteamericano, que engloba a más de mil cadenas de televisión, ha apoyado sin recelos la reciente Guerra del Golfo. El combate mediático ha sido liderado por la News corporation de Rupert Murdoch. A través de la Fox News, integrada en la News Corporation, se han generado los discursos “políticamente correctos” sobre la guerra. Si bien la Fox es considerada la más patriótica de las cadenas, la CNN, tachada de progresista, no se ha quedado corta en la exaltación de la guerra.

time-warner-empire-logos.jpgMuchos se preguntan qué ha sido de la famosa pluralidad de la opinión pública americana. La respuesta es sencilla, la práctica mayoría de los medios norteamericanos, que comprenden más de 1.700 diarios, 11.000 revistas y 9.000 radios, han quedados concentrados en manos de diez gigantescas corporaciones entre las que se encuentran, Viacom, News Corporation o Time Warner. En los últimos años han sido modificadas las leyes anticoncentración. Ello ha permitido que esas diez corporaciones acaparen casi el 90 por ciento de la audiencia mediática. En Estados Unidos existen 300 reconocidos lobbistas que durante años han trabajado para lograr las modificaciones legales necesarias que han permitido esa macro concentración de medios. Así, la Comisión Federal de Comunicaciones, organismo encargado de velar por la libertad de mercado, poco a poco ha perdido fuerza e iniciativa. Los intercambios de favores entre la clase política y los lobbies son tan intensos que todos se han puesto fácilmente de acuerdo para modular la opinión pública mundial en favor de la guerra. Ni siquiera los medios más progresistas -los “liberal media” que incluyen Disney (ABC), General Electric (NBC) o America Online (CNN)– se han opuesto a la misma.

Una guerra mediática

fotos.jpgEl despliegue mediático y de control “audiovisual” durante la reciente Guerra del Golfo ha sido espectacular. Nada se ha dejado al azar. Las federaciones deportivas, por ejemplo, enviaron cartas a todos los deportistas de elite advirtiéndoles de las normas de comportamiento cuando suena el himno nacional antes de los partidos. Se proponían normas tal y como no mascar chiclé, o se daban consejos sobre cómo colocar la mano en el pecho al sonar los acordes patrios. Las emisoras de radio por su parte, prohibieron la difusión de canciones “pacifistas” como el famoso “Imagine” de John Lennon; o en los populares Talk shows se llegó a insultar y no dejar participar a los que mostraban opiniones disidentes respecto a la participación norteamericana en la guerra. Por su parte, las televisiones se negaron a exponer las imágenes irakíes de prisioneros norteamericanos, o las imágenes de sus propios cámaras con cadáveres de marines. También los periodistas desplazados al conflicto tuvieron que firmar un complejo contrato con más de cincuenta cláusulas que reducían hasta límites desconocidos su capacidad de informar. Estos periodistas, denominados “incrustrados” por ir adosados a las unidades de combate, sólo pudieron ejercer un periodismo de la “anécdota” y de las “pequeñas vivencias”. Su labor informativa colaboró para ofrecer a la audiencia americana la imagen de una guerra humana llena de entrañables historias de soldados. Nada, por tanto, de análisis geopolítico o de comentarios sobre estrategias militares. Nada de juicios, nada de prejuicios.

newsweek-magazine-2003-april-14-saving-pfc-jessica-lynch-inside-baghdad-sars-nl-c6b68cf3da9e6188fb5c04b822503cab.jpgEl colmen de la información de entretenimiento la obtuvo el secuestro y rescate de la soldado Jessica Lynch. El suceso fue aprovechado por todas las cadenas de televisión para recuperar una audiencia exigente y cansada siempre de las mismas noticias. La NBC y la CBS pujaron por un contrato con la soldado para planificar el rodaje de una película sobre su experiencia bélica. Las cadenas norteamericanas tienen pensado estrenar la película en pocos meses. Mientras que la soldado Lynch gozaba hasta de una portada en el Newsweek, otros secuestrados como el soldado Kielhl no tuvieron esa suerte. Su familia hubo de buscar en la página web de Al Yazira para enterarse que había muerto, ya que ni los medios ni el ejército se dignaron informarles de su secuestro. Los medios tenían suficiente con un héroe. Era tradicional en el ejército norteamericano enterrar y honrar a los “soldados desconocidos” tras sus contiendas. Tras la Primera Guerra del Golfo, y gracias al control exhaustivo ya no quedan soldados desconocidos, pues todos las bajas son reconocidas y enterradas. El ejército se limitó entonces a un simbólico entierro del “Soldado desconocido”. En las nuevas “guerras mediáticas” ya no hacen falta soldados desconocidos -que desmoralizan a la opinión pública- sino “héroes mediáticos”.

© Javier Barraycoa

2 comentarios en “Las guerras mediáticas

  1. En la medida que desciende en Occidente el número de lectores de periódicos y aumentan las horas dedicadas a la televisión, nuestra cultura se “audiovisualiza”.

    Si antes eran los periódicos de papel, éstos fueron substituidos por los diarios interactivos en Internet, y estos ya están sufriendo lo mismo que sus primeros ( los periódicos de papel ) ya que al estar todo controlado y politizado, desde un punto previamente marcado, la gente opta por meterse a periodista ocasional, pero todavía es pronto saber quién desbancará a éstos últimos o si aparecerá en el futuro la censura directa, pues la autocensura se ha impuesto ; sin ser propiamente dicho autocensura ya que hay unas premisas legales previas que se han convertido en dogmas de fe antinaturales ; acaso con lo que se conoce como delito de odio y otras hierbas de botica.

    El artículo es acertado, y describe, con ejemplos, una situación anómala en Occidente, porque hemos confiado en el enemigo aun sin saberlo, claro. En una sociedad donde todo se disfraza según qué intereses el enemigo surge como aliado y otras como algo positivo y negativo al mismo tiempo, según el sitio viisitado por un consumidor, ya que de eso se trata de controlar a la gente en todo tipo de aspectos casi usurpando a las propias leyes que también provienen de los ya adjuntos ejemplos.

    Muy bien explicado, puro sentido común, sin duda, todo las observaciones expuestas aquí. Artículo, que, además, hace pensar, pausadamente.

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  2. Y no es de hoy, porque ya señaló Vázquez Mella la relación y el efecto:
    «rebaño de siervos dirigidos por el látigo de los tiranuelos parlamentarios y las plumas de los rotativos.»

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