El espacio público, arte urbano y crisis litúrgica: arte urbano (5)

 

El arte urbano

Tradicionalmente se ha considerado la arquitectura como el “arte espacial” y de las limitaciones. Igualmente, en cuanto que arte, la arquitectura reúne en sí tanto la belleza como la utilidad[1]. Sin embargo, la arquitectura moderna, en sus diseños de los espacios tanto privados como públicos, parece romper con este canon clásico y alejarse a veces tanto de la funcionalidad como de la belleza. Heidegger en una famosa conferencia titulada Construir, habitar, pensar[2] denunciaba el absurdo del “construir por construir” en el que estamos cayendo ya que las construcciones que no son viviendas deben estar ligadas de alguna forma al habitar. Incluso para Heidegger la sociabilidad debe estar presente en los espacios públicos. Pero la nueva arquitectura parece encaminada a huir de esta función.

guUno de los arquitectos de mayor influencia mundial y representante de la nueva arquitectura es Frank Gehry. Sus obras son un reflejo de la arquitectura posmoderna que busca que el edificio en sí sea un símbolo y de él emane un conjunto de significados. Uno de los edificios más emblemáticos de Gehry es el Museo Guggenheim de Bilbao (España), cuya extraña forma simboliza un cruce figurativo entre un transatlántico hundido y una nave espacial estrellada (todo un símbolo del futuro de nuestra civilización tecnológica)[3]. En los edificios de Gehry y en la escuela que le ha seguido encontramos unas características comunes. Por un lado, edificios desproporcionados a la habitabilidad del hombre, como significando que el hombre ha quedado superado por la arquitectura y la casa ya no es para él, sino él para la casa.

Incluso para Heidegger la sociabilidad debe estar presente en los espacios públicos. Pero la nueva arquitectura parece encaminada a huir de esta función.

Por otro lado, la tendencia a desconectar el diseño interior del edificio con la fachada. De tal forma que el exterior del edificio no debe traslucir qué funcionalidad interior tiene el edificio. El caso extremo y opuesto son las catedrales medievales donde la fachada trasluce nítidamente lo que acontece dentro del templo. De ahí que sus fachadas se transformaran muchas veces en auténticas catequesis de piedra. Por último, la arquitectura posmoderna rechaza la posibilidad de establecer una línea de continuidad entre lo antiguo y lo moderno. Por eso, en numerosas ciudades, las edificaciones antiguas queden “irrumpidas” por diseños ultramodernos que más que sintetizar, manifiestan una oposición irreconciliable entre dos épocas y, por tanto, rechazan la tradición; esto es, explicar el presente por su pasado.

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Arte minimalista

Gehry ha reconocido influencias “minimalistas” en sus diseños arquitectónicos. El minimalismo es la corriente artística más omnipresente en la actual arquitectura urbana, además de ser la que cuenta con unos principios filosóficos que la sustentan. La importancia del minimalismo es que, mientras que arquitectos como Gehry aplican sus principios muchas veces en construcciones privadas, éste ha influido en los espacios públicos como las plazas. Entre las características del minimalismo podemos señalar algunas que reflejan un tipo de hombre y de arte. Para los minimalistas, por ejemplo, era fundamental: “eludir la intervención física del artista, que en un principio se limita únicamente a idear el proyecto de sus esculturas”[4]. Con ello se quiere representar la muerte de la relación entre el artista y la obra de arte. Otra característica del arte minimalista es el recurso a materiales industriales para conseguir una estética fría y sin vida. Por último, podríamos resaltar la tendencia a eliminar de las obras escultóricas todo tipo de ornamento por considerarlo superfluo y, por tanto, rechazar la búsqueda de la belleza. Este tipo de esculturas son las que han poblado las denominadas “plazas duras” que han aparecido en todas las ciudades occidentales.

 

[1] Cf. Gillo Dorfles, El devenir de las artes, FCE, México, 1993, 3ª reimp., p. 111. (título original: Il divinire delle arti)

[2] Bauen, Wohmen, Denken, dictada en 1951.

[3] Gehry es autor también de una Escultura de Pez, en la ciudad de Barcelona. La escultura representa teóricamente un Leviatán de oro decapitado y se sitúa en la ciudad olímpica entre dos rascacielos que representarían la puerta de Hércules. Algunos ven otro significado al conjunto arquitectónico. Los dos rascacielos representarían las dos columnas del templo masónico y el pez decapitado representaría a Cristo muerto.

[4] Marie-Claire Uberquoi, ¿El arte a la deriva?, Debolsillo, Barcelona, 2004, p . 52.

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