En la iglesia latina hemos arrinconado nuestra música sacra y hemos despreciado el canto gregoriano relegándolo a un uso quasi pintoresco (salvo honrosas excepciones). En la Iglesia oriental todavía la música sacra configura parte esencial de su liturgia y oración. Escuchar el Padrenuestro cantado en arameo, en esta celebración en Georgia, te transporta al cielo. Es música celestial, en el sentido más literal de la palabra.
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