Ha fallecido Luis Eduardo Aute. Es parte de los recuerdos de juventud que no quieren desaparecer. Primer año de Universidad, primeros contactos con un mundo nuevo el en que por primera vez conocí, para mí, raros especímenes políticos como los anarquistas. Con los cuales -por cierto- encontraba más afinidades en algunas cosas que con algunos que se decían de derechas (o trepas ya estaban colocados en el PSOE). Una compañera de clase, mis mejores amigos aún la recuerdan como «la anarquista», me inició en el mundo de los cantautores. Todos «rojos», pero tenían algo de ese gemido hispano que se lamenta cuando ha perdido su destino y su sentido. Mis amigos no entendían por qué me gustaban los cantautores, y mis «enemigos» tampoco, porque se los habían apropiado. He escogido la canción Las cuatro y diez, es de esas canciones que cuando las oyes de jovencito te das cuente que ya has dejado de ser niño. Reconozco que de vez en cuando la añoranza me puede, la busco en youtube y la escucho envuelto en esa etapa de la vida que nunca he dejado. (La música es la original del LP «segundos fuera», las imágenes del que la ha colgado en youtube, son una horterada, en fin).
Comparto su aprecio por Aute, por sus letras intimistas, casi poéticas.
Un cordial saludo.
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Estimado Profesor:
Por la distancia que media entre España y este remoto rincón de la Hispanidad -la Nueva Extremadura-, jamás escuché hasta ahora hablar de Luis Eduardo Aute. Sin embargo, bastaron sus breves palabras para revolver en mí muchos recuerdos y sentimientos, a propósito de la incomprensión -de amigos y enemigos- por el aprecio que uno siente por artistas o intelectuales que militan en la otra trinchera. Recordé, por ejemplo, el día en que comprendí que pese a la grotesca herejía que suponía la Teología de la Liberación, al menos había en ella un movimiento de rechazo al orden del mundo moderno, inclinación refleja que no encontramos en el conservadurismo, no importa de cuán pulcro y bien portado pueda jactarse éste. Recordé también otros muchos momentos en que vi cantantes y poetas de izquierdas, de esos que no viven como pijos sino con piojos, pariendo con lágrimas palabras de aliento a los más desvalidos. Palabras que hacían eco de siglos de nuestro idioma y -sí- tradiciones. Muchas veces con la apostura combativa que habría esperado en un gallardo guerrillero carlista. Es extraño, pero esto me hace sentir algo fuera de lugar en los sitios en los que se supone que reinan la verdad y la ortodoxia, pues no siempre mora la caridad bajo el mismo techo. El combate por la verdad es para que todos puedan conocerla y regocijarse en ella, no para vestirnos y gloriarnos nosotros con ella. Y como reza el viejo refrán, se cazan más moscas con un dedal de miel que con un barril de vinagre. Quizás es por eso que las artes populares son dominadas por la otra trinchera. Javier, que Dios le bendiga y que la gracia de la Fe y el arrepentimiento hayan abierto a las puertas del Cielo a Luis Eduardo. Con afecto, Gonzalo Vásquez Villanueva, Chile.
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