Prólogo a “Mis ideas políticas” de Charles Maurras (3)

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Prólogo a “Mis ideas políticas” de Charles Maurras – parte 1

Prólogo a “Mis ideas políticas” de Charles Maurras (2)

Prólogo a “Mis ideas políticas” de Charles Maurras (3)

 

La eclosión, el fascismo y la condena de La Acción francesa

En la medida que fue creciendo el movimiento encabezado por La Acción francesa, parecía que la lógica debía llevar a una acción política contundente y definitiva que acabara con la aventura revolucionaria que portó una secular inestabilidad y desgracias colectivas difíciles de digerir. De hecho, en 1914, La Acción francesa se había convertido en el movimiento nacionalista mejor estructurado y más vital en Francia. Pero en los momentos cruciales, Charles Maurras demostró ser más intelectual que político de Parlamentos o gobiernos, dejando escapar trenes que podían cambiar el futuro de Francia y Europa. Así, de forma inesperada, el nacionalismo y la derecha francesa en enero de 1934 provocaron una gigantesca protesta que derivó en serios disturbios -con decenas de muertos- que hubieran podido hacer caer al gobierno de izquierdas imperante e impedir que Francia entrara en la Segunda Guerra Mundial. Pero Maurras, el padre intelectual de muchos de los movimientos nacionalistas, nunca había preparado su liga para conquistar el poder. De ahí que numerosos jóvenes formados en La Acción francesa, acabaran buscando salida a sus pasiones políticas en otros movimientos.

Maurras, el padre intelectual de muchos de los movimientos nacionalistas, nunca había preparado su liga para conquistar el poder. De ahí que numerosos jóvenes formados en La Acción francesa, acabaran buscando salida a sus pasiones políticas en otros movimientos.

220px-L-Action_francaise-1918.jpgDe hecho, los cuadros intelectuales de las diferentes ligas nacionalistas, patrióticas e incluso posteriormente fascistas, que surgieron en la década de los treinta, se habían formado bajo la tutela de Maurras. Ello no significa que, como algunos han pretendido, el periodista y pensador francés fuera el padre del fascismo francés. Por ejemplo, Ernst Nolte afirmaba que la Acción francesa era fascista. Pero hoy es difícil de sostener esa tesis. Ciertamente Maurras apoyó al fascismo italiano en sus inicios, cuando se presentaba como un enemigo de la “germanidad”. Pero era un posicionamiento táctico y no teórico. Autores como Zeev Sternhell, en El Nacimiento de la Ideología Fascista, argumentaba que la Acción francesa influyó en el nacionalsindicalismo y, en consecuencia, en el fascismo. Ese nacionalsindicalismo, según el autor interpreta, se formaría por la combinación entre el nacionalismo integral de la Acción francesa y el sindicalismo revolucionario de Georges Sorel. Pero hemos de afirmar que el pensamiento de Maurras se resiste a ser clasificado en esas categorías demasiado estrechas. Bien es cierto que algunos denominaron a su obra intelectual un “tradicionalismo de izquierdas”; otros, como Alain de Benoist, son inmisericordes con su figura y le acusan de sostener unas doctrinas contradictorias y arcaicas. Pero lo que es innegable es que su pensamiento impregnó a una buena parte de la intelligentzia francesa que tuvo múltiples derivadas y concreciones políticas muchas veces opuestas entre sí.

El declinar de la imponente influencia de Maurras, vino inesperadamente con la condena de Roma de La Acción francesa. En efecto, algunas obras de Maurras (Le chemin de Paradis, Anthinéa, les amants de Venise y Trois idéés polítiques) y el periódico L´Action Française, fueron condenados por la Iglesia católica e incluidos en el Índice de libros prohibidos,. Fue un triste 29 de diciembre de 1926. Dicha condena, actualmente estudiada a fondo, fue fruto de las conspiraciones de los sectores católico-liberales y democratacristianos franceses. Francisco J. Fernández de la Cigoña lo sintetiza perfectamente: “Los modernistas, los antiguos amigos de Le Sillon, todo el catolicismo liberal que había perdido por completo a la juventud entusiasmada con las ideas de Maurras, comprendieron que su única posibilidad de supervivencia era acabar con L’Action Française y no ahorraron en Roma presiones e intrigas. Se pensó que el mejor modo de comenzar la ofensiva era conseguir de un cardenal francés la publicación de una pastoral condenando la Acción Francesa. Todos se fueron excusando hasta que se consiguió del Cardenal Andrieu, arzobispo de Burdeos, anciano y enfermo, que años antes había hecho de Maurras los más encendidos elogios. Poco, pues, podía decir en contra de la Acción francesa el anciano cardenal y se vio obligado a copiar, pura y simplemente, el calumnioso panfleto del periodista belga Passelecq”.

hemos de afirmar que el pensamiento de Maurras se resiste a ser clasificado en esas categorías demasiado estrechas. Bien es cierto que algunos denominaron a su obra intelectual un “tradicionalismo de izquierdas”

LaAccionFrancesa18deoctubrede1915.jpgEn definitiva, se le acusaba a Maurras de proposiciones que nunca había ni dicho ni escrito; y que un enervado periodista afirmaba que eran las proposiciones defendidas por Maurras y todo ello ratificado por un cardenal enfermo e incapaz de realizar un juicio serio sobre el asunto. La justificación de la condena de Pío XI (al que los intrigantes supieron engañar) era velar por la integridad de la fe y de la moral de los católicos franceses. Pero la condena moral era una cortina de humo para desarticular un movimiento que estaba derrotando en el campo de lo intelectual y de la militancia al catolicismo liberal que apoyaba a la República laica. Sin ese apoyo democristiano, la República corría el peligro inminente de hundirse. A la postre, los resultados de la condena fueron tremendamente negativos para el catolicismo en Francia. Originó una ofuscación entre cientos de militantes católicos que se encontraron de la noche a la mañana huérfanos de referentes intelectuales y con la obligación de elegir entre sus asentadas creencias políticas maurrasianas o su fidelidad a Roma. Es prácticamente imposible imaginar el sentimiento de dolor y frustración de los católicos franceses que, para mantener la comunión con Roma, se veían a aceptar una retractación de ideas que nunca habían profesado.

En la obra de Maurras La democracia religiosa, una de sus partes la titula El dilema de Marc Sagnier al que critica su democratismo cristiano, donde la democracia pasa a ser el sujeto y cristiano el adjetivo.  Marc Sangnier -padre del movimiento de Le Sillon que primero causó entusiasmo en Roma y luego degeneró en formulaciones socialistas, hasta ser condenado- escribió en la revista Le Sillon: “… tarde o temprano un imperioso dilema deberá plantearse: o el positivismo monárquico de la Acción francesa o el cristianismo social de Le SilIon”. Ciertamente el catolicismo tenía que elegir entre uno de ambos posicionamientos: el particular tradicionalismo de Maurras o el liberalismo que acabaría llevando a la identificación entre el cristianismo y el comunismo. Pero la condena del primero, no evitó lo errores del segundo. Así, presos de sus propias contradicciones e intrigas, las elites católicas en Francia se quedaron sin sus bases pues quedaron desmovilizadas tras la condena.

Pero la condena moral era una cortina de humo para desarticular un movimiento que estaba derrotando en el campo de lo intelectual y de la militancia al catolicismo liberal que apoyaba a la República laica.

Pío XI había sido engañado, como se había hecho con la cuestión de los cristeros mexicanos. Los intrigantes de la corte vaticana le habían convencido de que la Acción francesa era un peligro para las organizaciones católicas francesas. Y que el de la Provenza pretendía usar a la Iglesia para sus fines políticos. La contundente premisa maurrasiana, “Ante todo la política”, nunca quiso ser entendida y sirvió par ser acusado de naturalista. La condena, dejaba tocada de muerte a la La Acción francesa, aunque su pervivencia sería larga y sobreviviría al propio Maurras. Ante la debacle del catolicismo francés tradicional y las derivas socialistas del cristianismo liberal, Pío XI -el Papa de la condena- intentó un arreglo satisfactorio que fue logrado en los comienzos del pontificado de Pío XII. En julio de 1939, fue levantada la condena del periódico L’Action Française. Pero ya era demasiado tarde. El monarquismo católico y tradicionalista francés, se vería inmerso en nuevo conflicto europeo y sin sus masas de seguidores católicos para poder influir en los acontecimientos.

Javier Barraycoa

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