Soy negro

«Si hay hombres que se sienten atrapados en cuerpos de mujer, o mujeres atrapados en cuerpo de hombre, por qué razón no podrían existir negros atrapados en cuerpos de blancos. Incluso sospecho que Michael Jackson era un blanco atrapado en un cuerpo de negro»

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Soy negro y de ello nadie puede dudar. No soy afroamericano, pues ni provengo de África (creo) ni de Norteamérica (seguro). Ya sé que la corrección política fue obligando a los blancos norteamericanos a autodenominarse “caucásicos” y a los “niggers” (el despectivo de negro) a llamarse primero “persons of colour” y, ahora, “afroamericanos”. Pero por el Bronx entre los hermanos negros siguen llamándose entre ellos “niggers” o “blacks”. ¡Qué le vamos a hacer! No todos los ensayos de ingeniería social funcionan. Tampoco soy subsahariano. Nunca entendí el término. Bajo el Sahara hay de todo, incluso blanquitos rubios como los Afrikáners o Boers, aunque ahora se los van cargando poco a poco en un genocidio silencioso.

Soy negro y nadie puede dudar de ello. Si hay hombres que se sienten atrapados en cuerpos de mujer, o mujeres atrapados en cuerpo de hombres, por qué razón no podrían existir negros atrapados en cuerpos de blancos. Incluso sospecho que Michael Jackson era un blanco atrapado en un cuerpo de negro. Si el único valor absoluto de la debacle cultural occidental consiste en afirmar que todo es relativo y subjetivo, nadie puede negar que soy negro. No querer reconocerlo atenta contra mis “derechos” más íntimos, aunque respetarlos aniquile definitivamente la racionalidad tal y como la entendíamos desde Aristóteles. El mundo actual, tan ecologista, es enemigo de la naturaleza de las cosas, de su determinación previa según su esencia, que ahora es vivida como una opresión de la que uno puede y debe liberarse. Y si uno no puede solo, el Estado le ayudará.

«El mundo actual, tan ecologista, es enemigo de la naturaleza de las cosas, de su determinación previa según su esencia, que ahora es vivida como una opresión de la que uno puede y debe liberarse»

Soy negro y nadie puede dudar de ello. Me he adentrado en estas reflexiones a raíz de mi tema habitual: el independentismo, que me persigue como la sombra que es. No ha poco, discutía calmadamente con un separatista con pinta de Alfredo Landa pero que negaba ser español. Descartando la argumentación de una diferenciación racial, tampoco cabía la cultural, pues básicamente todos los europeos estamos sometidos al mismo sistema de estandarización alimenticia, mediática, pseudocultural y, en definitiva, consumista. Podría argüirse la diferencia lingüística, pero mi interlocutor hablaba un catalán homogeneizado por TV3 tan precario y pobre como el mío. Nada que ver con la lengua lemosina que se hablaba por tierras catalanas hace un siglo. Tras despejar estas variables, a mi oponente dialéctico sólo le quedó el argumento del subjetivismo: “soy independentista porque quiero y porque no me siento español”. Era evidente que era un recién converso a la causa de los Puigdemont y compañía. Un zombi al que algún separatista había mordido hace poco y ya lo había transformado.

Soy negro y nadie puede dudar de ello. Lo malo del entusiasmo de los conversos es que se contagia. Y mi opositor me transmitió la luz. De repente, en un instante, vi con claridad que mi tez no era clara, más bien era oscura: con otras palabras, estaba claro que yo era oscuro. Nunca lo había sospechado, pues la inculturización de un Estado opresor me había hecho creer que era blanco. Pero gracias a la “libertad” y la supremacía del subjetivismo sobre la realidad de la que hacía alarde mi oponente separatista, yo también caí en la cuenta del engaño sufrido. Me convertí al “negrismo”.

«De repente, en un instante, vi con claridad que mi tez no era clara, más bien era oscura: con otras palabras, estaba claro que yo era oscuro»

Nadie podría negarme que soy negro a pesar de que el Estado se empeña en manipularme mostrando mi DNI con un careto blanco (perdón, caucásico). Desvelé a mi iluminador separatista que si él era independentista yo era negro. Puso cara de español atónito. Quise darle un abrazo agradecido, pero se negó. Entonces tomé conciencia del desprecio que sentían los blancos separatistas hacia los negros españolistas como yo. Mientras que el susodicho huía corriendo, en mi mente se fueron forjando mantras del estilo: “els blancs no m’estimen” (los blancos no me quieren).

De vuelta a casa, mi cerebro no dejaba de agitarse articulando un corpus doctrinal impecable: los blancos nos han invadido y oprimido durante siglos; la única forma de vivir la negritud en plenitud es independizándonos de ellos. Además, durante siglos el Estado blanco roba a los negros como yo. Tengo un argumento inapelable: cada mes me desgaja un trozo de mi nómina bajo el extraño acróstico de IRPF para quedárselo sin ningún derecho. Pero un día dejará de ser así, todos los negros atrapados en cuerpo de blancos, tomaremos conciencia de nuestra identidad colectiva y fuerza política. Inventaremos un himno y una bandera y construiremos un país independiente donde ningún negro tenga que hacer la declaración de renta. Ya nadie nos robará ni oprimirá porque en nuestra República todos seremos igual de negros y nadie mandará sobre nadie.

«un día, todos los negros atrapados en cuerpo de blancos, tomaremos conciencia de nuestra identidad colectiva y fuerza política. Inventaremos un himno y una bandera y construiremos un país independiente»

El mundo nos mirará asombrado por nuestro sentido de justicia, muy superior al resto de razas subjetivas del mundo y por nuestra solidaridad con los que lleguen a nuestra tierra de promisión con su pobre manta. Sólo tendremos que preocuparnos por encontrar un nombre apropiado para nuestra negra utopía. Por mi parte propongo el de República de Blackaluña. “I have a dream” y eso que no me he tomado ninguna sustancia alucinógena. Pero … que inútilmente feliz me hace sentir el pensar cómo me gustaría ser y no como soy realmente. Es un chute. Una experiencia que ya han probado casi dos millones de catalanes. Soy negro y nadie puede dudar de ello.

Javier Barraycoa

 

Y NO SOY EL ÚNICO: me lo envía un amigo y así me siento más normal.

5 comentarios en “Soy negro

  1. Bravo Javier !!
    Es cierto que nací creyendo ser la encarnación de un Cónsul Romano.
    Siendo así las cosas tienen que darme todos los privilegios de mi vida anterior.
    De lo contrario los denunciare por xenofobos, racistas, violadores y Fascistas, faltaría más.
    No debo sentirme en inferioridad de conducción porque mi estatus social presente no este en acordancia con mi excelso y glorioso pasado.
    Así que exijo mis derechos ante el Estado.

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  2. Pingback: “Soy Negro” por Javier Barraycoa

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