Los teloneros de los conciertos siempre me han dado pena y me han provocado intriga. En primer lugar, hay que preguntarse de dónde los sacan, porque mira que los hay malos de solemnidad. En segundo lugar, nunca se sabe si los buscan tan malos a propósito para que destaquen los verdaderos protagonistas del concierto. Por último, qué pasa con la inmensa mayoría de ellos, pues casi todos desaparecen sin dejar rastro y muy pocos traspasan la frontera sagrada de la fama.
En la política catalana, la cuestión de los teloneros de la República parece seguir el mismo esquema, aunque se ha ido haciendo cada vez más estrambótica. Reconozco que, cuando todo el “proceso” ya nos parecía cansino y aburrido hasta el hastío, ha aparecido un nuevo telonero –Quim Torra– que promete levantar las pasiones enconadas en el respetable. Pero no adelantemos acontecimientos. Se trata de repasar cómo hemos llegado hasta aquí. Primero fue Tarradellas, un republicano traído de la mano de Suárez, el hombre del régimen franquista encargado de reciclarnos a todos en demócratas. Juan Carlos de Borbón le regaló a Tarradellas una institución republicana, la Generalitat, y eso que el régimen del 78 provenía del franquismo que se había levantado contra la República. Quedaba un poco raro todo. En agradecimiento a este rocambolesco gesto, el republicano Tarradellas aceptó un título nobiliario de Marqués. La verdad es que el espectáculo político prometía.
Reconozco que, cuando todo el “proceso” ya nos parecía cansino y aburrido hasta el hastío, ha aparecido un nuevo telonero -Quim Torra- que promete levantar las pasiones enconadas en el respetable
Pero la edad de Tarradellas y el pujolismo pujante, le convirtieron al primero en un telonero del segundo. ¿Qué decir de Pujol, el “español del año” según el ABC? Prestidigitador como ninguno, consiguió que se cumpliera la máxima que décadas después el flamante y supremacista nuevo presidente de la Generalitat lanzaba a las redes hace años: “los españoles solo saben expoliar”. Y claro, Pujol -como buen “español del año”- expolió todo lo que pudo y un poco más. A pesar de su tamaño biológico, la grandeza de Pujol residía en que era consciente de que él era también un telonero, un excelente telonero, pero el concierto debía empezar de verdad con sus hijos constituidos en una banda (désele el significado que el lector quiera). Pero para su desgracia, los hijos, que sobrepasaban la talla biológica del padre, no le alcanzaban en el talento. El último concierto de los Pujol fue decepcionante.
En las buenas tardes de toros, cuando todavía no había llegado la democracia y su baúl de normas y reglamentos, era habitual que saltaran a la arena “espontáneos”. Así ocurrió con Maragall y Montilla. Se lanzaron al coso de la Generalitat y el ridículo fue espantoso. Menos mal que había un mozo de cuadrilla de segunda clase que retomó el papel de telonero: Artur Mas. De su ”gobierno de los mejores”, pasó a la debacle en la gestión económica y política de la Generalitat. Interpretó que los silbidos del público indicaban que Cataluña marchara de España, aunque en realidad lo que pedían a gritos es que se marchara él de la Generalitat. El pecado de Artur Mas es que se creía la estrella del concierto o del cartel taurino. Y cuando arreció el mal tiempo buscó otro telonero para los conciertos: Puigdemont. Pero este nuevo concertista tenía ínfulas que había sabido ocultar bajo su cara de amish cultivado en comarca de La Selva (made in Gerona).
Dicen que es un visionario culto e irónico, igual que Nerón. Pero Torra se las promete más incendiario si cabe. Su discurso de investidura deja a Puigdemont como una alelado moderado.
El telonero republicano con cara de atontado pero con la astucia de un muerto de hambre, desbancó al Rey Arturo Mas. A éste, en pocos meses, al ver que le crecían los enanos, el rostro le fue mutando. De Gran Timonel del proceso, pasó a ser grumete y se vio obligado a entregar todo el escenario a Puigdemont. Las masas independentistas creyeron que por fin este era el solista esperado y definitivo. Ya se sabe que el Mesías viene precedido de falsos mesías. Ahora no había duda. Todos los rivales a dirigir el trinquete a Ítaca, se habían evaporado: los Junqueras, los Jordis, las Roviras y Gabrieles. Pero sólo había un problema burocrático: un Estado opresor y maligno le impedía ocupar su trono republicano en la anhelada utopía. Entonces tuvo que buscar, a su vez, un telonero. Un alter ego que por un breve tiempo ocupara su lugar y preparara su triunfal regreso. Y esta vez el escogido ha sido Quim Torra. Todo un fenómeno pues hasta el tonto de Puigdemont le ha considerado el siguiente tonto útil.
Nadie sabía de él, pero en escasas horas nos henos puesto al día. Es un artista de la pista con pedigrí supremacista, aunque su aspecto exterior lo desmienta y se parezca más a un señor de Cuenca que a un ario bajado de los Pirineos. Dicen que es un visionario culto e irónico, igual que Nerón. Pero Torra se las promete más incendiario si cabe. Su discurso de investidura deja a Puigdemont como una alelado moderado. No podemos adivinar el futuro, pero este nuevo telonero, convertido ya en protagonista, pinta que ya ha ensombrecido a Puigdemont; y siquiera ha entonado los primeros acordes. Menos mal que la política catalana da para muchos sustitutos, y para muchas tumbas olvidadas repletas de cadáveres políticos. Lo importante para el separatismo es que sigue la juerga, y Torra promete tardes memorables y alguna emocionante tragedia.
Pingback: “Teloneros” por Javier Barraycoa
Creo que hubiera sido mejor no hacer la Constitución, pero parece que había que hacerla y creo que cuando llegó Felipe González, pudo reformar la ley electoral y si los vascongados y catalanes se hubieran puesto bravos, les podía haber aplicado el 155 a las dos autonomías a la vez, como dice que amenazó al presidente canario Olarte y éste se echó para atrás porque los canarios, no son como catalanes que odian a los españoles, es decir los separatistas, ni cómo las Vascongadas región o autonomía de asesinos, he oído estos días decir que se fueron 200000 vascongados, otro dijo 300000 vascongados y otro dijo 100000 vascongados de Las Vascongadas, se han quedado los asesinos,sus cómplices y los que no se pudieron largar por razones varias.A mí me producen el mismo asco M.R.Buey que Pedro Sánchez, pero si alguien que Alberto Rivera va a arreglar la grave situación en la que estamos, es muy ingenuo.Soy mal cristiano y si no hubiera sido por VOX, no sabría que este Torras puede entrar en la cárcel pronto, tengo una lista con todos los diversos cambios que ha dado en temas importantes, Alberto Rivera.
No les ha servido para nada que la gran Inés Arrimadas, pero bastante ingenua había creído que su mayoría simple no servia para nada porque el PP y el Psoe no han sabido aplicar un bien 155 y Alberto Rivera no lo quería, ahora lo quiere Inés Arrimadas y reforzado y yo también pero tiene a Rajoy acobardado y rendido totalmente.
Me gustaMe gusta
El régimen de 1978 no es sucesor del «franquismo», el Nuevo Estado termina con la aprobación de la Ley de Reforma Política, y la disolución del Movimiento Nacional. Torra es consecuencia de la falta de previsión y consentimiento, de la socialdemocracia y la centroderecha a cambio de votos de investidura o de aprobación de presupuestos.
Me gustaMe gusta
Pingback: Teloneros | kasperle54wordpress