LA FIESTA DE LA HISPANIDAD (1): Los conflictivos orígenes

 

Iniciamos una pequeña serie de reflexiones sobre la fiesta de la Hispanidad. Desde sus orígenes, relativamente recientes, y carentes de un profundo sentido doctrinal, hasta cómo fue cuajando la idea de HISPANIDAD como uno de los ejes del pensamiento tradicional. Estas reflexiones son fruto de varias conferencias dictadas por el autor respecto al tema de la HISPANIDAD.

 

Los orígenes semánticos del término y los orígenes tardíos de la fiesta “oficial”

El sufijo ad, es relativamente tardío en la formación del castellano y entraña cierto sentido en cuanto concepto abarcador de realidades amplias que van de lo particular a lo universal: hispanidad, humanidad, cristiandad,… Más en concreto, Hispanidad ya aparece en el Tractado de orthographía y accentos en las tres lenguas principales de Alejo Venegas, impreso en 1531. El nacimiento de esta palabra carece del contenido doctrinal que ha llegado ha tener en el pensamiento político hispano, pues la acepción es claramente lingüística y muy parecida a las que aparecen en los diccionarios de la Real Academia en 1803, o bien en el de 1817, cuando recogen la voz hispanismo, como: «modo de hablar peculiar de la lengua española».

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Zacarías de Vizcarra»

Sería un siglo más tarde cuando, en 1926, el todavía sacerdote Zacarías de Vizcarra, publicaba en Argentina un artículo titulado La Hispanidad y su Verbo, elevando a la Real Academia de la Lengua la petición de que: “adoptara estas dos acepciones de la palabra Hispanidad –1.°: el conjunto de todos los pueblos de cultura y origen hispánico, diseminados por Europa, América, África y Oceanía, 2.°: el conjunto de cualidades que distinguen del resto de las naciones del mundo a los pueblos de estirpe y cultura hispánica– que no figura en su Diccionario”. La propuesta fue aceptada, y así se empezaba a asentar un concepto que sobrepasaba el sentido de un uso meramente lingüístico del español.

 

Unamuno asoció el vocablo al conjunto de pueblos que hablan el idioma español como único elemento de unidad posible. 

 

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Unamuno

Antes de esta recuperación y ampliación doctrinal del término Hispanidad por parte de Vizcarra, el vocablo había caído en desuso y, curiosamente, había sido recuperada a principios del siglo XX por Miguel de Unamuno no muy dado a trascendencias hispanistas. En este caso, la palabra Hispanidad aparecía el 11 de marzo de 1910 en un artículo de Unamuno, publicado en La Nación de Buenos Aires con el curioso título Sobre la argentinidad. Tanto el significado de argentinidad, como hispanidad, americanidad o españolidad eran –para Unamuno- términos que designaban un concepto muy particular de nacionalismo[1]. Esto es, un concepto que se alejaba al de Patria en sentido tradicional. Además, el filósofo vasco asoció el vocablo al conjunto de pueblos que hablan el idioma español como único elemento de unidad posible. Por ende, la palabra Hispanidad sólo podía implicar igualdad (no olvidemos su militancia socialista) en el uso idiomático. Por ello, explícitamente llamaba a evitar términos como el de «Madre Patria», que podía suponer una supremacía espiritual de España, en cuanto fuente y origen de la cultura hispana. Unamuno apelaba a los suyos, literalmente, «dejarnos de primacías y maternidades».

En resumen, la palabra Hispanidad es reciente y referida a comunidad lingüística y como iremos desarrollando, la intelectualidad de izquierdas quiso utilizarla como un reclamo a la igualdad de repúblicas laicas que debían sustituir la antigua idea de Monarquía hispánica. Así entendemos por qué sus posibles significados y concomitancias políticas o filosóficas, más allá de un concepto de uso lingüístico es también de uso temprano, más concretamente de principios del siglo XX. Por lo mismo, puede caerse fácilmente en el equívoco de que la Fiesta de la Hispanidad tiene una raigambre multisecular y sorprende descubrir su relativa corta vida. En el relativamente breve tiempo de existencia de esta fiesta ya oficializada por Decreto Ley, ha ido siendo sutilmente modificada para que perdiese precisamente el sentido que llegó a alcanzar y madurar en ciertos momentos cumbres de nuestro siglo XX. Pasamos a exponer los hechos.

 

Cualquier observador cuidadoso, puede descubrir cómo en nombre de un aparente “patriotismo” socialista, se estaba secularizando la sociedad, desvinculando la fiesta nacional de su Patrono.

 

fiestaLa llamada popularmente Fiesta de la Hispanidad tiene un carácter oficial (y denominación que la ha sustituido por Fiesta Nacional) muy reciente. Esta sutil transformación se produjo durante un gobierno socialista. Era la Ley 18/1987, de 7 de octubre, según la cual: “Se declara Fiesta Nacional de España, a todos los efectos, el día 12 de octubre”. Caeríamos en un error si pensáramos que este Decreto Ley, se debió a un arranque patriótico de los socialistas españoles. No, en el trasfondo de este Decreto se buscaba “desoficializar” el término Hispanidad y haciéndolo desaparecer y sustituyéndolo por la nomenclatura de “Fiesta Nacional de España”. Ello, a su vez, tenía como intención desplazar la verdadera Fiesta Nacional que sería la que correspondería con el patronazgo de España, el 25 de julio, Santiago Apóstol. Fiesta que ha perdido ese carácter de fiesta generalizada y religiosa en toda España. Cualquier observador cuidadoso, puede descubrir cómo en nombre de un aparente “patriotismo” socialista, se estaba secularizando la sociedad, desvinculando la fiesta nacional de su Patrono.

Lo que exponemos es fácil de demostrar y entender si tenemos en cuenta esta serie temporal de regulaciones al respecto: a) Decreto de la Presidencia del Gobierno de 9 de enero de 1958, en el que se establece que: “Dada la enorme trascendencia que el 12 de octubre significa para España y todos los pueblos de América hispana, el 12 de octubre será fiesta nacional, bajo el nombre de Día de la Hispanidad”; b) Real Decreto 3217/1981 se refrenda el 12 de octubre como “Fiesta Nacional de España y Día de la Hispanidad”; y en 1987, como ya hemos visto, se queda simplemente en la “Fiesta Nacional de España”. A pesar de la intencionalidad de conseguir legalmente la desaparición del concepto Hispanidad, una vez más, el sentir del pueblo camina por senderos muy alejados de la clase política. El alma popular se ha resistido a dejar caer en el olvido la hermosa palabra de Hispanidad y aún resta en la conciencia colectiva.

 

El componente catalán en la festividad de la Hispanidad como añoranza y necesidad.

Mercurio revista..jpgSi seguimos con la retrospectiva histórica, también descubriremos que los orígenes de la celebración fue primeramente social, ates de que sucesivos gobiernos la oficializaran. No obstante esta celebración popular es también relativamente cercana y reúne una serie de características. Los orígenes de la celebración, arrancarían con motivo del IV Centenario del descubrimiento de América un 12 de octubre de 1492. Por lo tanto, nos situamos en 1892. Por aquella época la crisis de las Provincias de Ultramar se había ido agudizando. Como una forma de aliviar la desafección independentista y levantar los ánimos de los empresarios catalanes, el Fomento Nacional del Trabajo (la gran e influyente patronal catalana) puso un empeño especial en la celebración de la efeméride. La Capital Condal fue la sede de un Congreso Mercantil, en el que los catalanes intentaron convencer a resto de los comerciantes españoles de sus estrategias respecto a América.

En 1895 arreciaba el problema cubano y la estrategia de la burguesía catalana empezó a centrarse en Filipinas. Ahí es donde entró esta imponente y omnipotente clase social en contacto con el General Polavieja. De este encuentro acabaría surgiendo el primer partido catalanista: la Lliga regionalista. El General Polavieja, afecto al regionalismo, fue visto por la burguesía catalana como el hombre providencial para salvar la crisis de las provincias de ultramar (y por tanto de sus negocios). Más tarde, esta burguesía se apoyaría en Primo de Rivera, y más tarde en el general Franco. Pero el dramático final de la crisis, en 1898, fue inevitable. Es en este ambiente donde el catalanismo burgués empieza a generar un doble sentimiento contradictorio: el recelo hacia España, en cuanto que Estado que no ha sabido defender sus intereses ultramarinos, y por otra parte, el ansia de liderar la regeneración del Estado para rehacer el Imperio español y así restablecer sus redes económicas. La famosa “etapa del imperialismo catalanista”, en la obra de Prat de la Riba La Nacionalitat Catalana.

 

Es en este ambiente donde el catalanismo burgués empieza a generar un doble sentimiento contradictorio: el recelo hacia España por no ha sabido defender sus intereses ultramarinos, y por otra parte, el ansia de liderar la regeneración del Estado

 

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Federico Rahola

Perdidas Cuba y Filipinas, ya en 1900, con motivo del Congreso Hispanoamericano, la burguesía catalana trató de restablecer las relaciones (económicas) con las viejas Provincias ultramarinas. En Barcelona, en 1901, se fundó una revista llamada Mercurio. Revista Comercial hispanoamericana[2]. Entre sus colaboradores había un núcleo de periodistas de La Vanguardia. En 1903 un grupo de políticos y empresarios que se movían en el entorno de Mercurio organizaron una expedición a América del Sur, encabezados por el catalanista Federico Rahola (una de sus descendientes es la famosa Pilar Rahola). Al regresar, éste escribió un libro titulado Sangre nueva: impresiones de un viaje á la America del Sud[3] (1905) en el que encontramos las bases ideológicas de lo que podríamos denominar el iberismo hispanoamericanista. Aunque era catalanista y en el texto se registra la añoranza ante la decadencia del comercio de los catalanes en el Plata, sin embargo reivindica la nueva sangre española frente al peligro de la llegada masiva de inmigración italiana. En aquella época el catalanismo vivía entre el pragmatismo y categorías políticas aún no definidas o cerradas. Así se entiende que fueran capaces de reclamar una nacionalidad catalana o sentirse líderes de la españolidad.

El iberismo se convertirá, como ya se ha dicho, en una de las ideologías peculiares del primer catalanismo en su afán por recuperar un imperio español que garantizara sus redes comerciales. Con esa intención, el catalanismo burgués y empresarial fundó en 1911 la Casa de América en Barcelona. Era un centro controlado por los hombres de la Lliga donde organizaban contactos, actos y congresos con el fin de acentuar las relaciones con América. Fue precisamente en esta Casa de América, el 12 de octubre de 1911, la primera vez que se celebró en España la Fiesta de la Hispanidad. Esta iniciativa fue recogida y difundida por un periodista asturiano, José María González García, iniciando una campaña para que se proclamara como Fiesta Nacional. Así, gracias al catalanismo de la Lliga, el 12 de octubre se transformaría siete décadas más tarde en la referida “Fiesta Nacional de España”.

Esta celebración se fue extendiendo por toda España y fue adquiriendo cada vez más tintes de reivindicación identitaria o nacional ante la situación política cada vez más inestable en España, tras la pérdida de Cuba y Filipinas y que acabaría en la Guerra Civil. De hecho, antes de hablarse del Día de la Hispanidad, esta celebración se denominaba Fiesta de la Raza, gracias a un decreto de 1918, de Antonio Maura, durante el reinado de Alfonso XIII.

El día de la Raza o Día de Colón

columbus.jpgParalelamente a estos eventos, un asturiano, viejo diputado por Cuba, exalcalde de Madrid y ex ministro conservador, Faustino Rodríguez-San Pedro, siendo Presidente de la Unión Ibero-Americana, ideó una fiesta que aunase a España e Iberoamérica. En el año 1913 la asociación hizo correr una hoja en la que ya se proponía la celebración del día de la raza[4]. Por fin, vio culminadas sus aspiraciones y el 12 de octubre de 1914 se celebró por primera la Fiesta de la Raza[5] y en 1915 pasó a llamarse Día de la Raza.

Hubo una polémica, de esas promovidas por egoísmos tontos, entre aquél periodista ovetense que había seguido la celebración de la primera fiesta de la hispanidad en Barcelona, José María González García, contra Faustino-Rodríguez-San Pedro. La discusión –absurda por otra parte- consistía en intentar demostrar quién era el padre de la idea. José María González García argumentaba que ya en 1912 tuvo la iniciativa de proponer que España y los países hispanoamericanos debían celebrar el 12 de octubre como Fiesta Nacional. Dedicó buena parte de su actividad a reivindicar el protagonismo que por tal idea se atribuía[6]. Al menos eso es lo que defendía en un libro que apareció mucho más tarde en 1918, titulado. El día de Colón y de la Paz[7]. La obra está inspirada en el Día de Colón que ya desde hacía años celebraban en Estados Unidos y los italianos la utilizaban para reivindicar la «Italianidad», pues Colón era italiano. Pronto se dio cuenta de que los intereses de esta celebración eran antihispánicos e inició su campaña por el Día de la Raza.

Poco a poco. la Fiesta se fue extendiendo de forma popular. Se sabe, por uno de los principales difusores del término, Zacarías Vizcarra, que el 12 de octubre de 1915 se celebró por vez primera el Día de la Raza, en la Casa Argentina de Málaga[8], si hemos de creer los hechos que recoge Zacarías de Vizcarra. A lo largo de la década de lo 20 del siglo XX, sería el periodista Eugenio García Nielfa a quien se puede considerar como el escritor que con más continuidad hizo uso del término Hispanidad entre 1914 y 1925. Había nacido en Filipinas y su padre fue un oficial de los famosos últimos de filipinas. Como periodista, fue usando y acotando el significado de la palabra Hispanidad a lo largo de una serie de artículos en el Diario de Córdoba. El término es aplicado a Gibraltar[9], la espiritualidad española[10], como sinónimo de patriotismo[11] o modelo de civilización frente al mundo anglosajón[12].

Javier Barraycoa

NOTAS:

[1] De hecho, el artículo era un homenaje al pensador radical nacionalista argentino Ricardo Rojas.

[2] La publicación barcelonesa salió a la luz en diciembre de 1901, poco después de la pérdida de las últimas provincias ultramarinas (Cuba, Puerto Rico y Filipinas), y que dejó de aparecer a mediados del año 1938, en plena Guerra Civil española. El fundador de esta revista fue José Puigdollers Macià, un importante empresario que también se hizo cargo del Crédito Ibero-Americano desde finales del siglo XIX.

[3] Barcelona : Tipografía «La Académica» de Serra hermanos y Russell, 1905.

[4] El texto de esta hoja decía: “Fiesta de la Raza. Es aspiración fomentada por la Unión Ibero-Americana, y para cuya realización se propone efectuar activa propaganda en 1913, la de que se conmemore la fecha del descubrimiento de América, en forma que a la vez de homenaje a la memoria del inmortal Cristóbal Colón, sirva para exteriorizar la intimidad espiritual existente entre la Nación descubridora y civilizadora y las formadas en el suelo americano, hoy prósperos Estados. Ningún acontecimiento, en efecto, más digno de ser ensalzado y festejado en común por los españoles de ambos mundos, porque ninguno más ennoblecedor para España, ni más trascendental en la historia de las Repúblicas hispano-americanas. De no haber sido ineludible el amoldarse a la organización oficial de los agasajos que se celebraron en honor de los Delegados ibero-americanos en las fiestas del Centenario de Cádiz, se hubiera celebrado el té con que les obsequió la Unión el día 12 de octubre en vez del 13, pues tal era el propósito de nuestra Sociedad, el de hacer coincidir con esta fecha el honor de recibir en ella a los emisarios ibero-americanos”.

[5] En esta celebración acudió el Marqués de Lema, a la sazón Ministro, representando al Gobierno de España.

[6] Coincidiendo con la publicación de la primera edición de su libro en 1930 mantuvo una agria polémica en la prensa con Hilario Crespo, ex concejal del Ayuntamiento de Madrid, quien se proclamaba iniciador de la Fiesta de la Raza e incluso había sido reconocido como tal. Parte del discurso que leyó Rodríguez-San Pedro, decía: “«Señor Ministro, señoras y señores: hay un regla, tanto jurídica como de buen sentido, que dice: a lo imposible nadie está obligado. Yo me encuentro, sin embargo, en el caso de faltar a esta regla, porque evidentemente, comprende esta selecta reunión que es imposible hablar sin voz, y yo, no obstante, tengo necesidad de usar de la palabra al conjuro de nuestro dignísimo presidente, el señor Ministro de Estado; y a la vez de este conjuro, me impulsa a ello el tener que cumplir una manifiesta obligación como Presidente de la asociación Ibero-Americana, que os ha convocado con objeto de celebrar por nuestra parte, en la medida y forma que las circunstancias actuales aconsejan, lo que hemos venido propagando constantemente; la conveniencia de que en este día aniversario del descubrimiento de América, celebremos la Fiesta de la Raza Española, que ha tenido providencialmente la fortuna de llevar la bandera de la civilización y del progreso en aquella memorable empresa, realizada por Colón bajo los auspicios de la gran reina Isabel la Católica. (…)

La Unión Ibero-Americana en el día de hoy, por lo mismo no podía sustraerse a la obligación a que la compromete su propia propaganda, correspondida tan brillantemente desde la Patagonia hasta Texas, y aún podría decir que de Texas arriba también, puesto que los propios Estados Unidos, y sin haber sido requeridos propiamente para ello, se asociaron y celebraron como día festivo aquel en que había de celebrarse la efemérides del descubrimiento de América. Por consiguiente, no podíamos menos de celebrar un acto especial, en que procediéramos según habíamos aconsejado a los demás que procedieron, manteniendo firme este propósito, en que hemos de perseverar hasta su entera consecución; el de que sea declarada Fiesta de la Raza oficialmente, como lo ha sido ya en muchos de aquellos países, la de este día, dando motivo con esta mutua significación del lazo que nos une a estrechar más y más en las voluntades y en los espíritus las relaciones de parentesco en que nos hallamos por razón de procedencia, a los que debemos procurar se agreguen, la de la recíproca conveniencia. (…)”.

[7] Primera edición, Imprenta Helénica (Pasaje de la Alhambra 3), Madrid, 1930, aunque fue escrito en 1918.

[8] Zacarías de Vizcarra, “Origen del nombre, concepto y fiesta de la Hispanidad”, en El Español, 7 de octubre de 1944.

[9] “Sin agresividad para Inglaterra, puede España tener planteada la cuestión de Gibraltar, cuya hispanidad es indudable”, «La cuestión de Gibraltar», Diario de Córdoba, domingo 8 de noviembre de 1914.

[10] “La españolísima figura de la Santa y la hispanidad del ambiente espiritual y material están recogidos de mano maestra” (En referencia a una obra de Eduardo Marquina sobre santa Teresa, Muerte en Alba), «Gran Teatro. La muerte en Alba», Diario de Córdoba, 27 de mayo de 1915.

[11] “La madre ante la guerra cumple el deber excelso de alentar al hijo que combate y de aportarle cuanto le pueda ser útil y grato en la vida de campaña, y esta es la misión hermosa que Córdoba viene cumpliendo, pero en términos tan extremados de patriotismo grande, de hispanidad neta y terminante –esta es la característica de la labor de nuestra ciudad en estos momentos decisivos–, que atiende a los soldados más por ser españoles que por haber nacido en Córdoba”, «El Aguinaldo del Soldado. El festival patriótico del Gran Cine», Diario de Córdoba, 16 de diciembre de 1921.

[12] “Numerosas veces, España se ha repetido al otro lado de los mares, en variadas figuras, desde Méjico a Chile, en toda la extensión del Nuevo Mundo, sobre el continente vastísimo y en las incontables islas. Forma final es la alcanzada en el Mundo Novísimo con la constitución del pueblo magallánico, por cuya libertad definitiva España aboga con maternal solicitud. Es importantísimo su generoso empeño, por cuanto representa el socorro de la antigua Metrópoli en la pugna que mantiene Filipinas por el sostenimiento de su hispanidad, contra la absorción de los anglosajones. Dos pueblos sostienen esta batalla gigantesca, de universal importancia: el filipino y el mejicano. Este último tiene fijada en forma admirable su aspiración y su derecho. Nos referimos otra vez al estadio de la raza cósmica, del genial pensador Vasconcelos, quien desde la raíz al tronco refuta la pretendida superioridad de los anglosajones”, «La metrópoli», Diario de Córdoba, 3 de julio de 1926.