Ad orientem, ¿Una simple propuesta del Cardenal Sarah?

cardenal-robert-sarah-300x200El cardenal Robert Sarah, el prefecto de Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, causó una ruidosa polémica el pasado 5 de julio, en Londres. Era la apertura del Congreso Sacra Liturgia. En su conferencia del 27 de noviembre, manifestó la conveniencia de que todos los sacerdotes celebrasen la Eucaristía “hacia el Oriente” (como antes del Novus ordo). Literalmente dijo: «es muy importante que volvamos lo antes posible a una orientación común, de sacerdotes y fieles, mirando en la misma dirección –hacia el oriente o al menos hacia el ábside– hacia el Señor que viene … y que ya no tardará».

El purpurado guineano llamó a una aplicación progresiva de la reforma: “Queridos sacerdotes, les pido que implementen esta práctica en donde sea posible, con prudencia y con la necesaria catequesis, ciertamente, pero también con la confianza de pastor de que esto es algo bueno para la Iglesia, algo bueno para las personas”.

adorientemRápidamente se sucedieron ataques desproporcionados a la figura del Cardenal Sarah. No nos interesa ahora discutir sobre la conveniencia sobre si la Santa Misa debe realizarse versus Deum o versus populum, pero si recoger algún testimonio de los Padres de la Iglesia respecto a la razón de por qué el Sacrificio del altar debía ser ad orientem. Son muchos e intentaremos ir rescatando algunos en futuros posts. La intención es demostrar que las «polémicas» declaraciones de Sarah, están en perfecta armonía con una tradición litúrgica bimilenaria.

Las razones de San Basilio Magno (Capadocia, s. IV)

San Basilio, obispo de Cesarea de Capadocia (hoy en Turquía), apellidado “Magno” por su doctrina y sabiduría, enseñó a los monjes la meditación de la Escritura, el trabajo en la obediencia y la caridad fraterna, ordenando su vida según las reglas que él mismo redactó. Entre sus escritos, justifica pro qué el Sacrificio del altar debe ser ad orientem. Este texto se escribió contra los que aducían que la Santa Misa no debía ser ad orientem, pues no salía esa instrucción en las Escrituras. San Basilio apela a una tradición ya originaria en la Iglesia primitiva:

«En virtud de una tradición no escrita nos volvemos hacia Oriente para orar. Pero pocos saben que, con ello, buscamos nuestra antigua patria, el Paraíso que Dios plantó en Edén al Oriente. No es únicamente porque, resucitados con Cristo, buscamos las cosas de allá arriba y así recordamos, estando en pie, la gracia que nos ha sido dada, sino porque ese día es ya imagen de la eternidad futura. ¿Qué texto de la Escritura nos ha enseñado a volvernos hacia el Oriente cuando oramos? Las palabras de la epíclesis, en el momento de la transformación del pan eucarístico y del cáliz de la salvación, ¿qué santo nos las ha transmitido por escrito? Nosotros no nos contentamos con las palabras transmitidas por los apóstoles y por el Evangelio. Antes y después, pronunciamos otras que hemos recibido de la doctrina no escrita, porque tienen una importancia muy grande para el misterio».

(Basilio de Cesarea, De Spiritu Sancto 27, 66 SCh 17bis, 485s.)

 

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