1.- Soliloquios independentistas: «La abuela con lazo amarillo»
2.- Soliloquios independentistas: “Hola, soy un Afri.cat”
Cony! Hola mamá. Te saludo con la palabra ¡cony! No sé qué significa, pero es la que más utilizan los asistentes que me han acogido en una casa más grande que todo el poblado. No te puedo llamar por móvil, porque me regalaron uno nada más llegar pero sin batería. Me han dicho que si me porto bien y voy a no sé qué de un “once-ese” y me dejo fotografiar, me regalarán otro y esta vez con batería. Esto es muy raro. Más raro es aún que me tengo que fotografiar con la bandera de España. Me la han enseñado y es muy diferente a como lo enseñaron en la escuela. Tiene muchas barritas, un trozo azul y una estrellita como la que ponemos en Navidad.
Mamá, te resultará extraño, pero cuando llegué a España, me dijeron que no se llamaba España sino Cataluña. Aún no lo entiendo, pero les sigo la corriente -como me recomendaste- y parece que se ponen muy felices que les digo que estoy de acuerdo. Después de pedir al misionero salesiano, Don Paco, sí ese que sudaba tanto e iba siempre con la camisa abierta, que me ayudara a repasar mi español, ahora los asistentes me dicen que no se llama español; que se llama catalán y se pronuncia de otra forma. Debe ser cierto porque estoy escribiendo en una hoja que pone “Generalitat” y ellos pronuncian la “G” como nuestra tribu los “Ngema de los fang”. En cambio, Don Paco me decía que se pronunciaba como la “jota”, como un baile de su pueblo. Yo no entendía nada, pero era divertido verle sudar.
La verdad es que todos los que trabajan para esa señora llamada “Jeneralitat”, hablan muy raro, raro. Pero dicen que el español es alguien que los ha oprimido antes de que naciera nuestro país Guinea ecuatorial, y que la gente como Don Paco son unos “Jenocidas”. No sé lo que es un “Jenocida” pero suena divertido. La verdad es que cuando nos sueltan unas horas por Barcelona (no te lo creeras pero es más grande que nuestro país) casi todos hablan la lengua de esa señora opresora y algunos creo que inglés, pero no estoy seguro. Barcelona es muy rara con gente muy rara.
¡Ah! Mamá, otra cosa que he aprendido es que no soy negro. Lo primero que me preguntaron al llegar fue: “¿qui ets?”. No entendí nada y luego cambiaron a la lengua opresora: “¿Quién eres?”. Les dije que un negro de África, que estaba claro, no que yo estuviera claro sino la respuesta. Ellos parecieron asustarse mucho y me dijeron “No”, “No”. Resulta que en la lengua opresora y la otra lengua que hablan ellos, “No” se dice igual. ¡Qué suerte! Me insisten en que está claro que no soy negro. Me llaman Afrocatalán. Y los chicos magrebíes que viven conmigo en esta casa grande, y que cada noche me roban el postre y me aporrean gritando aláakarr (creo que significa que “van al bar” o cosas que no entiendo), se ríen mucho de mí. Los asistentes me dicen que no se ríen de mí, sino conmigo. Pero es que aún no entiendo bien la otra lengua de Espa… perdón Cataluña. Dicen que se llama así el país oprimido donde ahora vivo. Y que estuvieron tan oprimidos como lo estuvimos los negros (incluso antes de que llegaran los blancos).
Los compañeros moros me empezaron a llamar “Afri.cat”. Luego uno de los asistentes, me empezó a llamar “fricandó”, mientras se reía mucho. ¡Qué suerte tengo que en este país todo es gratis! Hasta los asistentes que se ríen mucho de mí, perdón, conmigo. ¿Qué por qué me llaman Afri.cat? pues muy sencillo. Me han regalado un correo electrónico que acaba así. Me dicen que si repito en el “once-ese” otro año, me regalarán un ordenador pero que de momento me conforme con el correo electrónico. ¡Qué extraño! Me han dicho que incluso cuando cumpla 18 años me darán mucho dinero cada mes. Los moros dicen que con solo tres meses me podría comprar todo nuestro pueblo. ¡Te imaginas la cara de Don Paco! El que siempre decía que era de Aragón. ¡Ah! ¡No te lo vas a creer! Igual Don Paco no es “español opresor” sino catalán. Aquí no paran de hablar de no se qué catalano-aragonesa. ¡Qué raro! Don Paco catalán!
¿Qué qué haré con el dinero? Creo que ayudaré a los blancos. Mamá, aunque no te lo creas en Barcelona he visto a blancos pedir dinero. Es más alucinante que aquella noche. Que pasamos riendo, cuando el tío Gnuma Gnema, nos trajo aquellas setas tan raras.
Bueno, he de decirte que ya es la tercera vez que escribo la misma carta. Los asistentes me dicen que tengo que echarla en una “bestia”. Como sospechan que no entiendo la lengua número uno, y me dicen en la lengua número dos que en un “buzón”. Yo al principio pregunté qué era un buzón. Me dijeron que una cosa amarilla, redondeada y con un agujero en medio. Tenía miedo de no encontrar ninguno, pero resulta que todo está lleno de buzones: los balcones, las farolas, hasta los pintan por todos los lados. ¡Mira que son raros estos oprimidos! Bueno, en fin. Que en el primer buzón con forma de lazo, eché las cartas. Pero no me fío. “Golines”. Ya podían decir lazo en vez de buzón. Mira que son raros.
Sin más, de momento, te envío un saludo a todos los Ngema y a Don Paco, que deje de sudar y que te aclare si es catalán, aragonés u opresor español.
Tuyo, Afri.cat