Prólogo a «Destapando al liberalismo» de Daniel Marín (y 2)

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PRÓLOGO (1)

 

Algunas críticas vertidas a la Escuela Austriaca

José Luis Ferreira, profesor de economía en la Universidad Carlos III de Madrid, escribía en 2003 un libro titulado Economía y pseudociencia. Crítica a las falacias económicas imperantes. En él, entre otros muchos temas, se toca el de la Escuela Austriaca, y recoge en forma de preguntas varias de las críticas que se le suelen hacer: ¿Dónde están los avances de esta escuela? ¿Cuándo han corregido un error? ¿Cuándo han descartado una hipótesis por encontrar otra mejor? ¿Dónde publican? ¿A quién convencen? ¿Qué datos necesitan para invalidar alguna de sus hipótesis?

9788472097049Los defensores de la Escuela Austríaca a veces argumentan que su postura no es consecuencialista. Es decir, que los que se adscriben a esta escuela, de fondo lo hacen más como una afirmación o defensa del libre mercado que como una corriente económica explicativa. De hecho, muchos autores reconocen que no existe un consenso dentro de la tradición de pensamiento austriaco sobre numerosas cuestiones fundamentales en economía, y que tampoco lo hay entre el resto de economistas afines a dicha escuela. Ante la disparidad de opiniones, uno podría plantearse si estamos realmente ante una escuela o corriente económica, o ante un posicionamiento ideológico, y no a favor de algo, sino “contra” algo, más concretamente contra las teorías económicas que llaman “socialistas”. No olvidemos que Hayek fue galardonado con el Premio Nobel de Economía en 1974 gracias a su ensayo Camino de servidumbre. La teoría económica de esta obra brilla por su ausencia y es meramente un alegato contra el socialismo por considerarlo un peligro para la libertad individual que conduce al totalitarismo. Sin embargo, la definición en la obra de lo que es la libertad, también brilla por su ausencia.

Adquiere así la Escuela una tipología más parecida a la de un círculo ideológico hermético, que no a una escuela científica abierta. Incluso otros estudiosos les han acusado en multitud de ocasiones de fanáticos testarudos

Si empezamos por la metodología usada, veremos que no hay el más mínimo consenso entre Mises, Hayek, o Machlup. Conceptos nucleares en Mises como el de “equilibrio”, se distancian de la economía caleidoscópica de Lachmann o la economía contrafactual de Hülsmann. Las teorías sobre la formación de los precios se suceden por distintas sendas en Böhm-Bawerk, Fekete o Lachmann. Y cosas que parecen elementales como la naturaleza y función empresarial, encuentran respuestas muy diferentes: desde los que proponen la función equilibradora, como Kirzner, hasta los que hablan de la promotora del desequilibrio, como Lachmann, por no mencionar las sugerencias extraeconómicas para ajustar el mercado de Röpke, y así seguiríamos ad infinitum. Esta ausencia de consenso en tantos temas, es justificada por algunos estudiosos afirmando que la microeconomía no es el eje que define a la Escuela.

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Lachmann, Hayek, Block y Rothbard

Una de las críticas más afamadas hacia la Escuela Austríaca proviene de Bryan Caplan. Este profesor de la George Mason University, en diversos artículos expuso por qué había abandonado dicha escuela. En primer lugar, reduce sustancialmente el número de pensadores que se podrían adscribir realmente a ella. Para Caplan, los austriacos esenciales o referentes más distintivos son Ludwig von Mises y Murray Rothbard, cuyo pensamiento es el más parejo. Éstos, son los que señalan la impronta de una escuela que ha de ser vista, no como una corriente de economistas preocupados en resolver cuestiones concretas, sino que se dedican frecuentemente a la metaeconomía (filosofía, política, historia del pensamiento). Adquiere así la Escuela una tipología más parecida a la de un círculo ideológico hermético, que no a una escuela científica abierta. Incluso otros estudiosos les han acusado en multitud de ocasiones de fanáticos testarudos.  Mises, por ejemplo, tenía como lema Tu ne cede malis sed contra audentior ito (Jamás cedas ante el mal, sino combátelo con mayor audacia).

Una forma de sintetizar estos errores es que uno de los pocos puntos comunes que abordan estos economistas es el de priorizar la acción como explicativa del hecho económico, si ésta muestra exteriormente unas preferencias estrictas y objetivables.

Esta búsqueda de fundamentos ontológicos en la vida económica, es lo que convierte a la Escuela Austríaca en atractiva a la par que peligrosa. Pues a partir de este deseo se debe optar por un fundamento antropológico. Por desgracia, aunque encontramos muchas antropologías aparentemente compatibles con el catolicismo, en el fondo son inútiles, pues siempre nos acabarán remitiendo a los mismos errores. Una forma de sintetizar estos errores es que uno de los pocos puntos comunes que abordan estos economistas es el de priorizar la acción como explicativa del hecho económico, si ésta muestra exteriormente unas preferencias estrictas y objetivables. No aceptan la posibilidad de acciones no racionales o azarosas. Como mucho aceptan un cierto nivel de subjetividad, pero que debido a su naturaleza subjetiva, difícilmente puede ser tenida en consecuencia. El lector se preguntará, a qué viene esta disquisición.

La importancia de la respuesta nos la proporcionará Daniel Marín en su texto, pero sólo avanzamos en que es precisamente en este punto, donde más se falsea el argumento de una presunta continuidad entre la Escuela de Salamanca y la Austriaca. Ni siquiera la neoescolástica hubiera aceptado como sujeto de estudio de la economía la “praxeología”, entendida ésta como el análisis de la acción intencional, en la cual un agente actúa motivado por preferencias estrictas conscientes. Sería tan absurdo como afirmar que Aristóteles y Max Weber comulgan con el mismo concepto de praxis. Por intentar simplificar la cuestión, diremos que la Escuela Austriaca tiene presupuestos más protestantes o judaizantes que no católicos. De ahí que extrañe la insistencia en intentar vincularla con la neoescolástica de Salamanca.

Lo que nos jugamos

El fundamento de la economía en un acto individual, deliberado, intencional y consciente, y que no atiende a “lo común” ni a criterios fuera de sí mismo, en cuanto realidad y determinación de lo justo económico, sea en la fijación de precios, contratos, etcétera, lo único que hace es reafirmar el liberalismo. Este posicionamiento queda constatado en la obra de Ludwig von Mises, La acción humana: Tratado de economía (1949). En ella, se nos presenta una apología del capitalismo asentado en el laissez faire, donde el bien común es prácticamente un hecho inexistente y no un fin de la praxis humana, sino, como mucho, un efecto secundario.

9788472096707.jpgSorprende que desde ámbitos democristianos quiera defenderse este liberalismo individualista como la teoría compatible con el pensamiento católico. Un liberalismo que ha sido ciertamente condenado por el Magisterio de la Iglesia, como así refleja Marín. Así, tras el aparente cristianismo neutral de la Escuela Austriaca y la afirmación de una aparente objetividad exterior, se esconde un falseamiento de lo que es la praxis humana. Al reducir la acción humana a una mera acción voluntarista disfrazada de racionalidad, lo que era objetivo se convierte en puro subjetivismo. Y, peor, lo que era “naturaleza” para los escolásticos, se convierte en “naturalismo” sin finalidad para autores como Hayek. Por eso, Daniel Marín sentencia en una de sus conclusiones: “Se ha mostrado, entre otras cosas, cómo la noción del precio justo y las consideraciones del valor están lejos de pasar como precios de mercado o subjetivismo relativista; e igualmente cómo la ley natural no puede admitirse como un naturalismo evolucionista o un racionalismo. Y en esta labor, se han nombrado Papas como Inocencio XI, San Pío V, Pío XII, Pablo VI, o Juan Pablo II, que en sus pronunciamientos y sentencias están del lado de lo que dictaron sus catedráticos y canonistas, como Vitoria o Azpilcueta, verdaderos hijos de la Iglesia, antes que y en contra de los ajenos a la misma, hijos fieles de la revolución y el orden anticristianos”.

La antropología, o antropologías, que esconde la Escuela Austriaca en el fondo son anticristianas, aunque para el gran público las hayan hecho pasar por cristianas. El antes mencionado “naturalismo” de Hayek es un ejemplo claro. Pues según él: “Es natural todo aquello que ha crecido espontáneamente y no ha sido diseñado deliberadamente por un sujeto”. Por tanto, no puede haber un derecho natural inmutable, ya que “el derecho es producto, no de una voluntad racional, sino de un proceso de evolución y selección natural”. Con otras palabras, -y como sentencia Marín-, Hayek, como naturalista que es, “es descendiente de los nominalistas y no de los realistas aristotélico-tomistas, como fueron los escolásticos de Salamanca”. De ahí que difícilmente se pueda defender que su pensamiento es compatible con el cristianismo.

Así, tras el aparente cristianismo neutral de la Escuela Austriaca y la afirmación de una aparente objetividad exterior, se esconde un falseamiento de lo que es la praxis humana.

La filosofía aristotélico-tomista es tan realista -en el sentido genuino de la palabra- que se distancia totalmente del relativismo que representa la Escuela Austriaca al reducir la economía y la ética a meras acciones y decisiones externas. De ahí, que indique Marín que Hayek sea capaz de afirmar, citando a R. G. Collingwood, que “un precio justo, un salario justo, un tipo de interés justo es una contradictio in terminis. La cuestión referente a lo que las gentes deberían obtener a cambio de sus bienes y trabajo es un problema carente de significado. La única cuestión válida es lo que una persona puede obtener a cambio de sus bienes y trabajo y si le convendrá venderlos o no”. Por otro lado, la defensa a ultranza del tomismo de la realidad total, llevó a la asombrosa afirmación del socialista Richard Henry Tawney -que escandalizó a Murray N. Rothbard, miembro de la Escuela-, de que “la auténtica herencia de las doctrinas del Aquinate es la teoría del valor-trabajo. El último de los escolásticos es Karl Marx”.

96019643Este sorprendente aserto no es una boutade, sino una paradoja. El marxismo, en cuanto materialismo, aún quiso objetivar la realidad de alguna u otra forma. Por el contrario, los defensores del liberalismo cayeron en el error de defender la “libertad individual” como expresión de un voluntarismo ciego. No entendieron ninguno el contexto metafísico y ético realista (aristotélico-tomista), que por sí mismo llevaría a la economía por las sendas de la verdadera justicia. Craso error. De ahí, que el estudio que presentamos de Daniel Marín adquiera una importancia excepcional. Por primera vez de forma prácticamente sistemática, se abordan principales temas de discusión de la teoría económica, y más allá de ella, que la Escuela Austriaca ha tratado de arrebatar a la Escuela de Salamanca. Pero ojalá fuera un mero secuestro, pues las ideas de la Escuela de Salamanca permanecerían inalterables. La felonía consiste en intentar sutilmente transformar el pensamiento neoescolástico, aprovechando su prestigio dentro del orbe cristiano, para hacer pasar un liberalismo anticatólico en el fundamento de la “única” forma de pensar la economía desde el cristianismo. Tamaño despropósito debía ser denunciado con argumentos consistentes, y esto es lo que encontrará el lector a continuación.

Javier Barraycoa

3 comentarios en “Prólogo a «Destapando al liberalismo» de Daniel Marín (y 2)

  1. Se hace difícil hacer comentarios a unos artículos de tanta calidad intelectual y profundidad sobre todo para los que no somos de letras , así que humildemente diré que seguía en estos temas a D. Roberto Centeno que ha sido vetado en todos los medios de control mediático que hay en España por decir y denunciar tesis económicas políticamente incorrectas pero de gran sentido común ,escandalizando a los idiotas habituales de TV , seguía también al ultraliberal Sr. Rallo hasta que leí que está al servicio de G Soros . Es la economía estúpidos dijo un presidente americano ,lo cual nos indica la importancia de tenerla en cuenta , La doctrina social de la Iglesia que aprendimos los que tenemos una edad está en nuestro interior para seguirla en la vida personal como eje moral . Ahora bien qué Iglesia ? la que permite promociona o crea la ETA y el separatismo , la que echa y cierra las puertas a la hermandad de caballeros legionarios en la antigua parroquia de San Felix o en Hospitalet donde todos podiamos asistir al emocionante acto de los veteranos y su Cristo de la buena muerte , la que expulsa al padre Custodio como siempre por ser español ? personalmente no marco la x , no voy a misa en Cataluña y como siga así me voy a volver testigo de Jehová .

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  2. ¡Texto interesantísimo! Quisiera saber su opinión, dentro del contexto de la Escuela de Salamanca, del pensamiento de Martín de Azpilcueta, ya que, según mi punto de vista, hay dos cuestiones importantes que establece, y que serán decisivas para el futuro: El dinero como mercancía, y a consecuencia, la legitimidad del cobro de intereses en caso de préstamo, avalando de alguna manera, la usura.

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