Reseña: «Entre dos siglos. Globalización y pensamiento único»

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Israel Sanmartín Barros

Entre dos siglos. Globalización y pensamiento único

Akal, Madrid, 2007, 334 pp.

 

La muerte de las ideologías y el nacimiento del pensamiento único

La caída del muro de Berlín supuso un intríngulis intelectual por descolocación. Se anunció, qué remedio, la muerte de las ideologías y emergió, como el que no quiere la cosa, un “pensamiento único”. Los cambios en la categorías intelectuales han sido notables pero, paradójicamente, han pasado inadvertidos para la mayoría de mortales. Esta obra tiene el mérito de indagar en los actores de estos cambios y dibujar un mapa claro y a la vez sorprendente.

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Leo Strauss

Quizá la parte más notable es la dedicada a explicar los orígenes del denominado pensamiento neoconservador. Los neocons norteamericanos, curiosamente, tienen su origen en la izquierda norteamericana: “El nexo común de los intelectuales que se califican como tales es su anticomunismo y su antiestalinismo dentro de los movimientos radicales estadounidenses, así como su filiación trotskista en las filas del Partido Demócrata estadounidense. Por tanto, es una tendencia intelectual de reacción puesto que no nace del conservadurismo existente, sino que se produce dentro del movimiento intelectual liberal (en jerga americana)”. De hecho, el apelativo de “neoconservadores” era un despectivo inventado por izquierdistas norteamericanos para desprestigiar a sus viejos compañeros de ruta. Como los neoconservadores, siendo de origen izquierdista, eran profundamente anticomunistas, fueron acogidos por los sectores conservadores. Mientras que en los ámbitos universitarios la izquierda se ha mantenido vigente, en los ámbitos de los think tanks los neoconservadores han encontrado su lugar y caja de resonancia.

El autor dedica unas interesantes páginas a reivindicar la figura de Leo Strauss como fundador del Neoconservadurismo. Leo Strauss es un personaje más que curioso que dejó su impronta en buena parte de los neoconservadores norteamericanos. Quizá la fascinación por este personaje es su carácter elitista y su propensión a escribir en claves esotéricas buena parte de sus escritos. Su rechazo frontal a la modernidad, su percepción de la jerarquía y la autoridad como indispensables para la constitución de lo social, su rescate del concepto de “ley natural” para aplicarlo a la política, le han convertido en un paradigma todavía vigente para el pensamiento neoconservador.

3.pngPero la obra avanzará intentado aclarar los orígenes del actual pensamiento liberal denominado despectivamente por la izquierda como “pensamiento único”. Lo más sorprendente es que este apelativo de pensamiento único lo usan aquellos que, a su vez, se caracterizan por imponer su propio pensamiento. Así, nos encontramos con las tesis liberales que pretenden interpretar la globalización por criterios económicos que dominen sobre los políticos, esto es la libertad de mercado como garantía de la libertad política; o bien, encontramos las tesis izquierdistas que pretenden ahondar en una “igualdad” compatible con la diferencia y el multiculturalismo. Ambas tesis son débiles por definición y refuerzan la tesis de la muerte de las ideologías. El camino recorrido en ese texto para comprender cómo se han consagrado, es más que interesante.

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