A propósito del Padrenuestro (2): “deudas u ofensas”

 

A propósito del Padrenuestro (1): “sed libera nos a Malo”

 

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A propósito del Padrenuestro (2): “deudas u ofensas”

Dejamos hace unas semanas una serie de posts, del que sólo llegó la primera entrega. El tema central y la intención que en ningún momento se quiere ocultar, es desvelar traducciones erróneas (de buena o mala fe) pero que han alterado textos y oraciones fundamentales para el cristiano. Las masivas traducciones a lengua vernácula de muchos textos procedentes del latín o griego, han causado innumerables alteraciones de matices, muchos de ellos importantes.

Padre-Nuestro-en-AramicoHace unos cuatro años, en Francia aparecía la nueva traducción de la «Biblia litúrgica» que llevaba ya 50 años tomada como el “canon” en vernácula. En la nueva versión se cambia favorablemente el texto evangélico en el que Jesús enseña a sus discípulos el texto en francés. La nueva versión del padrenuestro es más fiel al latín y ahora se lee: «Et ne nous laisse pas entrer en tentation». Antes se rezaba un confuso «Ne nous soumets pas à la tentation». Igualmente, ciertos errores que habían permanecido en la versión de hace 50 años también en el «Magnificat» o las Bienaventuranzas, han sido subsanados.

Lo que nos ocupa en esta reflexión, es la revisión e imposición que se hizo de la traducción castellana del padrenuestro. La versión latina es: «et dimitte nobis débita nostra, sicut et nos dimittímus debitóribus nostris”. En lengua castellana siempre se rezó: “Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”. No hace falta evidenciar la literalidad de la traducción. De hecho así es como nos lo encontramos en el Evangelio de Mateo 6, 9-13. Ahora se reza en castellano “perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Ello se debe a unas instrucciones del Vaticano a la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM) para que en todo el mundo hispano se rezara igual.

Purgatorio-Ft-imgLo más lógico hubiera sido mantener la traducción castellana tradicional. La expresión “deuda”, teológicamente tiene mucha más profundidad que la de “ofensa”. Eso explica que la versión del padrenuestro recogida en el Evangelio de Lucas (11, 2-4) se sustituya la palabra deuda por “pecado”: “Perdónanos nuestros pecados así como nosotros perdonamos a todo el que esté en deuda con nosotros”. Ello nos hace entender mejor por qué en San Mateo, Nuestro Señor, tras la enseñanza de la oración realiza una catequesis: “Porque si vosotros perdonáis a otros sus faltas, también os perdonará a vosotros vuestro Padre celestial. Pero, si no perdonáis a los hombres las faltas suyas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados”. 

En la nueva traducción, “ofensa” tiene un campo semántico muy reducido respecto a “pecado” o “falta”, mucho más profundas. La ofensa no implica necesariamente un pecado o falta. La ofensa puede producirse voluntaria e involuntariamente y su reparación exige un perdón pero no necesariamente se acumula una deuda como sí ocurre cuando pecamos. Que nuestros pecados son perdonados por el sacramento de la confesión, y que queda un débito que deberá ser pagado posteriormente, es doctrina católica en su sentido más pleno. Y ello permite, entre otros argumentos la justificación de la existencia del purgatorio (que por ciento la inmensa mayoría de protestantes niegan). En él, deberemos pagar nuestras deudas, aunque se nos hayan perdonado los pecados.

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Santo Tomás de Aquino

Sin esta obligación de pagar nuestras culpas, tampoco podría entenderse la jurisdicción de la Iglesia sobre las indulgencias, y que Lutero tomó como excusa para su ruptura con la Iglesia. En el comentario de Santo Tomás de Aquino sobre el Padrenuestro, leemos: “Mas le debemos a Dios aquello que le hemos quitado de su derecho. Ahora bien, es derecho de Dios el que hagamos su voluntad, prefiriéndola a nuestra voluntad. Quitamos, pues, a Dios su derecho cuando preferimos nuestra voluntad a la suya; y eso es el pecado. Los pecados, pues, son nuestras deudas. Es, pues, consejo del Espíritu Santo que pidamos a Dios el perdón de los pecados; y por eso decimos: «Perdónanos nuestras deudas»”.

Catechismus-romanusPor si hubiera dudas sobre la importancia de la palabra “deuda” y la excesivamente genérica traducción de “ofensa”, puede leerse en el Catecismo de San Pío V: En un epígrafe sobre el padrenuestro titulado: “Qué debe entenderse con el nombre de deudas, según el sentido de la petición” dice “Seguirán después [está referido a los párrocos] el mismo método que creímos conveniente observar en las demás peticiones, para que comprendan los fieles qué significan aquí las deudas; … Y en primer lugar, conviene saber que de ningún modo pedimos se nos dispense del amor, que debemos absolutamente a Dios, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra inteligencia, pues la solución de esta deuda es necesaria para salvarnos. Incluyéndose también bajo el nombre de deudas la obediencia, el culto, la veneración y demás obligaciones de esta clase; tampoco pedimos que no se las debamos en adelante, sino que pedimos nos libre de los pecados, pues así lo interpretó San Lucas, que puso pecados en lugar de deudas, porque, al cometerlos, nos hacemos reos ante Dios y quedamos sujetos a las penas debidas, que satisfacemos o pagando o padeciendo; deuda de esta clase fue a la que se refirió Cristo Nuestro Señor por medio del Profeta: ‘Pagado he lo que yo no había robado’ (Ps. LXVIII,5). En virtud de estas palabras del Divino Verbo, puede entenderse que nosotros, no sólo somos deudores, sino que, además, no somos aptos para pagar (Luc. VII, 41,4), puesto que el pecador no puede por sí mismo satisfacer.” (Parte 4ª, Cap. XIV, N° 12)

Así pues, si uno no sabe el Padrenuestro en latín, al menos que tenga en cuenta estas reflexiones cuando lo rece.

Un comentario en “A propósito del Padrenuestro (2): “deudas u ofensas”

  1. Creo que en español moderno «deuda» tiene que ver con obligaciones y contratos, y no con el daño u ofensa que hayamos causado a otro.

    Si hubiese una catequesis rigurosa donde se explicase de verdad que «deudas» de ofensa significa otra cosa que «deudas» de dinero, entonces no sería importante conservar la palabra de siempre; incluso sería conveniente por ser justamente la palabra de siempre, lo cual conviene a toda religión que se precie (las religiones suelen ser eternas, cosas fuera del alcance humano)

    La frase en latín no tiene uso aquí, porque derivando todo de una traducción del griego koiné, sería necesario conocer la frase original y saber traducirla al español moderno.

    Si, es importante que todos los hablantes de español hablemos lo más parecido posible, porque la lengua, entre otras cosas tiene un valor de uso; e indudablemente es importante en todos los efectos hablar un lengua internacional.

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