“Non Possumus”, a propósito de Lutero (III): Lutero se suicidó, simplemente.

lutermalo

Las actuales biografías de Lutero están más que edulcuradas. A penas hacen referencia hacia los últimos momentos de su vida o, peor aún simplemente mienten sobre él. Durante mucho tiempo en el mundo católico no sólo se sabía sino que se explicaba con toda naturalidad el trágico final de Lutero. Luego las cosas cambiaron y como quien da una orden misteriosa, se dejó de hablar del triste final de Lutero.

Los datos de la época no dejan lugar a dudas. Tras una opípara cena (a Lutero le podía la gula y sus cenas, especialmente en los últimos años, acababa ebrio) se acabó suicidando. Así queda atestiguado convenientemente por su criado personal llamado Rudtfeld. En 1606,  Sédalius publicó su testificación. Otros muchos escritores y estudiosos escribieron sobre el asunto. Todos coinciden en que Rudtfeld encontró a su amo Martín Lutero colgado de uno de los postes de su cama. Lo atestiguan Audin, en su Vide de Lutero; Lorrenz en El fin de Lutero; Hosius, Juan Harén, Lorenzo Surius, Tomás Malvendra, Teodoro Pevtrejus, el sabio alemán Majunke, Manhart, y un largo etcétera.

Como apoyo a estos testimonios hay infinidad de datos que dan consistencia al hecho. Son concluyentes los aportados en dos estudios:  Martín Lutero, homicida y suicida, por el P. Luigi Villa, publicado en la Revista Chiesa Viva, nº 258, Brescia, Italia; y  Lutero,  del P. Pedro de I. Muñoz, en la revista Tradición Católica, nº 137, Barcelona.

Siguiendo la exposición de Dom Licínio Rangel, OVS, podemos establecer que:

1.- Lutero tenía un temperamento extremamente mórbido y neurótico. Después de su revuelta contra la Iglesia, su neurosis alcanzó los límites extremos. Estudios especializados le atribuyen una «neurosis de angustia gravísima», del tipo que lleva al suicidio (Roland Dalbies, en Angustia de Lutero).
2.-El suicidio de Lutero es afirmado tanto por católicos como por protestantes. Este es el testimonio de su criado, Ambrosio Kudtfeld, que más tarde se hizo médico, y que hemos mencionado más arriba:
«Martín Lutero, en la noche que antecedió a su muerte, se dejó vencer por su habitual intemperancia, y en tal exceso, que fuimos obligados a cargarlo totalmente embriagado, y a colocarlo en su lecho. Después nos retiramos a nuestro aposento sin presentir nada de desagradable. Por la mañana volvimos a nuestro patrón para ayudarlo a vestirse, como de costumbre. Pero, ¡que dolor! Vimos a nuestro patrón Martín colgando de su cama y estrangulado míseramente. Tenía la boca torcida y la parte derecha del rosto oscura; el cuello morado y deformado. Ante tan horrendo espectáculo, fuimos invadidos por un gran terror. Corrimos sin demora a los príncipes, sus convidados de la víspera, para anunciarles aquel execrable fin de Lutero. Ellos quedaron aterrorizados como nosotros. Y logo se empeñaron com mil promesas y juramentos, que observásemos, sobre aquel acontecimiento, eterno silencio, y que colocásemos el cadáver de Lutero en su cama, e anunciásemos al pueblo que el ‘Maestro Lutero’ había imprevistamente abandonado esta vida».
    
Este relato del suicidio de Lutero fue publicado en Amberes, en el año de 1606, por el sensato Enrique Sedalius (que también hemos referido más arriba).
También el Oratoriano Th. Bozio, en su De Signis Ecclesiae del 1592, escribe que aprendió de un doméstico de Lutero que su señor fue encontrado ahorcado de las columnas de su lecho. También el dr.. G. Claudin, en la Cronaca Medica (1900, p. 99) ha publicado el texto de esa “deposición” del doméstico, de la cual he aquí lo esencial:
«Por la gloria de Cristo, yo revelaré a plena luz lo que vi y anuncié a los príncipes de Elsleben: Martín Lutero se dejó llevar por sus inclinaciones, de tal modo que debimos llevarlo en estado de completa ebriedad y ponerlo en el lecho… A la mañana siguiente, yendo a mi señor para ayudarlo a vestirse, lo encontré, ¡oh dolor! A él, mi señor, ahorcado en su lecho, literalmente estrangulado. Fui a avisar a los príncipes que me hicieron jurar no hablar a nadie acerca de este suceso».
3.-Dos médicos comprobaron los síntomas de suicidio relatados por su criado Kudtfeld. Fueron ellos Cester y Lucas Fortnagel. Las informaciones de este último fueron publicadas por el escritor Jacques Maritain, de confianza para los más progresistas, en su libroLos Tres Reformadores. En esa obra el autor ofrece también una impresionante lista de amigos y compañeros de Lutero que se suicidaron.
Fuente sobre vida y final de Lutero:

5 comentarios en ““Non Possumus”, a propósito de Lutero (III): Lutero se suicidó, simplemente.

  1. Espero que sea cierto lo del suicidio, porque mi suegro es un profesor de Física alemán(antigüo director del Desy) y que sufre la contraria dicotomía de amar a la vez a Einstein y a Lutero. Y cuando le dije, que este último se habría suicidado, al pobre casi le dió un patatús allí mismo. Desde entonces nuestra cordial relación ya no ha sido la misma.

    Me gusta

  2. Según la biografía de Ricardo García Villoslada S.J., la muerte de Lutero fue así:

    «¡Oh Padre mío celestial, Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Dios de toda consolación! Yo te agradezco el haberme revelado a tu amado Hijo Jesucristo, en quien creo, a quien he predicado y confesado, a quien he amado y alabado, a quien deshonran, persiguen y blasfeman el miserable papa y todos los impíos. Te ruego, señor mío Jesucristo, que mi alma te sea encomendada. ¡Oh Padre celestial! Tengo que dejar ya este cuerpo y partir de esta vida, pero sé cierto que contigo permaneceré eternamente y nadie me arrebatará de tus manos» (Ibid., 491; 28-29.)

    Siguió recitando algunos versículos del Evangelio y de los Salmos. Luego repitió tres veces: Pater, in manus tuas commendo spiritum meum. Redemisti me, Deus veritatis. Y quedó tranquilo, inmóvil, silencioso. El descanso eterno ¿Conservaba aún el conocimiento? «Lo menearon un poco, lo frotaron, lo airearon, lo llamaron, pero él cerró los ojos sin responder. La esposa del conde Alberto y los médicos le frotaron el pulso con toda clase de aguas confortativas… Estando así tan quieto, le gritaron al oído el Dr. Joñas y el maestro Coelius: «Reverendo padre, ¿queréis morir constante en la doctrina y en el Cristo que habéis predicado?» Con voz claramente perceptible respondió: «Sí». Volvióse entonces hacia el lado derecho y empezó a dormir, casi un cuarto de hora, tanto que los presentes, excepto los médicos, esperaban una mejoría…

    «Entre tanto llegó el conde Juan Enrique de Schwartzenburg con su mujer. Pronto la cara del Doctor palideció completamente, la nariz y los pies se le pusieron fríos, y con una respiración profunda, pero suave, entregó su alma, con tanta paciencia y serenidad, que no movió un dedo ni meneó la pierna. Y nadie pudo notar -lo testificamos ante Dios y sobre nuestra conciencia- la menor inquietud, tortura del cuerpo o temor de la muerte, sino que se durmió pacífica y suavemente en el Señor, como cantó Simeón» (Ibid., 492; 29).

    Era el 18 de febrero de 1546, jueves, a las tres menos cuarto de una mañana frigidísima. Martín Lutero había muerto. Aquella mano que había esgrimido incansablemente la pluma como una espada invencible, caía ahora lánguidamente sobre su cuerpo yerto. Aquellos labios de elocuencia torrencial quedaban cerrados para siempre. Aquellos ojos centelleantes se habían apagado, cubiertos por los grandes párpados. Aquel corazón que tan encendidas hogueras de odio había alimentado, ya no volvería a latir. La cara -según el dibujo que poco después le sacó Fortenagel- quedó muy abotagada, con su carnosa sotabarba, mas no repulsiva .

    Me gusta

  3. Este es un caso para investigadores, expertos en este tipo de casos…mi sentido común me dice otra cosa…una persona que tienen que cargarlo de embriagado… que estaba inmensamente gordo…raro el suicidio…den mas detalles, el tipo de cuerda…colgado de su cama?…de donde…de alguna viga de la cama…no se quebraría con tantos kilos?…y de la cama por muy alta que fuera…no veo que se subieran por una escalera…y si lo mataron y fingieron un suicidio?…en esos siglos habían mas intrigas…para muestra…los Borgias…

    Me gusta

Deja un comentario